El centro gijonés ha conseguido con su ‘Proyecto Arcoiris’, premiado por XEGA, convertir el mayor instituto de Asturias en un espacio seguro para alumnos y profesores de cualquier orientación sexual
Hoy por hoy es innegable que cierta dosis de preocupación, incluso de abierto temor, se ha instaurado en la comunidad LGTBI. Sea cierto o no, muchos de sus integrantes llevan algunos años detectando un incremento de las conductas discriminatorias; incluso, y he aquí lo más inquietante, entre los estratos más jóvenes de la sociedad. Es por ello que cada vez más organismos buscan blindarse frente a semejante tónica, convirtiéndose en espacios seguros para todos, con independencia de sus preferencias sexuales. Por esa razón, a comienzos de este curso académico que está a punto de finalizar se puso en marcha en el IES Número Uno de Gijón el ‘Proyecto Arcoiris‘, una iniciativa pionera en Asturias para fomentar la tolerancia y, al tiempo, combatir la intolerancia dentro de las aulas. Y los resultados han sido asombrosos. Tanto, que la Asociación Xente LGTBI+ de Asturias (XEGA) ha concedido al que es el mayor instituto del Principado su Premio Triángulo Rosa, mientras otros centros educativos asturianos ya diseñan sus propios planes análogos.
Nacido en el seno del ciclo de Promoción de Igualdad de Género, tras esta revolucionaria propuesta se hallan Nuria Saavedra y Cristina Álvarez, ambas profesoras y, en el caso de la primera, coordinadora del proyecto. «Se nos ocurrió como una forma de dar respuesta en el instituto a esa situación de retroceso que se vive en el ámbito LGTBI», rememora Saavedra. La necesidad era plenamente real; con casi 2.500 estudiantes matriculados en sus distintos cursos, entre ellos no escasean ciertos prejuicios y estereotipos negativos hacia todos aquellos que se alejan del perfil heterosexual. Una cuestión seria, desde luego, pero más aún si se tiene en cuenta que aproximadamente un 10% del alumnado, amén de parte del profesorado, pertenece al colectivo LGTBI. «Siempre es interesante acudir a la educación para formar en valores, trabajar directamente con los jóvenes y, al mismo tiempo, con los docentes. Es la forma de remediarlo».
Así las cosas, a primeros de curso tanto Saavedra como Álvarez plantearon a la dirección del IES la posibilidad de instaurar el plan de acción contra la discriminación, ya bautizado ‘Proyecto Arcoiris’. «Nos dieron su apoyo incondicional, a todos los niveles; eso ha sido crucial», acota Álvarez. Con ese respaldo, comenzaron a trabar contacto con alumnos de los ciclos de Promoción de Igualdad de Género, y de Educación Infantil, buscando apoyos entre ellos y, al mismo tiempo, profundizando en la estructura, acciones y objetivos concretos de la iniciativa. La misma trabajaría en tres frentes: profesores, estudiantes y, en la medida de lo posible, familias. De ellos, el primero sirvió de pistoletazo de salida; los docentes del instituto gijonés, junto con los de otros centros de la región, asistieron a un curso específico de 48 horas en el Centro del Profesorado y Recursos (CPR) de Gijón, donde se les formó en cuestiones como el reconocimiento de las distintas identidades sexuales, la detección de conductas ‘LGTBIfóbicas’, el concepto de la intersexualidad…
Así, una vez armado y preparado el profesorado, llegó el momento de trabajar con los jóvenes. En ese aspecto, el ‘Proyecto Arcoiris’ estableció como principal acción, y verdadero mascarón de proa, un ‘Punto de encuentro’, un espacio totalmente anónimo y seguro al que poder acudir para buscar información, proponer iniciativas, ofrecerse como voluntario o, en el peor de los casos, alertar de la existencia de alguna conducta discriminatoria. Al mismo tiempo se sucedieron las actuaciones divulgativas en redes sociales, por medio de soportes físicos y a través de charlas y talleres. Incluso la Unión General de Trabajadores (UGT) reclamó a los participantes en dos ocasiones, para que diesen a conocer el plan entre sus afiliados. En total, en estos meses una decena de estudiantes han participado activamente en las propuestas, pero han sido cerca de doscientos los que han contactado con alguna de las ramas del proyecto.
«Mucha gente conecta con nosotros», reconoce, orgullosa, Saavedra, si bien el hecho de que el grueso de las acciones se concentrase por las tardes resultó disuasorio a algunos alumnos. Los de ESO y Bachiller, por ejemplo, «en un principio se ofrecieron a participar, pero luego, como sus clases son por las mañanas, no continuó ninguno». Esa es, de hecho, una de las tareas pendientes para el curso que viene: mejorar la conexión con los más jóvenes del IES. Algo, no obstante, difícil, a la vista de que «disponemos de poco tiempo para ello; sólo algunas de las horas que pasamos de guardia».
«Hay padres de niños LGTBI que nos han llamado porque querían matricular a sus hijos aquí, y para saber si este instituto es seguro», afirma la profesora Nuria Saavedra
En el tintero está también ahondar en el tercero de los frentes: el de las familias. De nuevo, ha sido la escasez de tiempo y recursos la razón por la que apenas se ha podido intervenir en él, si bien, como matiza Saavedra, «sí que hemos recibido contactos, llamadas de padres y madres que se planteaban matricular a sus hijos en el Número Uno pero que, antes, querían saber si, siendo parte del colectivo LGTBI, estarían seguros aquí». En una línea paralela, aunque convergente en ciertos punto, estaría el trabajo entre los servicios del centro y la Administración, otra labor que tendrá que ser potenciada en próximas activaciones del ‘Proyecto Arcoiris’ «para hacer algo más formal».
A la espera de que a lo largo del curso que viene, durante el que se ha confirmado que continuará esta idea, se pulan los detalles por perfilar y se implementen algunas de esas cuestiones, por ahora la sensación general es de absoluta satisfacción. Sobre todo, tras ser conocedores en el IES del premio concedido por XEGA, un reconocimiento «muy importante para nosotros, siendo como es su primer año; primero, porque demuestra hasta qué punto el instituto ha dado su apoyo, y segundo, porque el alumnado participante ve premiado su esfuerzo». El mensaje ha calado tanto que, hasta donde Saavedra y Álvarez saben, otros dos centros asturianos van a tratar de poner en marcha iniciativas similares. Quizá esa posible difusión sea el mayor foco de alegría y esperanza para ambas docentes, ya que «son muy necesarios estos espacios seguros. Mientras no exista una ley autonómica en defensa del colectivo LGTBI, son de lo más eficaz para evitar conductas intolerantes».
Esa creencia dista mucho de ser una exageración, o el fruto de un análisis demasiado dramático de la situación actual. Año a año, curso a curso, estas dos profesoras constatan cómo, después de décadas de avances, vuelve a vivirse una cierta involución en lo que al respeto a los enfoques sexuales se refiere. «Los niños que cursan sexto de Primaria tienen un conocimiento de la diversidad mucho más amplio del que teníamos nosotros, son abiertos, asumen como algo natural esas variaciones… Pero, al entrar en la adolescencia, la cosa cambia; nos encontramos conductas machistas que sorprenden al propio profesorado», teoriza Álvarez. Identificar una causa no es tarea fácil. «Quizá se deba a lo que ven de TikTok o en YouTube, o a cierta influencia de las familias, pero es probable que haya algo de fondo que todavía no somos capaces de ver», añade. Y, aunque tímidamente, su experiencia previa la lleva a creer que podría existir cierta organización a la hora de difundir determinadas ideas entre los jóvenes. «Antes de venir aquí estuve trabajando en un centro que, de la noche a la mañana, se llenó de esvásticas. ¿Fue por casualidad? No lo creo».
Una vez más, y como ante tantos otros problemas y disyuntivas de la vida, la solución podría pasar por la educación, algo con lo que Saavedra y Álvarez, todo el equipo directivo y docente del Número Uno y, más importante aún, el grueso del alumnado están comprometidos. Parala primera de ambas profesoras, «aunque estamos viviendo un retroceso clarísimo, y la comunidad LGTBI vuelve a tener miedo, el gran número de personas que se acercaron al proyecto demuestra algo positivo, y tenemos que profundizar en eso». Todo ello, en suma, condicionado por el contexto general, muy marcado por la reciente incorporación de la extrema derecha a no pocos ejecutivos autonómicos y municipales; el de Gijón, entre ellos. «Hemos hecho el recorrido de salir de los armarios, pero ahora estamos volviendo sobre nuestros pasos, y cometemos el error de dar por echo que lo conseguido hasta la fecha es inamovible», alerta Saavedra. En ese sentido, «el centro educativo es un reflejo de lo que pasa en la sociedad».