Licenciado en Antropología Social y Cultural y profesor de Filosofía, Santiago Beruete llega a Asturias de la mano de ‘Bosquegrafíes 2023’, que se celebrará en la localidad de Cangas de Onís del 7 al 9 de octubre
Licenciado en Antropología Social y Cultural, y profesor de Filosofía, Santiago Beruete se dedica desde 2006 al estudio de las conexiones entre la teoría de la utopía y los estilos en jardinería, analizando cómo el ser humano ha moldeado la naturaleza desde la Antigüedad, dando forma a sus sueños de perfección. Autor de obras de gran difusión como ‘Jardinosofía’, ‘Verdolatría’ o ‘Un trozo de tierra’, Beruete llega a Asturias de la mano de Bosquegrafíes 2023, que se celebrará en la localidad de Cangas de Onís del 7 al 9 de octubre, para hablarnos sobre utopía y naturaleza, el mundo del jardín y la metáfora que supone en nuestra cultura, las conexiones entre el pensamiento abstracto y el bosque, nuestro paraíso perdido.
¿Quién es Santiago Beruete?
Es un personaje un poco atípico. Soy educador, profesor, he dado clases desde universitarios a niños y he tenido muchos trabajos. Lo que me ha puesto bajo el foco es que he escrito un ciclo de obras relacionadas con la jardinería, los bosques y los huertos. Llevo muchos años de investigación, sobre todo para los dos primeros libros, en los que hay detrás casi una década de investigaciones porque era todo un terreno por explorar. He sido muchos años un docente muy implicado.
Llega a Asturias en octubre de 2023 de la mano de Bosquegrafíes. Asturias…¿qué significa para usted? ¿Qué es lo que más le gusta de la región?
Tengo una relación sentimental con Asturias. Nací en el norte de la región de Navarra y cuando vengo a Asturias vibro con ese paisaje montañoso, boscoso, verde, lluvioso. Vivo en Ibiza en un contexto muy distinto, pero pasan los años y mi mundo, mi imaginario, es Cantábrico, montañoso, boscoso. Volver a Asturias es volver a casa, a la geografía sentimental, volver para patear los bosques encima ahora en otoño. Volver a mi mundo.
Va a ser un gozo poder asistir a las jornadas de ‘Bosquegrafíes 2023’ y compartir este espacio con personas como Ignacio Abella o Esther Montañola, personas a las cuales he leído y seguido durante muchos años. La idea es dar una charla abierta al público bajo un gran árbol en Cangas de Onís. Yo hablaré del jardín como templo de la Filosofía: los árboles son autótrofos y producen su propio alimento y en este sentido materializan el antiguo ideal de la Filosofía Clásica. Visto desde esta perspectiva, la viva imagen de un sabio es un árbol. Los árboles gozan de la imperturbabilidad, lo que los hace maestros de vida. Hablaré también de cómo el bosque es una manera sensorial, sensual, de acercarse a la Filosofía, sin tener que pasar por el filtro de la razón. Y lo más importante, que los bosques y los árboles son los protagonistas. Hablar de esto tiene una ventaja, que puedes hablar de cosas transcendentales sin darles transcendencia, de una manera sensorial o sensual. Son experiencias que están al alcance de todo el mundo y quiero utilizarlo para hablar de los grandes temas de la vida.
Es usted profesor de Filosofía, ¿qué relación hay entre ella y la naturaleza?
Soy educador, profesor, y he dado clases desde universitarios a niños. Yo te diría que el oficio de cultivar plantas y árboles y el oficio de cultivar personas están íntimamente y estrechamente relacionados. Los docentes y jardineros trabajan para el futuro poniendo fe en la semilla. Me gusta decir que los docentes son como jardineros que siembran la mente de los chavales para que florezcan por dentro. La Filosofía tiene tres ideas clave: sembrar la mente, la curiosidad, y florecer por dentro, personalmente, es el significado literal, la ‘eudaimonía’ griega, que consiste en florecer como persona, por dentro. Aunque es obvio, que durante mucho tiempo ha pasado desapercibido pero las metáforas jardineras están muy presentes en los origen de la Filosofía. Recuperar todo esto, dotarlo de poesía.
A través de la educación el amor, la muerte, el sexo, o las grandes cuestiones de la vida se plantean también de esta manera. Los jardines han sido los paraísos terrenales que hemos creado los humanos, reflejan los ideales estéticos, políticos, ideológicos. Son una parte de nuestra ambivalencia y de las ideas que nos formamos de una buena vida y con los bosques nos pasa un poco lo mismo, asistimos a una crisis eco social al borde de un colapso medioambiental, los árboles aparecen en todas nuestras propuestas de reconstrucciones, volvemos una y otra vea los árboles como una fuente. Nos ofrecen materia prima pero también símbolos, imágenes, e intuiciones de como podemos enfrentarnos a los retos.
¿Cuál es su paraíso preferido?
Por una parte mi mundo interior, mi imaginario, son los bosques y las montañas y luego tengo una parte sensorial y solar, que es el mundo mediterráneo. Paso parte del año en Ibiza y Formentera, me gusta mucho Italia y el sur de Francia pero necesito volver periódicamente a pasear en los bosques porque tienen para mi un efecto revigorizarte. Ir a un bosque me revitaliza, me recompone.
¿Qué virtudes y defectos humanos admiten los jardines o bosques?
Cuando hablamos de jardines pienso que no conviene idealizar porque es el paso previo al antropocentrismo. La historia de los jardines es nuestra historia Los espacios cultivados constituyen también un medio idóneo para ensayar otra forma de relacionarnos con el planeta. La permacultura, el jardín en movimiento o paisajismo contemporáneo, o la agroecología, representan los primeros indicios de un cambio de mentalidad que tenemos que llevar a cabo si queremos salvarnos de nosotros mismos, si queremos seguir llamándonos sapiens. Los jardines nos permiten imaginar un futuro distinto al que parecemos abocados por el cambio climático y la celeridad tecnológica. Vivimos abrumados por el estrés, la insatisfacción, y el gesto de cultivar se convierte en una resistencia efectiva. Hay que humanizar los entornos, renovar los votos con la vida, mantener la fe en el mañana. Imaginar un un jardín es imaginar una forma de vida. Yo suelo decir que está por venir, porque cuanto más superpoblado esté el mundo y mayor sea la huella de carbono, mayor será también el anhelo de retorno a la tierra y el anhelo de la jardinería, la veneración por la naturaleza. Esas sociedades avanzadas a las que les fascina lo verde son las mismas que participan activamente en su destrucción y, por eso, es tan interesante. Yo transmito una visión analizada y estudiada con metáfora de los sentimientos.
¿Cómo transmite sus conocimientos a la gente?
Lo hago a través de mis libros y mis publicaciones, pero también hay una parte en mi perfil de Instagram donde voy compartiendo los pensamientos que me ocupan y en los que estoy trabajando. Cuelgo también cosas sobre los viajes que hago y los sitios a los que voy. Es mi laboratorio de ideas filosóficas, mi jardín de ideas. Me gusta decir que suelto bombas de semillas al ciberespacio. Pensamientos, en forma de semillas.