A ver a quién, Floro o Carmen, se le queda la cara como las vacas cuando ven pasar un tren tras la noche electoral. Porque en ambos bandos, socialistas y foristas, dan casi por hecho que la vara de la alcaldía está casi decidida
Bajan mansas las aguas prelectorales esta semana. Tras el furor primerizo del Fevemocho y la sentencia del Plan de Movilidad, el ciudadano casi hasta agradece un poco de respiro entre susto y susto, un poco de sosiego que permita coger aire antes de ese Angliru político que suponen unos comicios. O, lo que viene a ser lo mismo: que vamos a quedar fartucos de las babayaes de unos y otros, de otros y unos.
Más aún cuando, según parece, el equilibrio hacia izquierda o derecha se va a decidir por un puñado de votos. A ver a quién, Floro o Carmen, se le queda la cara como las vacas cuando ven pasar un tren tras la noche electoral. Porque en ambos bandos, socialistas y foristas, dan casi por hecho que la vara de la alcaldía está casi decidida, ambos alzan los brazos tras un final de etapa demasiados metros antes de la meta. La foto finish, el día 28 de mayo, dictará sentencia.
Cierto es que en la Casa del Pueblo son más optimistas. Monchu tiene previsto fagocitar el voto de izquierda, aprovechando el poco músculo mostrado por Podemos en los últimos tiempos y el desgaste electoral de Izquierda Unida con las polémicas decisiones de Aurelio. En los corillos de la sede de la Federación Socialista de Gijón apuestan en sus quinielas por alcanzar los doce ediles, a dos de la mayoría absoluta. Tras el ajusticiamiento de Ana sería todo un logro, un renacer tras el sacrificio a los dioses del censo electoral socialista. Casi, casi, como aquel España-Malta en el que había que meter una carrapotada de goles para clasificarnos para el europeo de Francia de 1984.
En los cuarteles de Foro, en la calle Begoña, existe la euforia contenida y el convencimiento de que cualquier tiempo pasado fue mejor y que el tirón de Carmen Moriyón tiene la fuerza suficiente como para volver a ser, como en 2015, el partido más votado. Puede que, incluso lográndolo, no sea suficiente. Si la izquierda suma 14 concejales, Moriyón se sentará en el banquillo de la oposición. Haría bien la exalcaldesa en no depositar toda su esperanza en la nostalgia. Los recuerdos, recuerdos son y el pasado no siempre suma tanto como creemos.
Y es que el voto en la derecha va a estar más repartido que en el otro lado del tapiz ideológico. El PP, pese a que hace más de diez años que no se come un colín electoral en Gijón, está a tiempo aún de subirse a la ola del efecto Feijóo y desde Madrid – pese a que Canga diga que el que elige es él- han apartado, elegantemente, a Pablo de la candidatura y mediante tecnología digital han designado a Ángela Pumariega como su nuevo unicornio blanco. Sí, han leído bien. Lo del sistema digital, o dedazo, es algo que dentro de los populares se estila mucho. La democracia interna ni está, ni se le espera. Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde, que diría el expresidente. Pero, al final, el que elige al candidato de Gijón es un señor de gafas que vive en Madrid y fala galego. Unas buenas primarias no son infalibles, pero posiblemente al Partido Popular gijonés le hubiera venido bien dejarse de índices y abonarse a las papeletas. En el PSOE, sin ir más lejos, no les ha salido mal el invento de la guillotina democrática. Fue caer la cabeza de Ana y desaparecer los densos nubarrones que parecían abocarlos a cuatro añitos en el infierno de la oposición.
Más a la derecha de los populares anda Vox, agazapado al calor del arrastre nacional, rezando porque el voto útil no haga acto de presencia. El resultado de Vox, como el de Ciudadanos hace cuatro años, será proporcional a la fuerza que mantengan desde Madrid, pero sin unas elecciones nacionales que impulsen las tendencias centralistas en las provincias. Curioso será verlos enfrentados en la campaña contra Carmen Moriyón, para la que pedían el voto públicamente en 2015. A ver cómo justifican ahora ante su electorado que la exalcaldesa no es la mejor candidata para la ciudad.
El resto de los partidos, según se desprende de las encuestas, estarán en un momento más complicado. Mientras en IU tienen una base suficiente para soñar con repetir ese edil que tanto rédito ha sacado a sus políticas – no recuerdo un edil con menos votos y más poder que Aurelio en este Ayuntamiento – Podemos seguro que sacará representación pero parece complicado que pueda mejorar su último resultado. El desgaste de los morados es generalizado, agotado el impulso del 15M y el deterioro de la marca Iglesias. De Ciudadanos, qué decir. Son los restos de un gigante pudriéndose al sol desde que Ayuso les clavase aquella estocada mortal en las anticipadas elecciones madrileñas. Personalmente lo siento por personas como Lolo Iñarra, futuro candidato naranja al Principado. Un paisano de los pies a la cabeza, un hombre honesto, sereno, de los que hacen falta en cualquier partido, en cualquier lugar del tablero. Pero como le diría el Cardenal Emilio Bocanegra al capitán Alatriste tras perdonar éste la vida al príncipe de Gales y al duque de Buckingham, “sois un cadáver que, por algún extraño azar, todavía se mantiene en pie”.
Estupendo artículo. La verdad es que en estas elecciones se presentan básicamente dos candidatos educados y creo también,dialogantes. Carmen y Floro. Floro y Carmen. Esperemos que el gobierno de cualquiera de los dos, saque a Xixón de este negro último período que empezó con la pandemia,siguió con Ana y acabó con Aurelio. Por favor, cordura y elegancia en estos días de mitines y sobretodo soluciones para la ciudad.