Yolanda González Huergo demostró que la ideología no está reñida jamás con el diálogo o el sosiego no significa inmovilismo
El último pleno del Ayuntamiento de Xixón se escuchó el silencio del trabajo, de los principios, de los valores, de la ideología a través de un merecidísimo minuto para recordar a una persona sembradora de “grana”. Semillas de sonrisas, de miradas optimistas hacia la vida. Semillas de buena gente. Grana, asociación que la honra, condensa, en cinco letras, su legado.
Yolanda González Huergo demostró que la ideología no está reñida jamás con el diálogo o el sosiego no significa inmovilismo. Para alguien que entiende la política alejada del dicho “el que resiste gana”, sino más cercano a que la victoria proviene de la claridad de ideas sin cambiar de principios y valores en función del momento, Yolanda Huergo ha sido, y sigue siendo para mí, un referente en la acción política de nuestra ciudad por los muchos valores dejados allá por donde fuera. Su manera de entender la lucha sin estridencias, la honradez sin tapujos, la verdad como principio, dentro de las miles verdades existentes, hizo que, desde los primeros momentos en la corporación municipal, sintiese un profundo respeto hacia una de las personas cuya pérdida ha sido, además del vacío dejado a amistades y familia, tremendamente negativa para su partido y para Xixón.
La oposición debe ser esa voz de las minorías, vigilante de la acción de gobierno y proponente de ideas para mejorar la ciudad. Yoli realizaba de manera maravillosa tal labor encomendada por las urnas. Dentro de los poderes, tácitos o no tácitos, de los partidos políticos, equilibrar los deseos, de partes y partes, para llevarlos a una corporación intentado llegar a acuerdos con quien se sienta en frente, es muy complicado, tremendamente difícil en un mundo polarizado, en una política polarizada, donde, a veces, la confrontación camufla las carencias o los conflictos esconden las lagunas. Yolanda Huergo difería de la polarización, buscaba constantemente puentes, lugares de apoyo con la finalidad de construir.
No me imagino a Yolanda cambiar de lugar en lugar, tener puñales guardados en la espalda, esperando otra ola para subirse, pues su manera de ver la vida, su manera de entender la fidelidad al pensamiento y a las personas, le hacía caminar de frente, sin perseguir puestos sino actuaciones, con la finalidad de la consecución de unos objetivos definidos: el trabajo para la gente, para la ciudadanía, para lograr un mundo mejor. Yoli estaba alejada de la imagen de un corcho en medio del mar, sino más asociada a la imagen de un barco intentando llegar a buen puerto, recogiendo gente y buscando rutas que faciliten el navegar. Eso, que debe ser base de la política, lo enseñaba en cada una de las sonrisas, en cada uno de los momentos del pleno que, cogiendo esa hoja repleta de ideología, con correcciones en letra pequeña (un perfecto reflejo de lo que era), hablaba al resto de los y las presentes para mostrar su mirada con el respeto y la claridad que da la honradez. Antes, previamente, trabajo y trabajo, conversaciones y conversaciones, diálogo y diálogo. Antes, previamente, política.
Su pérdida ha sido tremendamente negativa para su partido, y se ha visto en el devenir del mismo. Ella, referente claro de la organización asturiana, Podemos, dejó, con su marcha, un vacío insustituible en una cuchillería que ha terminado explosionando y disgregándose como si no hubiera un fin tras la marcha de personas básicas en la historia del partido en nuestra Comunidad Autónoma. Podemos se descabeza, pero no como una visión física ni metafórica, sino como una visión ideológica. Nada tiene que ver el Podemos Asturias de ayer con el de hoy. ¿De qué ha servido el esfuerzo de esos años pasados?, ¿de qué ha servido esa manera de mirar el mundo? Durante los primeros pasos infantiles, titubeantes, cambiaron algunos caminos, y su entrada en los parlamentos, hizo mirar la realidad de otra manera, enriqueciendo la diversidad política. Pero también cometieron errores, graves errores. Solamente, quedándonos en el ámbito municipal, su apoyo a partidos de origen casquiano, dejó en bandeja el ayuntamiento de nuestra ciudad a la derecha, paralizante y paralizada, o, en Oviedo, parecer hacer oposición y no gobierno. Estas decisiones la hemos sufrido, nosotros como ciudadanos y ellos como partido. Sin duda que hoy, con personas en la organización como Lorena Gil o Yolanda Huergo, luchadoras, de principios, valores y capacidad, el Podemos que acudiría a las urnas en próximas semanas, no se parecería al que vemos en las páginas de la prensa regional y local, pareciendo un mercadeo de puestos y no de trabajo.
Haber estado poco tiempo en la corporación de nuestra ciudad, también fue negativo para Xixón. Creo en las personas constructoras de puentes, con límites establecidos por el conjunto de ideas, valores, con poso humano y político para apuntalar pilares y traviesas de manera conjunta, con capacidad de escucha y de diálogo. Pienso que es la manera de conseguir avanzar, cediendo o convenciendo para construir un todo. No quiero ocultar que, en múltiples ocasiones, en política y en la vida, es imposible llegar a acuerdos. Las líneas, aunque cercanas, pueden no llegar jamás a confluir, siendo el momento de decidir. Es entonces cuando la responsabilidad, otorgada por el voto, recae en el gobernante, debiendo asumir la decisión sobre el camino a tomar. Decidir también es política, y eso lo comprendía Yolanda, respetando y esperando los resultados ante las actuaciones realizadas. Acuerdos, decisión, oposición y gobierno. Toda persona que, como Yoli, sea arquitecta de caminos a través de las palabras será siempre positiva para cualquier ciudad. La política es el arte de la palabra, sin ella, sin poder hablar y escuchar, será imposible construir, hacer, modificar, crecer.
Parece mentira que, sin la palabra, solo con el silencio, se haya honrado la política. Gracias por tanto.