Familias de hombres, de mujeres, familias de uno, familias que cambian porque el vocablo es vivo y con formas diferentes por mucho que algunos sigan queriendo quedarse en el pasado
En estos días, si nos imaginamos una familia en Navidad, la mente de muchas personas se sigue yendo a la fotografía “clásica” donde el papá, la mamá y sus pequeños y pequeñas se reúnen con abuelos, hombre y mujer, y hermanos, con sus respectivas parejas de distinto sexo, aliñado con turrones, champán, jamón y demás viandas. Sin embargo, la familia que terminó el año 2023 se aleja poco a poco de patrones de entonces.
Los modelos de familia están evolucionando rápidamente en los países de todo el mundo, sobre todo, gracias a la defensa de los Derechos Humanos, en Europa. Aunque el cambio familiar en sí no debería constituir algo excepcional, ya que la familia siempre ha sido una institución dinámica que ha ido evolucionando acorde a los tiempos, las transformaciones acaecidas durante las últimas décadas han sido particularmente rápidas. Si echamos la vista atrás, hace unas pocas decenas de años, todas las personas que estáis leyendo este escrito – gracias – os imaginaríais un modelo de pareja casada en la que el hombre era el sostén de la familia, desde el punto de vista económico y de liderazgo. Hoy en día, no es así. Los comportamientos de pareja han cambiado de manera vertiginosa, con grandes evoluciones en la organización interna de las familias, en especial el modo en que se reparten y comparten las responsabilidades, tanto desde el punto de vista económico como de cuidado. Con mucho camino por recorrer, se debe valorar la lucha de la sociedad, encabezada por las mujeres, por un cambio hacia una corresponsabilidad familiar igualitaria en la labor doméstica y en el cuidado, hacia una casa que es de todos, no del hombre y una trabajadora. Mucha lucha queda para eliminar la desigualdad doméstica, no obstante, debemos darnos cuenta lo lejos, a pesar de la proximidad en el tiempo, están los anuncios de sofá, copa y puro del hombre que llega a casa después de trabajar. Debemos seguir luchando no solo por la igualdad entre paredes, sino por la igualdad como justicia, pues una sociedad desigual es imperfecta.
La familia también ha cambiado en la forma: menos matrimonios y más tardíos, con un crecimiento constante de parejas al margen del marco legal del matrimonio. Muchos niños y niñas que viven con padres y madres sin estar casados, niños y niñas en familias monoparentales, monomarentales o nuevas familias reconstituidas, en donde se juntan descendientes de diversas parejas, fiestas en donde no hay peques correteando por la casa porque así ha sido elegido, o bien son estas propias fechas las que se habla de futuro y familia. Familias de hombres, de mujeres, familias de uno, familias que cambian porque el vocablo es vivo y con formas diferentes por mucho que algunos sigan queriendo quedarse en el pasado.
Formas cambiantes también de componentes. La Iglesia sigue manteniendo y promoviendo la igualdad de los seres humanos, reafirmado con la noticia en donde se “puede” otorgar la bendición a las parejas homosexuales, por supuesto sin hablar del matrimonio, pues el amor y la deidad solo entiende de varones y mujeres conviviendo y retozando, la piel homosexual, el deseo pecaminoso, se aleja de patrones de poder eclesiástico y del sí quiero en el altar de una religión que sigue teniendo miedo al amor. A pesar de eso, los matrimonios en España de personas del mismo sexo, fuera de la Iglesia, han ido creciendo gracias a la legislación del Gobierno de Zapatero, quien hizo de España un país avanzado en Europa. Como existe un aumento en familias multiculturales. El número de la presencia de extranjeros sobre la población total hace posible, no solo el crecimiento registrado en España, sino también el aumento de familias de miembros de diferentes nacionalidades. Porque la familia no entiende de sexo ni de raza, porque la familia es un conjunto de personas unidas por el parentesco, por el amor, por el cariño, por la convivencia… una esfera imperfecta compuesta por la totalidad de sus miembros.
España ha experimentado una modernización de la institución familiar que ha propiciado unos roles de género más igualitarios, mayor aceptación de las diversas formas familiares y una liberalización en las uniones de personas y cómo llevarlas a cabo. Se ha pasado paulatinamente de la imagen de novia de blanco princesa y novio esperando a la hembra que llega al altar, con la benevolencia del padre, poseedor de la hija, quien “da” a otro varón sonando los acordes, a diversas formas de convivencia, lícitas gracias a la modernización de las leyes del matrimonio y divorcio, así como el cambio de valores y actitudes de la población española.
Lo que no ha cambiado es la valoración de la familia y la vida familiar. En 2021 el porcentaje de españoles que considera a la familia muy importante en su vida y confían plenamente en ella era del 87%. Con un gran componente de solidaridad familiar, cada vez que España, o un miembro de una familia, atraviesa una crisis económica, el grupo resurge como una estructura de apoyo básica en el día a día de los miembros que precisan el sustento. Pasó en 2007, ocurrió en la crisis del COVID19 y se mantiene en esas pequeñas crisis calladas y unitarias en donde la red familiar actúa como sustento económico, anímico, así como de buscador de oportunidades nuevas que hagan salir del atolladero a sus componentes.
Tampoco cambian en estas fechas los “problemas” navideños familiares: el cuñao que va a dar la paliza de turno, el reparto de tareas que, cual conquista de espacios, se llenan de excusas para evitarlas, los horarios y las tardanzas de unos, la pesadez del horario de otras, la elección de sitio en la mesa, la vajilla de alta alcurnia de la que, como cada año, nadie se percata, los enfados que ni las uvas pueden borrar, las protestas sobre lo que se echa a cada uno de ese plato especial, el ladrón insensato que repite provocando el tumulto, las mesas alargadas en donde las generaciones conviven a la distancia, aquí los mayores, allá las nuevas generaciones, y pobre del esquinado entre unos y otros, pues se sentirá perdido entre dos mundos, el vino que se prueba cual entendedores, mirando etiquetas y mascullando, el cava que no champán o el champán que no cava, “de Cataluña ni agua” – Está rico este aceite. – Es de Girona – ¿Y esta pera de la macedonia? – De Lleida – la política que ni se toca, pues ya dijo la RAE que polarizar es la palabra del 2023. Y, como cada año, para algunas personas la primera vez, el acordarse de los demás, de aquellos que se fueron en silencio mientras grita su ausencia.
Todo eso es familia navideña, todo eso es lo que ocurre en estos días, todo eso es navidad.