La estanquera María Victoria Muñiz aún trata de asimilar su emoción tras haber repartido desde su local de la Fábrica de Gas un primer premio de la Lotería Nacional por valor de 60.000 euros
Dicen los sabios que el dinero no da la felicidad… Aunque no es infrecuente que sí la haga más accesible. A veces, incluso, pese a que la ganancia no sea para uno mismo. Una paradoja que estos días está experimentando María Victoria Muñiz, actual responsable del estanco Ramona Rodríguez, al que dio nombre su madre, situado en la céntrica calle Ezcurdia. El pasado viernes, poco antes de echar el cierre, Muñiz fue informada de que desde su establecimiento había entregado un primer premio de la Lotería Nacional, asignado al décimo 27.764 y valorado en 60.000 euros. Y, pese a no haber sido ella la agraciada, aún hoy, sin poder creerse del todo lo sucedido, disfruta de una emoción equiparable a la de una auténtica premiada.
«Cuando me llamaron para avisarme, fue como un subidón de emción… Como si me hubiese tocado a mí, vamos», admitía esta misma mañana, todavía sorprendida y eufórica. Y eso que Muñiz dista mucho de ser una novata en estos menesteres. Tras haber recogido el testigo del negocio de manos de su madre, quien lo fundó en la transición entre los años 1960 y 1970, esta otrora estudiante de Derecho ya repartió hace años un premio de la Bonoloto de más de 30.000 euros, amén de otros premios de menor entidad a lo largo del tiempo. «Es muy difícil en estos décimos toquen de máquina; ahí está el mérito, y espero que esto anime a la gente a perder la desconfianza en el ‘cacharrín'», ríe. Tanto es así que sus esperanzas están puestas ahora en el sorteo de Navidad, para el que «ya tengo la máquina calentita».
Entre allegados, clientes y vecinos de la zona de la Fábrica de Gas tampoco han escaseado, ni escasean aún, las muestras de sorpresa y alegría. Este mismo lunes varios clientes celebraban la buena nueva conversando con Muñiz, y deseando que «siga la suerte y nos toque algo a nosotros también; fue muy ‘prestoso’ enterarnos». Ahora, una vez más, la fortuna, esquiva o cercana, está en manos de la espera hasta el siguiente gran sorteo…
Hermana de un compañero del colegio. Su madre Ramonita, una gran persona.