Fancis Bacon y Juan Genovés forman parte del inventario del Patrimonio Cultural de Asturias. La Consejería de Cultura del Gobierno de Asturias ha decidido incluir en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias dos obras propiedad del Centro Niemeyer de Avilés. Se trata de “Trasbase”, de Juan Genovés (Valencia 1930-Madrid 2020) y “Pope”, de Francis Bacon (Dublín 1909–Madrid 1992). Los detalles se pueden consultar en la edición de hoy del Boletín Oficial del Principado de Asturias (BOPA).
Bacon y Genovés, en el Patrimonio Cultural de Asturias
El Centro Niemeyer es propietario desde 2019 de la obra “Trasbase”, de Juan Génoves, por donación del autor. Se trata de una escultura de gran tamaño, expuesta en el exterior del Centro desde 2019, elaborada en chapa de acero con corte por plasma de alta definición y soldadura, y capa final de protección superficial mediante granallado y pintura en horno con capa final de barniz anti-grafitti.
La génesis de la pieza se remonta a 2003, cuando el Ayuntamiento de Madrid encargó a Genovés una interpretación escultórica de su icónica obra «El abrazo» (1976) para la plaza de Antón Martín, monumento a los abogados de Atocha. tras este reto, Genovés continuó investigando en la resolución tridimensional de sus trabajos sobre multitudes. en 2004, realizó varias maquetas, dos de las cuales se reprodujeron a gran tamaño y se expusieron en Valencia y Valladolid. “Transbase” es una versión única de uno de estos dos proyectos, «Enrejados», y la segunda escultura pública en el mundo de Juan Genovés.
El propio autor aseguraba sobre la pieza: “Habituado como estoy a la pintura, un material tan frágil y sutil, me atrae y es un deseo encontrarme con la firmeza y la solidez del acero. Es un reto la prueba de diseñar una obra con este elemento y llevarlo a mi mundo para convertirlo en tenue, etéreo. A la vez tiene la obra que competir en el espacio con el admirable deseo arquitectónico de niemeyer, tan rotundo y tan sólido”.
“Pope”, de Francis Bacon
Uno de los bloques más importantes de la colección de la Francis Bacon Foundation of the drawings donated to Cristiano Lovatelli Ravarino y que recupera una temática de los primeros años de la trayectoria del pintor, es el dedicado al retrato de Inocencio X (1650), de Velázquez (1599-1660), cuadro que Bacon creía uno de los mejores del mundo y que le obsesionó a través de fotografías, pues nunca quiso verlo en directo. Llegó a considerar que todos sus esfuerzos por reproducir de forma distorsionada la obra habían fracasado y, en mayo de 1966, confesó a David Sylvester que había abandonado este motivo.
Esa distorsión, que puede observarse en «Pope»: no es sino la acción de ciertas fuerzas invisibles sobre el cuerpo, resultado del tiempo condensado que sucede a una catástrofe.