«En Asturias, el sistema de apuestas futbolísticas causó auténtico furor y las noticias de las grandes sumas que lograban los afortunados acertantes del pleno ocupaban páginas en la prensa diaria»

Ya en 1924 se había manejado la idea de unas apuestas mutuas sobre el campeonato de fútbol. El catedrático de la Universidad de Sevilla Vicente Narbona Jiménez se la presentó a Miguel Primo de Rivera como medio de recaudación estatal. El dictador jerezano la desestimó. Así que la idea no toma cuerpo hasta años más tarde, en 1929, en Santander.
Manuel González Lavín regentaba una taberna en la calle Alta donde se frecuentaba a apostar sobre encuentros de fútbol a modo de la porra actual, ampliando las combinaciones de apuestas por sistema de boleto a más de un encuentro. Se incluían los partidos del equipo del barrio, el Callealtea y otros encuentros de los grandes clubes del momento: Real Madrid, Fútbol Club Barcelona, etc. El éxito fue tal que venía gente expresamente a apostar desde otras partes de España, particularmente desde las tierras vecinas asturianas y vascas y desde Madrid. A partir de 1931 el juego se va extendiendo por otras partes de España, muy particularmente por la mitad norte, los premios aumentan notablemente y el estado decide que deben tributar un 10% de lo recaudado.
Ese mismo año las ya populares quinielas llegan a Asturias. Comienzan en Oviedo, en el bazar La Americana para después extenderse también a Gijón en la sucursal de este mismo establecimiento. Poco tiempo después, el bar Dragón, de la calle Fruela de Oviedo, también se incorpora al nuevo juego de apuestas, pero con la salvedad de que en lugar de dinero como hace el bazar, otorga los premios en forma de viajes y otros regalos: un viaje de una semana a Sevilla, una semana en Madrid, etc. A partir de 1946 es el estado quien se apropia en exclusiva del juego. Las primeras quinielas estatales eran de siete encuentros y el premio grande lo recibía quien acertara todos los resultados. La dificultad era grande y ésta limitaba el número de participantes, por lo que se simplificó en 1948, incorporándose entonces el sistema de 1X2 en el año 1948. Con este cambio en Asturias, como en el resto de España el sistema de apuestas futbolísticas causó auténtico furor y las noticias de las grandes sumas que lograban los afortunados acertantes del pleno ocupaban páginas en la prensa diaria. Así, en el año 1950, tras la disputa de la novena jornada, disputada el 5 de noviembre, un asturiano residente en Madrid y del que la prensa no aportaba más datos que la de su provincia de origen y que era socio del Real Madrid, obtuvo un pleno que le llevó a embolsarse toda una fortuna para la época, 534.724 pesetas. Los éxitos de unos pocos animaron a muchos a jugar a la quiniela, sin otra competencia que la de la lotería, cada semana. Pero la quiniela también trajo polémica y sacudió la línea de flotación del Sporting en enero de 1997. Por aquellos entonces la plantilla al completo de jugadores, el utillero del primer equipo, el entrenador Miguel Montes y Quini jugaban cada semana unas quinielas en las que cada uno daba un resultado. Y acertaron catorce, sólo fallaron en el pleno al quince. Los sportinguistas fueron premiados con cerca de ocho millones de pesetas, pero pronto saltó la noticia de que en aquel boleto premiado alguno de los participantes había puesto un X2 al partido Sporting-Oviedo que había finalizado con empate a cero en El Molinón. No sabe muy bien de donde surgió el rumor de que el autor de semejante apuesta que no confiaba en la victoria rojiblanca en un derbi en casa había sido el delantero andaluz Luna, de poco sirvió que el futbolista lo negara por activa y por pasiva. Fue sentenciado por buena parte de la afición.
En cuanto al nacimiento de la información deportiva en la ciudad, hay un hecho relevante sucedido décadas antes. En 1930 abrió, en la plaza del Parchís, el bar Casa Marcelo, propiedad de Marcelo Martínez Quintana, aficionado a los deportes en general, al fútbol en particular, y acérrimo sportinguista. Su bar se convirtió en el hogar de todo aficionado al Sporting. Sus paredes estaban decoradas con recuerdos de la historia sportinguista, con fotografías de partidos y hechos tan destacados como el 6 a 0 al Oviedo o fotografías del equipo del primer ascenso. Tienen tremenda fama en todo Gijón sus bocadillos de calamares y sus tapas de callos. Pero, además de por los ricos bocadillos de calamares, Casa Marcelo fue en un lugar de peregrinación para todos los aficionados al fútbol de la ciudad, fueran sportinguistas o no. En sus cristaleras colocaban pizarras con los resultados que dan por la radio de cada encuentro, haciendo especial seguimiento de los del Sporting, y allí se concentraban numerosos viandantes para saber cómo iba la jornada. Casa Marcelo funcionó durante treinta y siete años exactos. Abrió sus puertas un 1 de marzo de 1930 y las cerró definitivamente el 1 del mismo mes de 1967.
El segundo establecimiento en facilitar información de los encuentros fue La Caperucita. Era una fábrica de bombones y caramelos que también tenía tienda para la venta al por menor de sus productos. Estaba situada en la calle Menéndez Valdés, 8, justo al lado del centenario negocio Cafés Caso y muy cerca de la conocida tienda de ultramarinos de Carmen Riera. Allí, tras el retorno del fútbol después de la Guerra Civil, su propietario colgaba en los escaparates los resultados de los partidos y las clasificaciones, debidamente mecanografiadas y al detalle, de Primera, Segunda y el grupo de Tercera División donde participaran equipos asturianos. A la espera de tal información, cada domingo, se agolpaban a sus puertas decenas de aficionados, cortando por completo el tráfico rodado y dificultando el paso de tranvías. La salida de los resultados y clasificaciones era recibida con aplausos y los curiosos se agolpaban ante sus cristaleras esperando, en su mayoría, estudiar lo que acontecía en la categoría donde jugara el Sporting.
En 1951 en el fútbol profesional español apareció el famoso marcador simultáneo Dardo. Cada anunciante señalaba el resultado de un encuentro, patrocinaba un partido. Así, por ejemplo, podía aparecer San Miguel 0-0, La Casera 2-1, Flex 0-2 A qué equipos correspondía cada una de las publicidades venían señalados en la prensa del día. Un San Miguel podía indicar el resultado de un Athletic de Bilbao – Barcelona o el cartel de La Casera marcar el tanteo de un Betis – Real Madrid. Además se daban otras informaciones sobre los encuentros: los puntos de colores. Uno rojo sobre el número del marcador significaba que a ese equipo le habían pitado un penalti en contra, uno negro que le habían expulsado a un jugador. La idea de ofrecer información simultánea de cada uno de los encuentros la importaron desde Argentina el publicista Federico Bonet y Rufino Fraile, propietario de la agencia de publicidad Dardo y suegro del periodista deportivo José María García. Se implantó en la liga española en la temporada 1951-52 para informar de los resultados de los partidos de la máxima categoría. El Molinón no fue una excepción y el marcador Dardo estuvo operativo hasta 1980, sus claves eran publicadas en los periódicos regionales y los aficionados estaban tan pendientes de Flex o de Pegaso como hoy lo están del videomarcador. En los ochenta el transistor acabó con el marcador simultáneo de idéntica forma a la que, poco más tarde, el teléfono móvil eliminaría al primero. Como anécdota señalar la solicitud de una peña rojiblanca que aparece en diario El Comercio de fecha 2 de febrero de 1978. Allí se reseña la «petición de una peña sportinguista, que no antioviedista, de que en el marcador simultáneo de El Molinón se dedique una casilla permanentemente a los resultados del Real Oviedo, pero el club nada tiene que ver con el citado marcador, a cargo de una empresa privada».
Al inicio de la temporada 1952-53 aparece otra novedad que se había implantado en otras ciudades españolas a partir del año 1950: la Hoja Deportiva. Salía cada domingo por la tarde, al término de la jornada deportiva, por aquellos entonces unificada, y en sus primeros tiempos se limitaba a facilitar los resultados de la quiniela, la clasificación vigente al término de la jornada del día y los partidos de la siguiente semana. Especial interés tenía para el aficionado comprobar los resultados de la quiniela, en una época en que sólo tenía la competencia de la Lotería Nacional. Tal y como se hizo hasta hace apenas pocos años, la hoja se repartía de forma gratuita por los bares que la patrocinaban anunciándose. Durante años, hasta la llegada de internet y los smartphones, era una fuente fiable e inmediata de información.