Faltaban camareros y conductores este verano en Gijón. ¿Los salarios o la falta de dignificación de la profesión?
Por Adrián García
En pocos locales de Gijón se hacen, o no se deberían hacer, jornadas maratonianas ni en verano. El problema es que nadie quiere ser camarero, conductor de autobús o mecánico. Y esto es producto de la falta de dignificación de unas profesiones en las que, hasta hace poco, había personas orgullosas de ser el mejor barman de la ciudad porque hacía los mejores cócteles, o el chófer más elegante y que hablaba varios idiomas.
Los salarios también han contribuido a “la espantada”, pero hay profesiones más esclavas y con nóminas más bajas que las de un conductor o un camarero. Entonces, ¿por qué no hacemos un Máster Chef para los conductores? ¿por qué no una serie de Netflix que anime a los jóvenes a ser mecánico-electricistas? Anteriormente lo vimos con los cocineros, los policías y los herreros.
Tenemos la formación y la demanda. Las escuelas de hostelería y las FP de automoción españolas tienen unos programas de formación excepcionales. Sin embargo, no hay una formación específica para los conductores de vtc, los taxistas o los conductores de autobús más allá de la formación propia de las empresas. Los idiomas, la atención al cliente, la conducción segura, la eficiencia y el ahorro en el desempeño de su trabajo son pilares fundamentales de una profesión que está totalmente desangelada.
Quizá la solución esté en equilibrar las variables de: salarios, ambiente laboral, desarrollo profesional, realización personal y la adaptación de los convenios para contemplar los llamados salarios emocionales.