El grupo de familias, profesores y directivos afectados por el cierre de la escuela organizan una pegada de carteles para exigir “agilidad en las obras”: “Otro curso así no es asumible”
La madrugada del 12 de enero de 2023, la planta baja del aula de Infantil del colegio gijonés Rey Pelayo se vino abajo de forma repentina. No hubo que lamentar daños personales, ya que el incidente se produjo fuera del horario lectivo y no había alumnos ni profesionales en la escuela en aquel momento, pero la rutina de los 135 niños que aglutina el centro educativo cambió drásticamente desde entonces. Hoy se cumple un año desde el accidente y, en palabras de la presidenta del AMPA, Carla Gallego, «seguimos en la casilla de salida». Ese sentir común ha hecho a parte de las familias, los docentes y el equipo directivo afectados organizar una pegada de carteles a las puertas del edificio para exigir a las administraciones «que empiecen ya la obra y dejen de pasarse la pelota», ya que «estar otro curso completo más en esta situación no es asumible», lamenta la representante escolar.
Los padres y madres del centro aseguran que el tiempo no ha hecho que sus hijos «se olviden de su colegio», sino más bien todo lo contrario. «Muchas veces llegamos a casa y te preguntan con ansia: «¿pasaste por el colegio? ¿empezaron ya las obras?»», comenta Gallego. La situación de intranquilidad para los benjamines del Rey Pelayo, amigos y compañeros entre sí, tampoco se suavizó con las Navidades. Ellos fueron los encargados de protagonizar el encendido oficial de la iluminación para las pasadas fiestas y, al pasar por delante de su escuela durante el recorrido en autobús que sucedió al acto inaugural, «los lamentos y los gritos eran increíbles», recuerda.
Para este grupo de padres y escolares del barrio del Llano, el problema en la gestión de las obras reside en «una falta de coordinación inicial entre la Consejería y el Ayuntamiento de Gijón». «Sabemos del compromiso entre ambas administraciones por involucrarse en la reparación cuanto antes, pero el Principado ya debería haber adjudicado el contrato de la obra en vez de esperar la llegada de fondos europeos al Ayuntamiento por el proyecto de renovación integral», lamenta la madre afectada. Según el AMPA del centro, ya se sabía «desde hace meses» que el proyecto de subvención europea «se puede hacer con la escuela en funcionamiento y los niños dando clase, sin necesidad de que la consejería esperase».
No entienden a qué responde la actual demora que mantiene a los estudiantes repartidos entre los centros de La Escuelona y El Llano, «con hermanos reasignados en colegios distintos» y malestar entre el alumnado. «No tienen un espacio en común en el que reunirse y eran sus compañeros de colegio, se veían todos los días. Las instituciones no entienden que para estas cuestiones los libros dejan de ser importantes y el bienestar en lo personal se vuelve esencial», zanja la presidenta escolar. Ahora, su mayor petición pasará por terminar el próximo curso académico en «su colegio de siempre» al no poder aspirar a comenzarlo, ya que «a estas alturas, resulta imposible».