A punto de cumplirse una década del movimiento que tumbó el anteproyecto de ley del aborto de Gallardón, la Tertulia ‘Les Comadres’ y la Asociación Barredos replicarán aquel viaje a Madrid el 1 de febrero
Begoña Piñero Hevia lleva dos décadas presidiendo la Tertulia Feminista ‘Les Comadres’. Veinte años. Ahí es nada. Un margen que le ha regalado decenas de sabores y sinsabores, triunfos y fracasos, conseguidos todos en el fragor del combate por la obtención de aquellos derechos que, entiende, toda mujer merece tener. Sin embargo, de entre esa marea de recuerdos, uno despunta sobre el resto, ligado a una fecha concreta: el 1 de febrero de 2014. Ese día, lo que comenzó un mes y medio antes como un ‘calentón’ reivindicativo en una cena de la tertulia eclosionó en ‘El Tren de la Libertad’, la protesta feminista más multitudinaria jamás registrada en España hasta entonces. Un acontecimiento histórico que llevó a Madrid a decenas de miles de mujeres procedentes de todo el país, entre 30.000 y 300.000 según qué fuente se consulte, y que logró, a la postre, desbaratar el anteproyecto de ley del aborto presentado por el entonces ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. Exactamente una década después, el próximo 1 de febrero, Piñero y sus comadres, junto con sus compañeras de la asociación Mujeres por la Igualdad de Barredos, bajarán de nuevo a la capital española para recordar aquel hito que hizo temblar la estructura misma del Estado y, de paso, para presentar el libro de Carmen Suárez ‘El Tren de la Libertad. Las mujeres decidimos’.
«Parece que fue ayer… Lo tengo hablado en ‘Les Comadres’ y, si hiciese falta, lo volveríamos a hacer», reconoce, henchida de orgullo, Piñero, a quien todavía le tiembla la voz cuando recuerda aquellas intensas jornadas de finales de 2013 y principios de 2014. Por aquel entonces, y desde junio de 2010, España disfrutaba de la despenalización del aborto, conseguida durante la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero. La llegada del Partido Popular a La Moncloa en 2011 lo cambió todo. Tras varios intentos infructuosos de modificar aquella normal, el 20 de diciembre de 2013 el Gobierno de Mariano Rajoy, representado por el ministro Ruiz-Gallardón, anunció el anteproyecto de la bautizada ‘Ley de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada’, unánimemente considerada por las comunidades jurídica y sanitaria como la más restrictiva sobre los derechos de las mujeres desde el advenimiento de la democracia.
«Mesa, mantel, cena primero y comida después. Así salió lo de ir en tren a Madrid»
A Piñero y a sus compañeras la noticia las sorprendió cenando en el bar Nador, en la avenida Hermanos Felgueroso, como colofón a una conferencia que esa misma tarde había impartido la filósofa Amelia Valcárcel. Para ninguna de ellas fue una sorpresa total. «El PP siempre había amenazado con que, cuando volviera a gobernar, cambiaría la ley; era algo constante, así que estábamos en alerta», apunta. Tanto es así que, apenas un año antes, ‘Les Comadres’ habían nombrado a Ruiz-Gallardón ‘Felpeyu’ de 2012. Su presencia en televisión, anunciando el inicio del trámite para sacar la ley adelante, hizo las veces de detonador. «La algarabía que se formó fue terrible. Empezamos a gritar, a insultarle, el bar se nos unió… Fue entonces cuando dijimos por primera vez que teníamos que hacer algo, pero que no se quedase en Asturias», relata Piñero. Seis días más tarde, en un almuerzo con la Asociación Barredos en Laviana, aquella pequeña llama empezó a tomar forma de incendio. «Allí, en plena comida, salió lo de ir en tren a Madrid. Ya ves… Mesa, mantel, cena primero y comida después. A veces, así se piensan mejor las cosas».
A partir de ahí, la improvisación y la emoción iniciales dieron paso a la planificación racional. «En principio, calculamos que seríamos cien mujeres entre las dos asociaciones, así que reservamos 150 plazas en el tren», detalla. Esas estimaciones no tardaron en verse desbordadas. En cuanto se corrió la voz de lo que se pretendía hacer, de todos los rincones de España llegaron mensajes de apoyo y pretensiones de sumarse. Incluso de fuera del país, pues en no pocas ciudades europeas hubo gestos de solidaridad con el movimiento y sus responsables. Es más, «el primer mensaje que recibimos era de Argentina; lloré, y todo». Por fin, el 31 de enero de 2014 la delegación asturiana partió con rumbo sur, en un convoy de RENFE en el que «coincidimos con algunos de los miembros del PP que iban al Congreso de Valladolid; estaban hasta los concejales populares de Gijón de aquel momento, pero el trato fue cordial». En la capital castellanoleonesa, donde hicieron noche, «nos recibieron con gritos, que no sabíamos si eran a favor o en contra; cuando comprobamos que eran los primeros, fue un subidón de adrenalina». Y a la mañana siguiente, una vez reemprendida la marcha, llegaron, por fin, a Madrid.
Se pidió la ausencia de símbolos políticos para no desvirtuar el mensaje
Es difícil describir el cúmulo de emociones que las embargó entonces. Ya al desembarcar en la terminal de Atocha «nos dieron la bienvenida por megafonía, y los trabajadores nos saludaba con el pulgar en alto. Si no fuera porque no me podía parar a llorar, me habría quedado sin lágrimas». Y de la estación, a las calles. Marchando a la cabeza de la masiva manifestación, «sin tener ni idea de todo lo que venía detrás», Piñero, ‘Les Comadres’, las mujeres de Barredos y los miles de personas comprometidas con su causa clamaron a una contra la intención del Ruiz-Gallardón. Incluso prominentes figuras de la política y el sindicalismo nacionales, como Gaspar Llamazares o Elena Valenciano, se sumaron a la acción, aunque «les pedimos que no llevasen emblemas; no queríamos politizarlo. El lema era ‘Yo decido. El Tren de la Libertad’, y había que respetarlo». La lectura en plena calle del manifiesto ‘Porque yo decido’, escrito por Alicia Mirayes y registrado en el Congreso de los Diputados, arrancó lágrimas encendidas. Y las consecuencias, aunque no inmediatas, sí fueron radicales: el 23 de septiembre de 2014, casi ocho meses después, Rajoy decretaba la retirada del anteproyecto.
Diez años después de aquella gesta, que ya figura en los libros de historia, sus ecos todavía resuenan en la sociedad… Y también su influencia ante el reto de combatir las desigualdades y discriminaciones que perviven en el país. «Nuestra agenda sigue llena de motivos de lucha. Estamos comprometidas con la abolición de la prostitución, contra los vientres de alquiler… Aparte de que vemos que los machistas siguen asesinando, siguen violando y haciendo las atrocidades que hacen con nosotras. Tenemos mil frentes abiertos», destaca Piñero, tan o más combativa que aquel 1 de febrero de 2014. En todo este tiempo el recuerdo de la marcha ha estado presente constantemente, tanto en su propia mente como en el fondo de la asociación. Y, con él, una gran pregunta, que ella misma y muchas de sus compañeras de lucha se formulan a menudo… ¿Sería posible volver a hacer algo semejante en el año 2024?
«Hoy hay jóvenes comprometidas, mucho más preparadas que nosotras y que no parten de cero»
«Si hubiera una agresión contra nuestros derechos tan seria como lo fue aquella, necesito creer que sí», apunta, no sin antes tomarse unos segundos para meditar la respuesta. Por suerte, parece que hay cantera entre una juventud cada vez más concienciada de la urgencia de atacar esas lacras sociales. «Hay muchas mujeres jóvenes comprometidas e implicadas, aparte de mucho más preparadas de lo que estábamos nosotras cuando empezamos», concede Piñero, optimista. También está la ventaja del contexto, ya que en los comienzos del movimiento feminista «partíamos de cero, no como ahora. Las jóvenes de hoy tienen referentes, como lo fue el ‘Tren de la Libertad'». Un poder de referencia, el de aquella movilización, que este mismo miércoles recibía un espaldarazo, después de que el Pleno de Gijón aceptase un ruego presentado por la concejala socialista Carmen Eva Pérez Ordieres para dedicarle un homenaje en la ciudad en la que nació. La propia alcaldesa, la forista Carmen Moriyón, fue categórica en su postura: «Sí, sin condiciones».
Piñero, cómo no, está agradecida. «Creo que el movimiento feminista se merece todos los reconocimientos del mundo», considera, sin esconder que, cuando se inauguró en el ‘solarón’ el parque del ‘Tren de la Libertad’, allá por 2016, «nos prestó mucho, porque en Laviana ya lo tenía». Es, en definitiva, un aliciente más para proseguir en la brecha, combatiendo por esa causa global que es la plena paridad entre ambos sexos. «El feminismo es internacionalista, y mientras cualquier mujer esté sometida bajo el yugo del machismo, el ‘Tren de la Libertad’ seguirá circulando».