«‘Pepito’ Riera, Emilio Aldecoa, Adauto Iglesias, David Villa… Muchos han sido los futbolistas de nuestra tierra que se buscaron un futuro en el mundo del deporte lejos de ella»
Muchos han sido los futbolistas de nuestra tierra que se buscaron un futuro en el mundo del deporte lejos de ella. El primero en hacerlo, el primer futbolista profesional asturiano, fue José Antonio de la Riera Acebal, ‘Pepito Riera‘, nacido en Gijón en 1890 y hermano de uno de los fundadores del Sporting, Corsino de la Riera. Jugó en el Sporting y a partir de 1920 “hizo las Américas” en el Fortuna de La Habana, el Asturias de México y el Club Inglés Rovers de Guatemala.
Tras él, la lista es larga y muchos han sido los futbolistas relaciones nuestra tierra que han tenido una carrera futbolística en países lejanos. Uno de ellos fue uno de los llamados ‘niños de la guerra’. Emilio Aldecoa Gómez llegó a Inglaterra como refugiado de la Guerra Civil en 1937, cuando contaba con quince años de edad. Al llegar a los dieciocho se empleó como mecánico en la English Electric Company de Stafford, donde jugaba en el equipo de la empresa, destacando hasta tal punto que fue fichado por el Wolverhampton Wanderers. Allí jugó dos cursos, de 1943 a 1945, para después irse en el Coventry City (1945-1947). Regresó a España y se alineó en el Athlétic de Bilbao (1947-49), donde vistió su única camiseta internacional con la selección española, fue en un amistoso contra Irlanda. Pasó al Valladolid (1949-50) y después Barcelona (1950-53), donde ganó dos Ligas y tres Copas. Jugó en el Sporting, en Primera División, en la temporada 1953-54 en la que, desgraciadamente, se perdió la categoría. En Gijón colgó las botas y, de regreso a Cataluña, comenzó una larga carrera como entrenador en las filas del Hércules de Hospitalet.
Otros, como Ángel Tamargo, rechazaron vivir experiencias en el extranjero. El gran centrocampista que jugó en el Sporting, Deportivo de La Coruña, Real Madrid, Oviedo y nuevamente Sporting para cerrar su carrera profesional, dijo no a una importante oferta del conjunto argentino San Lorenzo de Almagro porque “ya tenía suficientes perres”. Y se quedó jugando en el equipo de su barrio, el Cimadevilla. Quien sí aceptó el reto de la aventura en tierras lejanas fue Adauto. Que Juan Carlos Ablanedo es el mejor portero de la historia del Sporting, con permiso de otro grande, Jesús Castro, es algo poco discutido. A Ablanedo su genes de guardameta le vienen de ese enorme futbolista, su tío materno: Adauto Iglesias. Adauto comenzó a jugar al fútbol en su Mieres natal, en el equipo de su colegio, La Salle.. A los trece años, en 1941, fichó por el filial del Caudal, el Unión de Mieres, en su categoría infantil y con catorce debutó con el primer equipo con la ficha falsificada (la edad mínima eran dieciséis) y un montón de jerséis para parecer más corpulento y una gorra de visera para simular su cara de niño.
En el Caudal jugó hasta los dieciocho años (reales) y a esa edad ya manejaba ofertas de cuatro equipos: Sporting, Oviedo, Atleti y Real Madrid. Aceptó la oferta del conjunto merengue, que le vino a buscar en taxi a Mieres para llevárselo a Madrid y, cuestión determinante, le adelantaba la ficha antes incluso de firmar el contrato. Tras un año en el filial, el Plus Ultra, pasó a la primera plantilla. Jugó con Molowny, Pahiño, Miguel Muñoz, etc. En total permaneció seis temporadas en el club madridista. Después jugó en el Celta de Vigo, para disputar sus dos últimas temporadas con el Langreo. Con treinta y dos años iba a fichar por el equipo de sus amores de su infancia, el Sporting, cuando le surgió una oferta millonaria en el exótico, al menos entonces, fútbol australiano y para allá se fue en 1960. Jugó en el Appia F.C. de Sidney y en el Emerton, se nacionalizó australiano y, como con España solo había jugado con la selección B, llegó a ser internacional absoluto con la selección de ese país en una ocasión, aunque fue convocado para tres encuentros, estando dos veces en el banquillo como guardameta suplente. Adauto estaba orgulloso de haber jugado en el Real Madrid, pero siempre confesó que, amando a ambos, su equipo por encima de todos era el Sporting, aunque nunca llegara a jugar en él. Falleció en 1991 con el orgullo de saber que dos de sus sobrinos llegaron a vestir la camiseta rojiblanca y uno de ellos, de portero y llegó a ser internacional absoluto por España. Algo de lo que él se quedó a un paso.
Hubo otros casos tan sorprendentes como el del que fuera defensa sportinguista Lafuente, que fue compañero de Pelé en el Cosmos neoyorkino, equipo en el que muchos años más tarde jugaría otro ex de nuestro club, el tinerfeño Ayoze. Vino cedido por el Real Madrid, pero sus constantes lesiones le lastraron. El club merengue tenía previsto cederlo al Racing, el equipo de su tierra, pero la amistad y la confianza que le dio Carriega hizo que al final se decantara por Gijón. Un par de años después acabó fichando por los santanderinos. Y de ahí a Nueva York, donde se afincó definitivamente. Ya llevaba unos meses retirado, y trabajando en una agencia de viajes, cuando recibió una oferta del Cosmos y la aceptó. Jugó en el equipo neoyorquino un año, la temporada 1975-76, teniendo como compañero al mejor futbolista de la historia, con permiso de Maradona, Pelé. La megaestrella David Villa, máximo goleador en la historia de la selección española, Pablo Álvarez o Nacho Novo fueron los otros ex de nuestro club que tuvieron presencia en el fútbol profesional norteamericano.
Pero si hubo un equipo extranjero con vinculación con Gijón y el Sporting, es el Girondins de Burdeos. En ese club jugaron, a finales de los años treinta, los ex sportinguistas Celestino Costales, ‘Tinín’ y Pablo Rodríguez, ‘Roxín’, ambos exiliados en Francia donde se establecieron en Brudeos de por vida. Allí también fijó su residencia hasta su fallecimiento el que fuera portero del Sporting Isidro Menéndez. Años más tarde, un gijonés que jugaba en el Pelayo, José Manuel Cancio Riestra, conocido futbolísticamente como Pepín Cancio, a principios de los años sesenta del pasado siglo, fichó por el Girondins de Burdeos, aunque no llegó a jugar partido oficial alguno, puesto que durante la pretemporada fue cedido al Libourne, de la tercera categoría del fútbol francés. Después de una temporada regresó a Gijón, estuvo un año en el Camocha y dos temporadas en el Atlético Baleares, en la Segunda División, antes de regresar a su ciudad para colgar las botas en las filas del Gijón Industrial. Y el cuarto en hacerlo fue el avilesino, nacido de forma “casual” en Peñaflor, en la provincia de Sevilla, Alfredo Megido, que fue cedido por el Betis al conjunto francés en la temporada 1977-78.