La voluntad del Ayuntamiento de estudiar la expansión del servicio de salvamento a todo el año recibe la aprobación unánime de los bañistas, aunque genera ciertas dudas entre los amantes del surf

Definitivamente, la playa ya no es sólo para el verano. Bien sea por efecto del calentamiento global, bien por un cambio de hábitos entre los ciudadanos, bien por una fusión de los dos elementos anteriores, lo cierto y verdad es que cada vez son más las personas que se animan a darse un chapuzón en las aguas marinas fuera de la ventana que va de junio a septiembre. Y eso ha llevado al Ayuntamiento de Gijón a valorar una idea largamente pedida por los vecinos y, hasta ahora, nunca implementada: la de extender a todo el año el servicio de salvamento en los arenales de la ciudad a partir de 2024.
Quedan pocos días para que octubre tome el control de calendario, pero el Ejecutivo local ya se ha puesto manos a la obra en la evaluación de la cuestión. «Estamos trabajando tanto a nivel técnico, como a nivel presupuestario, de cara a poder habilitarlo», notificaba este mismo martes Nuria Bravo, concejala de Seguridad Ciudadana y Emergencias, cuya intención no es otra que cumplir «una promesa que hicimos en campaña, y que entendemos necesaria de cara a convertir nuestras playas urbanas en las mejores del país». Las próximas semanas confirmarán si es viable, o no, aplicar dicha ampliación. Sin embargo, por ahora la posibilidad ha sido acogida de buen grado por los usuarios de este septiembre crepuscular; por los bañistas, sobre todo, aunque también por los amantes del surf, si bien, en el caso de los segundos, no sin algunas reservas.
Esther Fernández forma parte de esos usuarios que aún hoy, pese a la discreta bajada de las temperaturas, disfruta de los relajantes paseos de extremo a extremo de San Lorenzo y, por qué no, también de algún que otro baño matutino. «Los cambios se notan mucho; hace calor cuando no debe, luego baja… Por eso la gente se baña todo el año, así que nos va a venir muy bien esa presencia continuada de socorristas», reflexiona. Una postura muy similar a la de Bibiana Palazuelo, que aguarda con ansias la retirada de la escayola que protege su tobillo, roto en un accidente doméstico sucedido hace cuatro días, para retomar sus preciados chapuzones. «El agua está como una balsa; lo de que el Cantábrico es frío desde septiembre ya es cosa del pasado. Y yo, que soy madre, me quedo más tranquila si sé que estaremos protegidos cuando nos bañemos de enero a diciembre», apunta. Y, como ella, Carmen García es defensora acérrima de las bondades de la costa norte española, ya que «el agua, aquí, está buenísima; en el sur es caldo. Y, ya que la disfrutamos todo el año, que también nos protejan todo el año. Es una idea estupenda».

Para muchos, no obstante, la expansión de la vigilancia en los arenales debería ir de la mano de algunas mejoras en otros servicios. Es el caso de las duchas, petición habitual, pero que concentra Pedro Divisa, antiguo integrante de los célebres grupos de baño que se reúnen en ‘La Escalerona’, y que, ahora en solitario, mantiene la tradición del remojón. «Ya que quieren poner socorristas todo el año, que habiliten también todas las duchas, porque esto se va a llenar», señala este veterano de La Calzada. Lo mismo opina Adriana Duque, madre del pequeño Cristian García, de dos años, y dueña de la perra ‘Laila’, para quien «lo del salvamento tendría que ir de la mano de limpieza, de duchas, de mejor iluminación en invierno… La idea está bien, pero no creo que baste con ‘tirar’ a los socorristas todo el año, y ya. La playa es un todo».
Como Duque con ‘Laila’, son muchos los bañistas de todo el año que aprovechan para bajar a la arena con sus mascotas. Y esa cuestión ha abierto otro frente de debate, paralelo al de la ampliación de la vigilancia: qué hacer con los perros si la temporada de baño se amplía. Mientras algunos usuarios, como Carmen García, conciben que «San Lorenzo es lo bastante grande para que haya sitio para todos», otros, entre los que se encuentran Josefina Álvarez y Susana Fernández, tiene claro que, «en cuanto empiecen a venir los perros, dejaremos de bajar, así que de poco nos va a servir el salvamento». La de esta pareja de amigas es una posición análoga a la de Luis Estrada y Mónica Menéndez, para quienes «el salvamento de enero a diciembre es fundamental, visto el gusto que le hemos cogido todos a remojarnos el año entero», pero que, a cambio, piden acotar seriamente la presencia de canes, que «andan de un lado a otro, ensucian y molestan». El término medio lo representan usuarios como Pere Pontifierro; «Hay partes de la playa, como la desembocadura del Piles, que serían geniales como zona canina todo el año; yo tengo perro, y es verdad que pueden ser un incordio, pero cabemos todos».

Pero, sin duda, si hay un colectivo con ciertas dudas al respecto del plan del Consistorio, ese es el de los surfistas. No en vano, el hecho de que cada verano los socorristas acoten ciertas zonas de baño, inaccesibles para los enamorados de la tabla, es foco de no pocas decepciones; sobre todo, cuando el movimiento de las corrientes lleva las mejores olas a esas áreas sólo para bañistas. «Para nosotros, que haya salvamento todo el año no es bueno; como bañista está muy bien, pero como surfista nos perjudica, porque nos limita», plantea Julio Falcón. Lo mismo piensa Tito Valdés; años y años ‘cazando’ olas en San Lorenzo le han servido para comprobar que, «cuando los de salvamento cierran unas zonas de baño, fastidia. Eso sí, también soy bañista, y me parece fantástico; antes éramos cuatro o cinco bañándonos en ‘La Escalerona’, pero cada año vienen más». De nuevo, sobre este punto hay un término medio, encarnado esta vez en la figura de Paula Menéndez; tabla en ristre y con una sonrisa en los labios, su sentencia es firme: «En esto, como en lo de los perros: si nos organizamos y somos tolerantes, cabremos todos. Y que haga seguridad todo el año nunca puede ser un problema. Para nadie».