Los operarios se afanan en tener a punto para las fiestas la pista de hielo, los toboganes, los ‘trineos voladores’ y las demás atracciones del poblado navideño, convertido año tras año en uno de los grandes atractivos de la ciudad
Es ya un hecho: la Navidad prácticamente puede olerse, palparse, percibirse en el ambiente de Gijón. Y no sólo por las luces que, aun apagadas, jalonan desde hace semanas sus calles y plazas, ni tampoco por las decoraciones, más o menos discretas, que exhiben fachadas, ventanas, escaparates y balcones. No, no… Las pruebas son mucho más evidentes. Así sucede en el ‘Solarón’, donde ya comienzan a tomar forma las múltiples estructuras que, en cuestión de días, se convertirán en el emblemático complejo navideño de los jardines del Tren de la Libertad. La pista y los toboganes de hielo, los ‘trineos voladores’, los edificios del icónico poblado… Sin olvidar, por supuesto, a Papá Noel, gran protagonista de la cita. Una vasta oferta que un pequeño ejército de operarios se afana en poner a punto, y que, a falta de que se conozca la programación oficial diseñada por el Ayuntamiento, ya alimenta comentarios, teorías, ilusiones y hasta selfies entre todos aquellos, grandes y pequeños, que pasar a su lado.
No es, sin embargo, la única prueba a gran escala de que a la Navidad le queda un suspiro para hacerse sentir en toda su potencia. También el alumbrado navideño da prueba de ello; con el grueso de sus elementos instalado en las grandes arterias de la ciudad, no es difícil hacerse una idea de la apariencia final que exhibirá a partir del 1 de diciembre, día previsto para el encendido. Y el tiempo apremia… Con sólo una semana por delante para rematar el trabajo, los técnicos de la empresa Germán Vizcaíno, adjudicataria del contrato, han puesto sobre la mesa toda su experiencia en el oficio para que, en uno de los días más esperados del año, no haya absolutamente nada que pueda enturbiar el despegue del espíritu navideño.