El CIFP Hostelería y Turismo centra su participación en la Semana Europea de la Prevención de Residuos de COGERSA en la confección de bolsas reutilizables con retales de prendas desechadas
Si olvidamos por un instante las grandes industrias, los millones de coches que circulan a diario, los vertidos tóxicos en alta mar y, en definitiva, cualquiera de las fuentes contaminantes más masivas y vistosas de cuantas deterioran el planeta, la hostelería, como los hogares, se ha convertido en uno de esos reductos de sostenibilidad aparentemente pequeños, pero capaces, por su cercanía y familiaridad, de decantar la balanza de la concienciación social hacia el lado del cuidado del medio ambiente. Y con miles de bares, restaurantes, cafeterías y pubs ya comprometidos con esa causa, el Centro Integrado de Formación Profesional (CIFP) Hostelería y Turismo de Gijón ha decidido, un año más, continuar en esa línea en integrar a sus más de 640 alumnos en la Semana Europea de la Prevención de Residuos que, en la región, impulsó durante la pasada semana el Consorcio para la Gestión de los Residuos Sólidos de Asturias (COGERSA). ¿El resultado? La campaña ‘Dale una nueva vida’, complementaria de varios proyectos ya en marcha, y que, en esencia, se ha centrado en la elaboración y venta de envases reutilizables y sostenibles, utilizando para ella ropa desechada.
Efectivamente, la idea sigue la estela de la introducción, en cursos lectivos anteriores, de vasos, platos y recipientes reutilizables en la cafetería, y de la creación de un pequeño huerto para el autoabastecimiento de plantas aromáticas que, después, son empleadas en las lecciones de cocina. En esta ocasión, se ha optado por dar un paso más. Bajo la tutela de María de la Varga, coordinadora del proyecto junto a Isabel Menéndez Rujas, los estudiantes y profesores adscritos a Formación Profesional Básica (FPB) «han recolectado ropa vaquera usada y han confeccionado con ella bolsas y bolsos que, después, han puesto a la venta». Los precios varían en función del tamaño de cada pieza, cierto, pero toda la recaudación se destinará a apoyar la labor de la ONG Asturies por África. Y el proyecto no se detendrá con el fin de la Semana; la intención es mantenerlo activo en el futuro cercano.
En todo caso, la implicación del CIFP en la lucha por la protección medioambiental no es novedosa. El centro es, de hecho, uno de los tres únicos de la región a los que COGERSA reconoce con el distintivo ‘4R’, una suerte de premio a su alto grado de implicación. Y hasta en las aulas se hace patente la razón de ser de semejante galardón. «Hasta no hace mucho se veía a los estudiantes y profesores con botellas de plásticos desechables; ahora, desde que instalamos una purificadora de agua, la mayoría traen la suya reutilizable de casa», relata De la Varga. Más aún, en las clases de cocina «se intenta trabajar contra el desperdicio alimentario, y se les enseña a realizar un aprovisionamiento correcto»; tanto es así que ya está sobre la mesa la idea de realizar un concurso de cocina de aprovechamiento conforme avance el curso.
Pero no sólo es en la rama de hostelería donde se percibe ese nexo. También en la turística se llevan a cabo acciones. De hecho, el año pasado, en el marco de la Semana de la Prevención de Residuos, «lo que los alumnos hicieron fue como una oficina de turismo sostenible: ofrecían rutas por Gijón en bicicleta, reemplazaban el papel por códigos QR para las guías y mapas…». La propia De la Varga, curtida en dicho sector antes de lanzarse a la docencia, da fe de que el cambio rebasa las aulas, y se hace evidente también en el ejercicio cotidiano del oficio. «Con la pandemia, una de las medidas que más se llevaron a cabo en las oficinas de turismo fue la reducción de papel, que continúa hoy. Es donde se percibe mayor implicación, y el público no lo ha acogido mal. Es una señal de que las cosas están cambiando».