El Festival programa 30 obras asturianas, en su mayoría metrajes de no ficción con un fuerte vínculo al territorio

Ya lo adelantaba su director, Alejandro Díaz Castaño, al recordar su primera toma de contacto con en el festival en 2010. «Entonces no había cine asturiano en la sección oficial; este año tenemos dos largometrajes y un corto y eso indica una mejoría notable». La 61ª edición del Festival Internacional del Cine de Xixón (FICX) calienta motores con una apuesta renovada por el cine de la región, dando cabida a una treintena de metrajes dirigidos por asturianos. Juntos conforman una industria en el Principado «de gran calidad» según el director del certamen y quizá en su momento más dulce, donde las temáticas y protagonistas mantienen un importante compromiso con sus raíces.
De la relación de apego al territorio trata el largometraje de no ficción de Alex Galán, ‘Il Mulín’. En él, recoge la lucha de una cultura en peligro de extinción, la cunqueira, y la resistencia rural ejercida por estos vecinos del suroccidente asturiano para mantener la soberanía sobre su tierra. Por ese motivo, era importante para el director que el ciclo se cerrase con su estreno dentro de la región. «El cine asturiano no puede ser algo que llega al lugar, capta la historia y se va a otra parte, tiene que tener la continuidad de que se vea en nuestro territorio y sus protagonistas se vean en la gran pantalla para ayudar a reescribir y reafirmar su historia». El cineasta hace un «buen diagnóstico» del momento que vive el séptimo arte marca Asturias al ver muchas propuestas jóvenes y marcos «muy abiertos».
El documentalista José Riveiro lleva 9 años participando en el festival y recuerda que no hace mucho «era impensable encontrarse con un director asturiano en la sección oficial». Coincide con su compañero en atestiguar esa «evolución brutal» del audiovisual hecho en Asturias y destaca la gran variedad de géneros e historias. Su propuesta de esta edición, ‘La vida a través de Vega’, también recupera la herencia dada del fotógrafo Valentín Vega, «quien supo reflejar parte de la cotidianeidad asturiana del siglo pasado con una importante crítica social».
Para el director de ‘Literato‘, Carlos Navarro, resulta igualmente difícil separar su trayectoria del certamen gijonés. Su primer corto se estrenó en 1995 y ya había podido presentarlo en el FICX, así que ha sido testigo de su consolidación a nivel internacional y reconoce una «labor incuestionable» de especial importante para el impulso del séptimo arte hecho en Asturias. «Ha conseguido sortear el carácter un poco cainita del asturiano, de pensar que las cosas hechas en casa no valen», apunta. Su historia para esta edición recoge la migración como una constante en los habitantes de la región a través de la figura del dramaturgo Maxi Rodríguez. Una comedia con importantes tintes amargos que recuerda que «en los viaje de ida y vuelta también existen aquellos que no triunfaron».
Las derrotas y dificultades se trasladan al relato de Luismi Pantiga. La experiencia de Navarro se contrapone a los primeros pasos de este director gijonés que presenta su opera prima en su ciudad natal, con esta como telón de fondo a las crudas historias de tintes autobiográficos que recoge ‘Flores de cemento’. El joven asturiano se sube a la nueva oleada de lo neoquinqui concediendo un claro protagonismo a la cultura urbana regional y sus propios orígenes desde el barrio de Roces.
La presencia de la mujer en el festival se salda en la gran pantalla con ‘Les Cigarreres’, un documental que cuenta las vivencias de las últimas trabajadoras de la Tabacalera en el barrio de Cimadevilla coincidiendo con la futura reapertura del espacio. Para su director, Pablo A. Quiroga, «estar en el FICX es jugar en casa», pero reconoce una especial alegría reciente por el impulso del panorama cinematográfico hecho en Asturias donde «el asociacionismo es muy fuerte y eso de los egos artísticos no tiene cabida». Su única reclamación tiene que ver con la falta de directoras, en consonancia con el protagonismo femenino de su metraje.
Eso mismo reclama Lía Lugilde, una de las pocas cineastas asturianas presente en el festival donde presenta el cortometraje ‘Los trazos que quedan de ti’. No obstante, la joven se encuentra inmersa en programas de formación como ‘Semilleru’ y reconoce encontrarse con compañeras «con mucho potencial». Por otro lado, a pesar de ver el potencial en desarrollo del audiovisual autóctono pide «más ayudas a la creación y a la cultura por parte de las instituciones del Principado». Porque talento «hay de sobra».