
Descubrimos, de la mano de algunos de sus protagonistas, tres de los tesoros mejor guardados del Principado. Encuentra estos y otros planes para este otoño en la web de Turismo Asturias
Asturias, todo un Paraíso Natural, es un lugar donde lo bueno se hace a fuego lento. La calidad de sus parajes, de sus productos y de sus artesanos es fruto de un proceso de siglos y de duro trabajo, que han llenado la región de tesoros por descubrir, y han atraído el talento de personas de todo el mundo. En este artículo proponemos una experiencia inmersiva en esa Asturias oculta, donde la artesanía y la gastronomía se dan la mano, y donde el visitante es el protagonista de la historia.
Elaboración de pan, quesos o jabones a la manera ‘tradicional’
La tradición y la transmisión del oficio se dan la mano todavía hoy en muchos puntos del Principado, y son varias las empresas que se afanan en que todo ese conocimiento no caiga en el olvido. Uno de estos nuevos ‘profesores’ es Iker Nogales (Vitoria-Gasteiz), que junto a su pareja decidió cambiar el ruido de Madrid por la tranquilidad de Santalla (Santa Eulalia de Oscos). Allí llevan instalados casi una década y allí nacía su empresa ‘Artesanamente’. Contra un buen trabajo en Madrid y una carrera formando parte de la dirección de series y películas, pesó más el entorno, la naturaleza y, sobre todo, la gente de Santalla, cuenta Nogales.
La iniciativa de esta familia, ahora ya con dos hijos, es una de las que busca ofrecer una forma distinta de descubrir Asturias a través de varios oficios tradicionales. “Nuestra idea era movernos al mundo rural, y, además, dinamizar esta zona del Occidente de Asturias. A la gente tratamos de ayudarles y que durante unos días abandonen ese ritmo frenético del día a día, aprender cómo se hacían las cosas antes, como nuestros abuelos hacían el queso, la cerveza…”, cuenta Iker.
Cursos adaptados a cada perfil y que dejan siempre ‘buen sabor de boca’
Así, empresas como estas crean un espacio para quiera tener una primera toma de contacto con distintos oficios, como la forja tradicional, la apicultura, la cestería, la elaboración de pan, cerveza o cosméticos natural e incluso el reconocimiento de plantas aromáticas o el cultivo de setas. Además, los más pequeños pueden disfrutar de una jornada distinta aprendiendo a hacer velas, pasta de dientes o cestería. “Para muchas personas es también un poco la excusa para conocer Santalla”, explica Iker. «Quien viene a visitarnos lo hace movido porque le interesa el tema. Cuando algo te apasiona, lo aprendes, ves que lo vas a poder llevar a cabo en casa… siempre es un subidón”. Tan subidón que, incluso algún alumno ha cambiado de vida tras la visita.
Es el caso de un gijonés, que después de uno de los talleres vio “esa excusa que le faltaba” para cambiar de vida. “Él, que era informático, vendió el piso en Gijón/Xixón, compró una casa en el medio rural y montó un cultivo de setas, del que vive en la actualidad”, comenta el de Vitoria. Una inspiración que solo puede encontrarse en entornos tan mágicos como el de Santalla, donde su bosque autóctono, la reserva de la Biosfera, las rutas o el paisaje que las rodea la convierten, sin duda, en un paraje de lujo mucho más cerca de lo que se podría pensar.
Un viaje al siglo XVIII: los ferreiros y el mazo de Mazonovo
Friedrich Bramsteidl ‘Fritz’ llegó en 2006 a Santalla con el cometido de hacerse cargo del mantenimiento y apertura al público del mazo hidráulico. El austríaco ya contaba con experiencia en la forja, ya que desciende de una familia de herreros, oficio que ya ejercía en Galicia, donde contaba con su propio taller de forja artística, una de sus grandes pasiones.
Desde entonces se encarga de recuperar del olvido el mazo de Mazonovo, cuya creación data del siglo XVIII y que, aún hoy, sigue utilizando en su taller. “Este mazo ha sido testigo de la industria del hierro que surge en la comarca, un lugar privilegiado para esta actividad gracias a los minerales existentes, al bosque de roble y al carbón vegetal, que, junto al río, dio paso al surgimiento de la industria con presas hidráulicas, explica Friedrich.
Santa Eulalia de Oscos, cuna de los ferreiros
El mazo estuvo en funcionamiento hasta 1970, y tras estar varias décadas en desuso, el Ayuntamiento impulsó su restauración, tras lo que se inauguró el taller que también comenzó a funcionar como museo, y que hoy en día es posible visitar. Junto a Friedrich trabajan otros tres herreros, que aprenden del artesano el complejo trabajo en la forja. Paz, Jon y Dennis, junto a Fritz, trabajan la forja creativa. Ellos mismos son los encargados de llevar a cabo las visitas guiadas, en las que, además de la historia del mazo, tan importante para la zona, enseñan la fragua principal además de ofrecer una pequeña exhibición. Los más intrépidos pueden además apuntarse a uno de los cursos de iniciación que ofrecen.
“La gente se sorprende mucho cuando viene, porque el mazo es, de alguna manera, un viaje al pasado. Está conservado de manera muy auténtica y vernos a nosotros trabajando con él, vestidos con la ropa de trabajo, el mandil… les encanta. También suelen venir colegios, y hay que decir que en algunos de los niños ya se ve mucha habilidad”.
En muchas ocasiones, la visita se convierte en inolvidable, más si se tiene en cuenta que es muy difícil encontrar ferreiros. En parte, la complejidad de aprender el oficio echa para atrás a muchas personas: “Hay que dar muchos golpes hasta que caen donde tú quieres, con la dificultad de que el hierro es que hay que trabajarlo al rojo vivo, entre 800 y 1.000 grados, lo que dificulta aún más el proceso”. Quien realice la visita podrá comprobar en primera persona esta dificultad, ya que podrán hacer un clavo, “a la manera tradicional” una vez terminada la visita.
Santalla acoge este mes de septiembre el epicentro internacional de los ferreiros, ya que allí se celebrará el encuentro anual de estos artesanos, que durante tres días trabajarán juntos y compartirán experiencias en torno a este arte.