El futuro se presenta inquietante respecto al desarrollo del entorno urbanístico de Naval Gijón

En plena vorágine veraniega en Gijón, con el traspaso de “poderes” entre el festival Metrópoli y la Semana Negra, ha visto la luz el tercer carril. Y no me refiero al tantas veces mencionado tercer carril de la autopista “Y”, si no al tercer carril de “El Muro” o, mejor dicho, de la Avenida Rufo García Rendueles, que ya hasta se nos está olvidando el nombre de la misma con el trajín que ha vivido la zona en los últimos tres años.
Avanza el nuevo gobierno en el cumplimiento de sus propuestas, gusten más o gusten menos. Están ejecutando lo que dijeron que iban a hacer, al menos una parte. Han traído los toros, a mayor gloria del maltrato animal, han ido a la bendición de las aguas, a mayor gloria divina y han recuperado El Muro para el tráfico automovilístico, a mayor gloria de las petroleras.
Una vez ejecutadas estas cuestiones habrá que ver como realizan la transición de poderes para otras. Está por ver qué plantean como nuevo modelo de movilidad para el municipio. A cargo de esa labor estará el nuevo concejal, con las competencias ya delegadas, de movilidad, Pelayo Barcia. Durante el anterior mandato presentó una férrea oposición a las medidas que se planteaban desde la Concejalía de Medio Ambiente y Movilidad de aquel momento, capitaneada por Izquierda Unida. Ahora, una vez restituido el “problema” circulatorio existente en el Muro, según el propio gobierno, está por ver qué es lo que se propone. Resultará interesante comprobar si los aparcamientos disuasorios forman parte del pasado (para este gobierno, porque lo que es para el resto de Europa es algo a donde ya vamos tarde) o si, por el contrario, se van a acometer si no todos, una parte de ellos. De igual manera, será también interesante comprobar en qué dirección se encaminan los carriles bici, o qué pasará con el famoso intercambiador recogido por el Gobierno del Principado dentro de sus directrices de movilidad y que se ubicaría en el entorno de la Plaza de El Humedal. O de la necesaria vinculación que debería aplicarse entre la movilidad que está por venir y los mapas de ruido que se han ido realizando y cartografiando en nuestra ciudad. No será una tarea sencilla elaborar un nuevo Plan de Movilidad, como tiene toda la pinta que va a ocurrir. Cuenta en este caso el concejal con la ventaja de tener una mayoría holgada en el gobierno, gracias al apoyo del PP y de la ultraderecha medieval.
De igual manera, el futuro se presenta inquietante respecto al desarrollo del entorno urbanístico de Naval Gijón. Por un lado, está la cuestión de la propiedad del suelo (propiedad de la sociedad Pequeños y Medianos Astilleros en Reconversión –PYMAR-en estos momentos) y por otro la necesidad de la intervención pública – municipal para su desarrollo. Desarrollo que está por ver si respeta las directrices del actual y vigente Plan General de Ordenación, aprobado en 2019, o no. El ordenamiento urbanístico vigente prevé un entorno público y de desarrollo tecnológico/industrial para esa área, que se denominó Gijón Azul, con un gran porcentaje de terreno destinado a uso público. Es decir, ni una vivienda. Pese a que ahora se deja entrever en declaraciones públicas del Ayuntamiento que también hay viviendas pensadas para ese entorno. No las hay. Y eso fue aprobado por Foro y por el PP, en su momento. Veremos si se sigue pretendiendo eso o si, por el contrario, los cantos de sirena de la sociedad propietaria de los terrenos para poder ejecutar viviendas en ese entorno acaban sirviendo de algo, que no debería, dado que el ordenamiento urbanístico está aprobado y ratificado por la justicia. Otra cosa es si lo que se pretende es modificar sustancialmente el Plan para dar cabida a un uso residencial (lo que antes se denominaba “pelotazo”). Veremos qué sucede. Si es que sucede algo o, por el contrario, seguimos viendo languidecer los restos de las viejas instalaciones fabriles entre frases de lo que se va a hacer y anuncios a bombo y platillo.