El programa ‘Añoranza’, iniciativa del Gobierno que da la oportunidad a emigrantes de volver a visitar su tierra, ha permitido el regreso desde Caracas de esta mujer de 78 años que se marchó con 13 y llegó a estar casi medio siglo sin cruzar de nuevo el ‘charco’

Ser emigrante es algo muy duro. El cambio de entorno, los nuevos retos y dificultades en un país que te es extraño… Y lo que se deja atrás. Sobre todo lo que se deja atrás, principalmente la familia. Por eso la reacción de Geli al ver a su hermana Inés el miércoles en Llanes después de 21 años separadas por todo un océano es tan natural. Emoción, risa nerviosa y saltos de alegría, mucha alegría.
La historia de Geli es la de otros muchos asturianos que cruzaron el ‘charco’ el siglo pasado, en su caso cuando «con 13 años me metieron en un barco solita. Me puse a llorar, abracé al capitán y le dije ‘yo no quiero bajarme aquí’». Su destino final era Venezuela, donde pasó casi medio siglo sin volver a la tierrina. Ahora, más de 20 años después de su última visita, ha podido regresar gracias al programa ‘Añoranza’ que la Dirección General de Emigración y Políticas de Retorno organiza todos los años para permitir que emigrantes que llevan tiempo sin ver a su Asturias del alma puedan revivir sus raíces.
Este año son ocho los beneficiados, tres hombres y cinco mujeres de entre 70 y 83 años procedentes de Venezuela y Argentina con orígenes en Cabrales, Llanes, Gijón, Candás, Mieres, Cangas de Onís y Ribadesella que, en algún caso, llevan hasta 80 años fuera. Son José Ángel, que también se reencontró con su familiares en Llanes, y Tomás, Alejandro, Miguel Ángel, Florentina, Benito y María Isabel, además de Geli que nos dejó este emotivo vídeo difundido en redes sociales por el Gobierno y por la directora general Olaya Romano, porruana, que acompaña a estos asturianos de ‘al otru llau de la mar’ en los 10 días que pasan en Asturias con todos los gastos pagados. «Esto que me está sucediendo… Yo no pensaba volver a mi tierra. Lo veo todo tan hermoso, la gente tan bella, que no quisiera volver, pero…», apuntaba emocionada esta asturiana de Venezuela. Un sentir repetido por tantos otros que se vieron obligados a partir.