Libreros, autores y lectores asisten a la inauguración de la séptima edición de esta cita literaria convencidos de su buen resultado, atraídos por la ampliada oferta y seducidos por el papel clave del público más joven
Quienes secunden con convicción la idea de que, como dijo el sabio, la muerte de la cultura hace de antesala a la decadencia de la sociedad pueden respirar tranquilos. Apenas dos horas después de su apertura al público, la VII Feria del Libro de Gijón (FeLiX) ha iniciado su andadura arropada por igual por libreros, literatos y lectores, convencidos todos de que la edición de este año, plenamente consolidada y ampliada en cuanto a la oferta de propuestas, será todo un éxito. Al menos, si el buen tiempo acompaña; por lo demás, la voluntad y el interés son patentes en esos tres colectivos, y han bastado unos pocos minutos con las casetas abiertas para contemplar el primer, aún tímido pero ya resuelto flujo de visitantes.
Desplegados, como dicta la tradición, a lo largo del paseo de Begoña y de la calle Tomás y Valiente, los setenta puntos de venta superan con creces los casi sesenta instalados el año pasado. Literatura de fantasía y ficción, ‘novela negra’, clásicos y novedades del cómic, obras infantiles… A primera vista, puede parecer una oferta análoga a la de ediciones previas, pero su poder de seducción sobre los amantes de la, palabra escrita no flaquea. De hecho, y si los augurios se revelan ciertos, al contrario. «Tiene pinta de que va a ser un muy buen año, si la lluvia no nos hace una faena», auguraba, poco después de las once de esta mañana, Samuel Castro, representante de Ediciones Trabe. Veterano de este evento, esas buenas expectativas parte de su convicción, cimentada en hechos, de que «la de Gijón es la mejor feria literaria que tenemos por aquí. Está bien organizada, el trato es bueno, la gente responde… Nos va a ir bien, estoy seguro; sobre todo, el fin de semana».
Un criterio parecido, en su caso basado en testimonios ajenos, es el de Pablo Solares, parapetado tras el mostrador de Ediciones Camelot, que se estrena en esta cita. «Lo que otros libreros dicen es que, aunque tenga sólo siete años, esta feria está muy consolidada, y que funciona bien», compartía más o menos a la misma hora, y tan esperanzado como Castro. A pocos metros de su caseta, bajo el sol de justicia, la ovetense Elena Blanco pasaba las páginas de un par de volúmenes, dudando entre uno y otro, aunque segura de que alguno, o ambos, acabarán cayendo en sus manos. «Es raro, no sé la razón, pero en esta feria algo te incita a comprar», reía, entre divertida y nerviosa. «Quizá sea el sol, lo bonito del lugar, lo agradables que son todos, pero es un entorno nada hostil, sin presiones. Puede consultar los libros a gusto, y eso anima a comprar. No es algo que pase en todos los sitios».
Con más de noventa autores confirmados, y 77 actividades diversas programadas desde hoy hasta el domingo, día de clausura, no cabe duda de que el Ayuntamiento, la Fundación Municipal de Cultura y, en último término, los organizadores de esta feria han echado la casa por la ventana, en todos los sentidos. Y sobre eso se ha pronunciado la alcaldesa en funciones, Ana González, durante el corte de la cinta inaugural del evento literario. Acompañada por el director del mismo, Jaime Priede; por el de la Fundación, Miguel Barrero, y por el concejal de Cultura, Manuel Ángel Vallina, la regidora ha admitido que «para mí, que haya una feria del libro, y cada año mejor en calidad y en cantidad, con una importante participación de la ciudadanía y una amplia venta, es uno de los hechos más bonitos y que más me gustan». Y es que para ella es de destacar «la capacidad de traer a Gijón las novedades editoriales más significativas e importantes del último año», lo que refuerza su creencia en que «pocas cosas hay para todos los gustos como la literatura; soy de las que sigue pensando que todo está en los libros».
Por supuesto, y recurriendo al manido dicho popular, hay un libro adecuado para cada circunstancia, cada colectivo, cada lector. Y en esta edición juegan un rol especialmente destacado aquellos más jóvenes, a los que se ha querido dedicar, por primera vez, una particular relevancia y un espacio propio. Semejante iniciativa, concebida para saldar una cuenta pendiente con los lectores adolescentes, es, a juicio de González, una batalla ganada más en la lucha por «romper esa falacia de que la gente joven no lee. Al contrario; los jóvenes leen más que los que somos mayores». Su opinión ha sido refrendada por Jaime Priede, decidido a que esta séptima FeLiX sea «una fiesta de distensión y tranquilidad, donde pasarlo bien y disfrutar de la cultura, pero en la que tome protagonismo la juventud, y en la que todo tipo de público encuentre algo interesante».
Lo cierto es que, a pocas horas de la apertura de las casetas, y antes incluso de ese acto oficial de inauguración, ocurrido a las doce, ese interés juvenil ya encontró a sus embajadoras más madrugadoras. Porque sentadas desde las once de esta mañana en la calle Tomás y Valiente, a menos de medio metro de la puerta del Antiguo Instituto Jovellanos, Cristina Lorente y Lia Martínez, ambas gijonesas y de diecisiete años, aguardan pacientemente el inicio allí de la mesa redonda ‘El corazón del New Adult’, que reunirá a las escritoras Alice Kellen y Andrea Longarela… A las siete de la tarde. «Quisimos venir temprano porque, cuando Kellen estuvo en Oviedo el mes pasado, hubo quienes empezaron a hacer cola a las diez de la mañana», confesaban, abrazadas a sus obras favoritas de las que son dos de sus autoras predilectas. Y si bien ambas coinciden en su devoción por ‘El faro de los amores dormidos’, de Logarela, en el caso de Kellen el gusto de Lorente por ‘El mapa de los anhelos’ compite con el de su amiga por ‘El día que dejó de nevar en Alaska’. Y es que en sus círculos, al igual que en las redes sociales, «todo el mundo nos las recomendaba, porque son fáciles de leer, y nos encantan; ojalá tengamos oportunidad de hablar con ellas».
El programa completo de autores, actividades y puestos puede consultarse aquí.