Vecinos de la calle Río Eo exigen al Ayuntamiento que tome medidas para acondicionar cierta parcela privada en estado de abandono, cuyo propietario se niega a adecuar
Quien más y quien menos ha tenido que padecer la molestia del clásico vecino descuidado que, por puro despiste y sin maldad de fondo, olvida depositar la basura en los cubos de la comunidad, recoger las deposiciones de su mascota de un descansillo o arrojar el polvo barrido a la papelera, y no hacia una zona común. Sin embargo, lo que los vecinos de la intersección entre las calles Río Eo y San Nicolás, en pleno corazón de Pumarín, llevan años padeciendo trasciende con mucho esas relativas pequeñeces. Y es que cierto solar anexo al bloque 72, de titularidad privada, luce en estado de franco abandono, dominado por la maleza, repleto de desperdicios y convertido en una suerte de ecosistema urbano para especies animales poco deseables. Y los lugareños ya están hartos.
Los problemas surgieron hace unos veinticuatro meses. Hasta ese momento el espacio, clasificado como ‘calle particular peatonal’, permanecía abierto y transitable, hasta el punto de que algunos habitantes de la zona lo aprovechaban para aparcar sus vehículos. Todo eso cambió cuando cierto día el dueño de la parcela la cerró con varias piezas metálicas ancladas en el pavimento, imposibilitando el estacionamiento y, en consecuencia, favoreciendo el crecimiento de la vegetación. Con ella llegaron los insectos, primero, y las ratas, después; estas últimas, invitadas por la gran cantidad de basura arrojada por vecinos y transeúntes. «En los últimos dos años varios propietarios se animaron a limpiarlo por su cuenta, pero se acabaron cansando», denuncian los afectados. Desde entonces, no ha vuelto a haber intentos de adecentar el lugar.
Por eso, la petición de la mayoría de quienes ocupan los seis portales próximos es que el Ayuntamiento tome cartas en el asunto. Y que lo haga con contundencia, ya que a principios de 2022 se emitió desde el Consistorio un requerimiento para que el titular limpiase la parcela, a cumplir en el plazo de un año; ese periodo, según los vecinos, «expiró en febrero, pero ni caso, porque el tipo afirma que cedió al gobierno local «. Por ello, al malestar por la situación se suma la impotencia ante la falta de respuesta municipal. «Es inconcebible que en pleno siglo XXI, en una ciudad como Gijón y en un barrio como Pumarín, se tolere algo así. Lo cuentas fuera, y o no te creen, o hacen que se te caiga la cara de vergüenza», reflexionan.
Señora moriyon ,mentirosa,tiene muy abandonada la ciudad.
Ya le pasó en sus anteriores mandatos.