Arranca la Semana Negra con la pretensión de ser un año más un evento dinámico y rupturista. Y transgresor, pero a la vez tradicional, porque ya nadie se imagina el verano de Gijón sin Semana Negra
No cabe duda que la llegada del nuevo gobierno municipal a Gijón ha generado, como mínimo, el mismo número de titulares que la anterior alcaldesa socialista, Ana González. En eso, de entrada, se parecen.
Están el mundo de la música y el de la cultura en plena guerra abierta con la actual concejala de festejos de Gijón, Sara Álvarez, de Vox. Más allá de sus conocidas declaraciones, primero diciendo que no contrataría a personas que cantasen en asturiano y luego, corrigiendo lo dicho, liándola todavía más afirmando que asturiano sí, pero oficialidad no y simplezas de esa índole, poco más se puede decir que de festejos no queda claro si sabe o no, pero lo que sí ha dejado claro que de censurar (o intentarlo) si parece que entiende. El tiro en el pie que se ha dado Foro al pactar con este grupo político empieza bien pronto a generar los dolores de cabeza que se esperaban.
Y, como la propia concejala diría, “bables aparte”, otra de las prioridades de este nuevo gobierno de luz – sepia – son los toros. Para ello continúa viento en popa y a toda vela darle boato a la plaza de toros donde se procederá a la tortura y exterminio de estos animales, a mayor gloria de la ranciedad y de la España cañí. Parece que la plaza está en buen estado de conservación y también de conversación, puesto que no se ha dejado de hablar del asunto. Y parece también que va a hacerse cargo del evento quien ya se sabía que se iba a hacer cargo, antes de iniciarse ningún proceso municipal. El señor Carlos Zuñiga “hijo”. Qué cosas. Estaremos muy atentos a este evento, que se ha vendido desde los tres partidos del gobierno de Gijón, las peñas taurinas e incluso la patronal hostelera como evento esencial en el verano gijonés. Evento que parece que atraerá a miles de aficionados a ver morir toros y moverá mucho dinero en la ciudad. O eso dicen sus defensores.
Algo que no hace falta que digan sus defensores y que les pesa a sus detractores, es que la Semana Negra que está a puntito de comenzar. Sí traerá miles de personas a la ciudad, y sí generará retorno económico a Gijón. Por no hablar del cultural y, porque no decirlo, de la folixa. Arranca la Semana Negra con la pretensión de ser, un año más, un evento dinámico y rupturista. Y transgresor, pero a la vez tradicional, porque ya nadie se imagina el verano de Gijón sin Semana Negra. Nocturno y bohemio, pero a la vez familiar. Cultural y librero y a la vez mercadillo. Fotoperiodismo e investigación, pero también punto de encuentro con los vecinos del barrio. Es un evento que, con sus sombras, basadas fundamentalmente en la sempiterna discusión sobre la parte de financiación municipal que recibe, se ha sobrepuesto a todos y a todo. Veremos cómo supera, no ya esta edición, puesto que, aunque haya sido presentada por una parte del nuevo gobierno gijonés, fue apoyada por el gobierno saliente; sino la que está por venir, la del año 2024. Y veremos también si partidos políticos como el PP, que cuando estaban en la oposición municipal eran muy críticos con la Semana Negra, abrazan también, desde el gobierno, este evento o, por el contrario, mantienen firmemente sus convicciones. Aunque, vistos los recientes antecedentes de estas mismas siglas en algunos territorios patrios, es más que posible que ahora sean más semanistas que el propio Rufo. Y después no.