Asociaciones de Vecinos se concentran frente al Ayuntamiento para denunciar el nivel de polución de la zona oeste, en particular, y la planta de pirólisis que se planea llevar a cabo en El Musel
Están «hartos» de respirar aire contaminado y de que la concentración industrial en la zona oeste repercuta negativamente en la salubridad de sus barrios y su ciudad. Se han manifestado en repetidas ocasiones. Ayer fue una más: vecinos de Gijón se concentraron a las puertas del ayuntamiento para protestar por los graves problemas de polución que sufre la zona más occidental del concejo, una de las más contaminadas de España. Consideran que su hábitat está lleno de industrias contaminantes, hasta el punto de que el conflicto se haya convertido en una cuestión de supervivencia. Además del nivel general de contaminación, la planta de pirólisis que se planea instalar en El Musel continúa en el ojo del huracán. «No nos queda más remedio que insistir», se quejan.
Desde la Federación de Asociaciones Vecinales, órgano que aglutina a diferentes comunidades vecinales y que preside Manuel Cañete, siempre se ha insistido en que la planta de pirólisis de El Musel es una más que atenta contra el medioambiente y la salubridad de la zona. No obstante, el conglomerado vecinal matiza que no está en contra de la localización de empresas y proyectos, sino del modelo contaminante que encarnan algunos como este. Los vecinos de la zona oeste no se fían de la Administración, que les transmite que «mirará con lupa» a cualquier empresa que se postule a llevar a cabo su labor en el puerto de Gijón o en la zona oeste. Sin embargo, los resultados no llegan. «Cada vez vemos más porquería en una zona de por sí contaminada», argumentan.
El Ejecutivo, a la espera de informes
La implantación de la planta de pirólisis es un proyecto que, aunque de forma lenta, sigue adelante. El pasado 6 de marzo, el vicepresidente del Principado y consejero de Medio Ambiente, Juan Cofiño, en una comparecencia ante la Comisión de Medio Ambiente de la Junta General del Principado, señaló que la ralentización en la implantación de la planta de reciclado de plásticos mediante pirólisis se debía al requerimiento a Preco (Proyectos de Economía Circular Gijón), la sociedad promotora, de distintos estudios sobre dispersión de contaminantes y niveles de ruido. Además, la propia compañía había solicitado posponer plazos de ejecución con el objetivo de «proveer mejor el proyecto«. También se había postergado la implantación a causa de «otros aspectos de financiación» argumentados por la misma Preco.
Desde el punto de vista vecinal, los informes que recibirá el Ejecutivo están lejos de disuadir la implantación del ecosistema. Se basan en los precedentes. Uno de los vecinos que ayer participó en la concentración es José Luis Rodríguez Peón, de Jove. «Cada vez lo vemos más negro… Los primeros que aplaudiríamos que los requisitos para desempeñarse en El Musel no acarreasen un mayor nivel de contaminación somos nosotros, pero llevamos muchos años alzando la voz y no avanzamos», describe.
En el otro lado de la balanza, Cofiño también ha reiterado con anterioridad que el proyecto de Preco es de reciclado químico. En total, 200.000 toneladas de plásticos al año producirían 150.000 de aceite de pirólisis y 9.500 de residuo sólido y gas de síntesis que se emplearían en la planta como combustible. En este sentido, el consejero ya ha descartado que el proceso de reciclado supusiese cierta «incineración». Y es que una de las críticas a la planta se basa en que, aunque no haya combustión directa, sus detractores consideran que se somete a un proceso térmico a muchos tipos diferentes de plástico que acaban por producir gases nocivos para la salud de la ciudad y las personas. José Luis Rodríguez Peón lo resume de la siguiente forma: «Tal vez, lavarle las ruedas a un camión, para la Administración sea terminar con el problema, pero no es así. Tampoco se reconocen los niveles exagerados de contaminación que padece la zona oeste». Para los vecinos, una de las claves de la situación radica, precisamente, en el papel «vigilante» de la Administración. «La industria hace lo que la dejen hacer», advierten, y contraponen este hecho a la labor incumplida del Gobierno de preservar la calidad del aire. «No es un capricho«, comenta Rodríguez Peón. «Mi familia y yo respiramos porquería porque existe un ente que no está cumpliendo con su trabajo», zanja.
A pesar de que no se sienten escuchados, los vecinos continuarán manifestando su opinión y apostando por un Gijón más limpio que no ponga en riesgo la salud de sus habitantes. En el centro de la diana continúa la planta de pirólisis. «Para nosotros, sería la puntilla al grave problema de contaminación que padecemos en la zona oeste», avisan. Aun así, no arrojan la toalla: «Todo va a depender de la capacidad que tengamos en la calle».