El exalcalde de Caracas, Antonio Ledezma, el director del periódico ‘El Nacional’, Miguel Henrique Otero o la abogada Tamara Sujú comparten en Gijón sus experiencias como exiliados del régimen venezolano
«Allá adonde voy, siempre le pido a la gente que mencione que el régimen de Venezuela es criminal. Se nos olvida que es el único país de América Latina que tiene una investigación abierta a su presidente en funciones en la Corte Penal Internacional». Tamara Sujú recrudece su expresión de enfado cuando menciona datos como ese. Se tuvo que marchar de su país «a marchas forzadas», y desde entonces ha continuado con su labor como abogada penalista para llevar a Nicolás Maduro ante la corte de La Haya, «recopilando testimonios de víctimas de crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen venezolano». A su lado, Miguel Henrique Otero aporta otro. «A los detenidos por motivos políticos los matan, los torturan, los violan, los golpean, los expropian… Y una mayoría puede llevar 15 años en la cárcel sin haber tenido un juicio. Se calcula que sólo un 5% de los presos tienen una sentencia condenatoria». El director ‘El Nacional’, uno de los periódicos con mayor tirada del país, también se encontraba junto a Sujú el día que esta tomó la decisión de huir.
«Me llegó una orden de comparecencia como testigo en la en la sede del SEBIN, el Servicio de Inteligencia del Estado. Estuve declarando 8 horas de manera totalmente ilegítima e ilegal, sin derecho a la defensa, sin abogado y no en la Fiscalía, sino en la policía política. Ese fue el punto de inflexión que me alertó. Después de otorgarme 3 traiciones a la patria, dos conspiraciones y de figurar en el expediente por el que fui a testificar, ese día supe que era el momento», recuerda. A Otero, en cambio, le demandaron por difamación tras publicar la noticia de que Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, estaba siendo investigado por narcotráfico en Estados Unidos. Cuenta que «consiguieron intervenir las instalaciones del diario y bloquear sus comunicaciones en el país».
El exalcalde de Caracas, Antonio Ledezma, tuvo una experiencia aún más cercana a la represión del régimen tras los más de 1000 días que permaneció preso. Le esperaban 26 años de prisión por traición a la patria, y huyó hasta España escondido, desde donde intenta «poner voz a los casi 8 millones de exiliados que han tenido que marcharse como hice yo». Tras la expropiación de la casa familiar y varias órdenes de extradición a las espaldas, cualquiera podría suponer que los ánimos se agotan. Pero «nada más lejos de la realidad», reprende enseguida. El exdirigente confiesa que le adolece día a día «un dolor de patria ausente»; se levanta y se acuesta «pensando en Venezuela y añorando a Venezuela, con la convicción renovada de volver».
Los tres han compartido estas vivencias e impresiones sobre el régimen venezolano en la conferencia ‘El Día que tuve que dejar mi Tierra’, que celebró ayer martes la concejalía de Cooperación al Desarrollo e Inmigración del Ayuntamiento de Gijón en el Centro Municipal Integrado de La Arena. La esperanza actual para terminar con la «banda» a la que se refieren con el actual gobierno de su país, pasa desde las últimas semanas por las («enésimas») negociaciones con Estados Unidos. «Maduro destruyó el 82% del PIB del país, mientras que Alemania terminó la Segunda Guerra Mundial con un 75% menos de su PIB», compara Otero. «Sin producción, sin industrias y sin reservas internacionales en el Banco Central del país, no tiene otra fuente de ingresos que EE.UU., quien exige unos comportamientos», comentan. Con las sanciones norteamericanas y la situación actual de protestas en el país, los tres ven «nueva luz» en el camino.