Comprometida desde su juventud con la lucha obrera y antifascista, la langreana ha muerto esta madrugada, a la edad de 93 años
La izquierda asturiana está hoy de luto. Tras 93 años de vida, el grueso de ellos combatiendo desde las filas del comunismo, Ana Sirgo Suárez, más conocida como Anita Sirgo (Langreo, 1930), fallecía la pasada madrugada. Y, con ella, lo hacía una de las figuras más emblemáticas de la lucha obrera y antifascista en la región, además de uno de los rostros más significativos de la célebre ‘Huelgona’ que, en la primavera de 1962, llevó a miles de mineros a suspender la actividad para protestar por el despido de ocho compañeros del Pozo Nicolasa, consecuencia directa de las restrictivas medidas impuestas por el Plan de Estabilización de 1959.
Nacida en la parroquia de El Campurru de Lada un 20 de enero, hija de mineros e influida por el pensamiento comunista de sus progenitores, Sirgo tuvo que sufrir en su niñez la huida de su padre al monte para sostener la lucha guerrillera contra el Régimen tras la derrota republicana en la Guerra Civil, y su posterior fusilamiento en 1947, además de la detención de su madre en la cárcel de Arnao. Tras contraer matrimonio en 1950 con el también minero Alfonso Braña Castaño, su compromiso con el Partido Comunista de España se incrementó, hasta alcanzar su cénit en 1962. De hecho, en el transcurso de la ‘Huelgona’ organizó los grupos clandestinos de mujeres que apoyaron desde la retaguardia a los manifestantes, y llegó a lanzar mazorcas de maíz a los esquiroles, acusándoles de «gallinas». Inlcuso protagonizó, con otras cuarenta mujeres, un encierro histórico en la Catedral de Oviedo.
La reacción de la dictadura no se hizo esperar. Por todo ello fue detenida, rapada y torturada por las autoridades franquistas; en el transcurso de los interrogatorios, durante una paliza, perdió la audición del oído izquierdo. No obstante, no delató a ninguno de sus compañeros. Tras un periodo de exilio en París, que compartió con Santiago Carrillo y durante el cual aprendió a leer y a escribir, en 1966 Sirgo regresó a España. Detenida de inmediato, pasó otros cuatro meses en prisión, aunque tampoco esa experiencia mermó su fervor. A partir de ese momento, tanto en los estertores del Régimen como en tiempos de la democracia, participó en múltiples manifestaciones, protestas e iniciativas reivindicativas. Tanto es así que en 2013 fue una de las firmantes de la causa contra los crímenes del franquismo investigados por la jueza argentina, y al año siguiente participó en el viaje a Madrid del ‘Tren de la Libertad’.
De entre las múltiples condolencias que proliferan desde que se conoció la noticia, una de las más destacadas ha sido la del presidente del Principado, Adrián Barbón. «Hoy, todos los demócratas debemos honrar su ejemplo, porque su ejemplo vivirá siempre. Una referencia insustituible en la lucha durante la larga noche de la dictadura franquista. Mi más sentido pésame a su familia y a su otra familia de vida, la política y sindical, la representada por el PCE, IU y CCOO, en las que militó hasta el último aliento a favor de la justicia social», ha expresado en su cuenta de la red social X. Y ha recordado que Sirgo «sufrió humillaciones y represión por defender la Libertad».