El Telecable ha levantado seis copas de Europa, seis entorchados soñados por muchos de los equipos de nuestra región, más mediáticos, con más seguidores y seguidoras, con más poder de convocatoria
Hace unos días, en una charla, ante alumnado de un centro educativo, pregunté a las jugadoras del Club Balonmano La Calzada, medalla de plata de la ciudad, campeonas de la Copa y de la Mini Copa de la Reina, si me podían decir algún referente femenino que las hubiera impulsado, en la infancia, a realizar su deporte, a superar las metas que perseguían, a buscar sueños. La respuesta fue el silencio. Silencio por parte de unas de las mejores deportistas de nuestra ciudad, pues La Calzada ha marcado hitos históricos para Xixón, además de la gran labor social llevada a cabo durante años.
Las mujeres, en la actualidad copando los éxitos deportivos en Gijón, como ocurre en toda España, han tenido que subir escalones de grandeza sin apenas referentes, sin apenas modelos a seguir, siendo muy difícil para las niñas de ayer haber tenido personas de su mismo sexo inspiradoras para lograr sus objetivos. Michel Jordan, Raúl, Dujshebaev… y un largo elenco de hombres copaba históricamente los espacios de todos y de todas, generando ídolos o lugares a los que mirar por parte de la población masculina, algo fundamental si queremos favorecer la construcción de metas a alcanzar, caminos a seguir. Las niñas, por el contrario, debieron buscar en esos mismos deportistas, hombres, las guías para su práctica deportiva, pues no podían ver mujer alguna realizando aquello que les apasionaba, no podían identificarse con deportistas de su mismo sexo porque las hicieron invisibles, no estaban.
La presencia del deporte femenino en los medios de comunicación, hace unos años, era prácticamente inexistente. Solo recuerdo a Arancha Sánchez Vicario, Amaya Valdemoro o Blanca Fernández Ochoa tener un seguimiento mediático “acorde” a sus éxitos. Estamos hablando de la número uno de la WTA, de la ganadora de tres anillos de la WNBA y de la primera medallista olímpica femenina, es decir, nos estamos refiriendo a tres de las mejores deportistas de la historia española. Poniéndolo en contexto de lo conseguido, tan solo seis tenistas nacionales pudieron llegar a la cumbre del tenis mundial, Gasol ganó dos anillos NBA, Queralt fue, de las cinco conseguidas por deportistas españoles y españolas, nuestra última medalla olímpica en deportes de invierno. Es decir, las tres mujeres citadas anteriormente debieron llegar a semejante cumbre, hace unos años, para tener su tiempo “prestado” en los medios, siempre inferior a los hombres. Eso, que parece baladí, no lo es tanto, pues si no se te ve, no existes.
Las niñas de hace unos años, hoy mujeres, nos dan éxitos soñados por equipos masculinos de la Comunidad Autónoma, y lo han conseguido superando muchas barreras. La ausencia de referentes, citado anteriormente, no tener figuras inspiracionales, es un elemento altamente negativo para el desarrollo de la personalidad y la consecución de metas. No poder visualizar aquello que se quiere conseguir, no poder sentirse identificada con deportista, investigadora, científica… desincentiva y condiciona las posibilidades de futuro de las jóvenes. La segunda de las barreras superadas fue el estigma en donde el deporte, y sobre todo algunos de ellos, eran cosa de hombres, impidiendo el acceso natural a la práctica deportiva de disciplinas masculinizadas y fomentando el sesgo de género.
Algo ha cambiado, mucho nos falta, pero se ha avanzado. Gran parte de ese caminar, de esos pasos hacia adelante, están siendo recorridos por la base de antaño, deportistas de época, y el hoy presente a nuestro lado, con las deportistas gijonesas y asturianas contemporáneas, personas, vecinas, como Sara Lolo, Natasha Lee, Marizza Faria, Rocío Gamonal, Sheila Posada, Aida Nuño… Gracias a ellas, gracias a su esfuerzo y dedicación, gracias a su lucha, las deportistas exitosas del mañana, aquellas que están en los patios de los colegios, tienen referentes cercanos, pegados al territorio asturiano, que les gritan que todo es posible, que los éxitos no solo son cosa de hombres, que tienen personas, mujeres, a las que mirar para construir su personalidad y perseguir sus metas, que la sociedad cambia, lentamente, demasiado lentamente, pero ahí están, cada una de ellas, laureadas o no, dando porrazos a las puertas ya abiertas por el trabajo y la lucha en pro de la igualdad en todos los ámbitos, también en la práctica deportiva. Es esa lucha incesante la que conseguirá eliminar la injustica social en la que vivimos, pues toda sociedad desigual no se puede considerar justa.
El Telecable ha levantado seis copas de Europa, seis entorchados soñados por muchos de los equipos de nuestra región, más mediáticos, con más seguidores y seguidoras, con más poder de convocatoria. Sin embargo, seis campeonatos continentales siguen teniendo un espacio no acorde a lo logrado. Para hacernos una idea de las diferencias existentes, podemos mirar los medios impresos de este fin de semana, nos daremos cuenta del lugar dado a un campeonato femenino de tal enjundia. Sin embargo, alejadas de lugares y espacios en la prensa o en la televisión, ellas siguen como en 2007, el año donde tuve la suerte de conocerlas. En Cangas de Onís, también en otro colegio, asistieron al centro tras la conquista de su primer campeonato internacional, ese bajo el nombre del patrocinador, Biesca. El equipo, en donde estaba una jovencísima Natasha Lee, se puso los patines para practicar junto a los y las peques con ilusión contagiosa, con cercanía, con risas durante esa hora y media rodando por la pista canguesa. Al finalizar, antes de regresar a Gijón, empaparon de frescura, bromas, anécdotas la radio del centro educativo, mostrando una gran naturalidad dentro de un logro que marcó un antes y un después en el hockey en nuestra región. Ayer, al bajar el equipo a la plaza del ayuntamiento, pude mirar la manera de disfrutar de Natasha Lee, percibí el mismo amor al deporte, la misma alegría de hace ya quince años, la misma actitud que ayudará a construir referentes, la misma pasión que servirá de modelo para esas niñas que hoy las miran con orgullo de ciudad. Gracias a ellas, al Balonmano La Calzada, a Sheila, a Rocío…las niñas de hoy, mujeres de mañana, tendrán una mujer a la que mirar, a la que querer parecerse, a la que imitar.