«Un estudio del CIS refleja que el 44% de los hombres considera que se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad que ahora se les está discriminando. Podemos escudarnos en que el 87% de los que declararon haber votado a VOX están de acuerdo con esta afirmación, pero, sea cual sea el porcentaje de votantes, el número es tremendamente preocupante»
Me siento discriminado por ser hombre. Me he dado cuenta del trato injusto que estoy sufriendo, perjudicado tan solo por mi sexo, tan solo por haber nacido en un cuerpo de hormonas hipofisiarias, sustancias testosterónicas que han hecho que tuviera que luchar, demostrar, romper techos para lograr equipararme a las mujeres. A veces me pregunto el porqué, por qué me siento como apartado de los núcleos de poder o de las opiniones más valoradas sin tener, o creer no haber tenido, merecimiento alguno para ello. Ocurre en algunas ocasiones. En muchas otras he normalizado la situación, pienso que es lo lógico, lo dictado, lo establecido, el habitual «algo habré hecho». Quizás no sea, como creo, estigmatización, sesgos, estereotipos, sino proveniente de diferentes capacidades, al final, es verdad, somos distintos, Dios, bendita Iglesia dando luz, nos ha hecho hombre y mujer por algo. Sin embargo, ante todo eso, cuando lo razono, me revelo y grito en mi silencio que no es verdad, que no es justo, que estoy sufriendo la desigualdad por el mero hecho de pertenecer a un grupo varonil arrinconado.
Ser hombre me perjudicó siempre a la hora de conseguir un empleo, más cuando tenía menos años y me preguntaban, sin miramientos, si quería ser padre, incluso sabiendo la entrevistadora que solicitar estos datos para el acceso al trabajo puede entenderse como una infracción muy grave acorde a la Ley de Infracciones y Sanciones de Orden Social, vulnere la Ley para la igualdad efectiva de hombres y mujeres y vaya en contra de la Constitución Española, al poder ser la respuesta dada motivo de decisión de las jefas.
Ser hombre hace que cobre menos, por muchas razones, por una diferente distribución laboral y composición del empleo y también porque nos insertamos laboralmente en peores condiciones y/o en sectores masculinizados. El cuidado también es nuestro, así como sus trabajos, habitualmente de poco valor añadido y bajos salarios. El 75% de la contratación a tiempo parcial tiene nombre de varón. Esto ocurre porque no encontramos un empleo a jornada completa (el 51% de los hombres) o por tener que cuidar a personas menores, enfermas o mayores (el 16%), no porque queramos estar más en casa, que alguno habrá.
Ser hombre me hace escuchar frases cotidianas y ver usos del lenguaje discriminatorio, sin maldad, claro, aunque sea sabido que el lenguaje condiciona y construye la manera de mirar el mundo y, por tanto, qué o cómo decir las cosas configure nuestra realidad. Cuando llegaba el último en una carrera, se reían de mí diciendo “corres como un hombre” o, cuando me hacía daño, rompiendo mis rodillas en el patio, me señalaban al “llorar como un niño”. Fuera del cole, todavía en mi infancia, si me portaba un poco tosco en un restaurante o en la casa de alguien mis madres me decían “compórtate como un señorito” pues es sabido que los niños deben ser discretos y refinados. A medida que fue pasando el tiempo, me di cuenta que parecía no existir en la sociedad. Usando siempre el femenino, desaparecía dentro del genérico plural de las oraciones, “Todas las alumnas tenéis que traer…”.»preparadas, listas, ya» Con la adultez no entendí que el “cojonudo” fuera algo aburrido y el «coñazo» lo más divertido del mundo, el vocablo “zorro” peyorativo y “zorra” sea lista o “gobernante” como limpiador de habitaciones, mientras que la “gobernanta” es la persona que gobierna.
Ser hombre permite a las mujeres silbarme por la calle, decir a voz en grito “quién te pillara” o “dime cómo te llamas y te pido para Reyes” , dardos lanzados por las mujeres para afianzar egos, para acrecentar el sentimiento femenino, haciéndome sentir a mí, varón, el centro de la escena sin quererlo, convirtiéndome en un deambulante trozo de carne por el que suspiran las féminas con cara de atolondradas y risas de absurdez. Lo mismo me pasa por la noche. Tengo siempre que, estando con mis amigos, aguantar preguntas tras preguntas, toques sutiles tras toques sutiles y al intentar rechazarlas, hacerlo con suavidad, pues si no sería un estirado o un frígido, ¿quién va a rechazar el espíritu poderoso femenino?
Ser hombre hace que camine con miedo por la noche. El feminismo alimenta la sensación de propiedad sobre mi persona y, por lo tanto, según como vaya, porque la ropa también influye en lo que sugerimos o provocamos, lo que se posee, se usa. Por eso intento ir siempre con otros amigos, hacer que estoy hablando por teléfono con mi mujer o bien intentar no llegar tarde a casa por el miedo a encontrarme mujeres piropeantes absurdas, sabedoras que los miedos dan mayor sensación de poder a quien lo provoca.
He visto como los hombres mueren a manos de sus mujeres y conozco a otros que no han denunciado a sus parejas por miedo o incluso porque entienden que la violencia que ejercen sobre él en sus casas, tras esas paredes calladas, no es lo suficiente grave o es normal. Incluso se culpabilizan por entender que han sido ellos los causantes de la reacción violenta por alguna actuación inadecuada: llegar tarde sin avisar, ir con una amiga a cenar, no saber bien la comida servida en la mesa, recriminarle actitudes a la mujer…
Dolientes ironías aparte, lo anterior viene dado por el estudio del CIS en donde refleja que el 44% de los hombres considera que se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad que ahora se les está discriminando. Podemos escudarnos en que el 87% de los encuestados que declararon haber votado a VOX el 23 J están de acuerdo con esta afirmación, pero, sea cual sea el porcentaje de votantes y “discriminados” de la extrema derecha, el número, aproximándose al cincuenta por ciento del total, es tremendamente preocupante. El retroceso en el pensamiento social sobre la batalla por la igualdad es negativamente muy significativo y, desde mi punto de vista, puede ser debido a la resistencia que está provocando la pérdida de privilegios ancestrales y al uso ideológico de un derecho fundamental: todos y todas somos iguales. El ecologismo, los derechos LGTBI, la igualdad, se han convertido en lugares de combate político, haciendo que se generen posiciones muy enfrentadas e intentando llevar a la sociedad a cada uno de los rincones ideológicos. Todo enfrentamiento enquistado hace que sea muy difícil generar propuestas y actuaciones comunes, todo enquistamiento mantenido lleva a empeorar la situación.
La resistencia de las clases dominantes no es nuevo, los mensajes contra derechos tampoco, la cuestión es la asimilación de esos mensajes y el miedo constructor de odios. Es ahí donde la extrema derecha está atacando y está viviendo. Edificando, de manera callada o gritando, una forma de entender el mundo, haciendo llegar las ideas ultras hasta naturalizarlas, insertándolas en el ahora como lluvia fina para quedar en lo más profundo de nuestra psique. Un ejército de hormigas intentado construir, sin parar, sin quejas, una estructura social con el fin de calar en la ciudadanía mensajes tan significativos y demoledores como “los privilegios de las mujeres”. La derecha llamada tradicional favorece y participa de este error. Colabora en el mismo fin, queriendo o no, ya que, formando parte de los gobiernos de la extrema derecha y acompañando sus políticas, blanquea las acciones, difunde sus ideas del mundo, las intentan hacer más digeribles, adopta su programa, sin darse cuenta que poco a poco, el postulado de la ultra derecha está calando en nuestro mundo y con él conformando modelo de sociedad.
Soy hombre, estoy discriminado desde mi trono social del que no quiero bajarme.
Lo preocupante es el otro 66%. ….lo preocupante eres tú…No…no somos «machistas y retrógrados» ni os.tias en verso. Es que NO compramos el producto caducado, sectario, no igualitario e insultante que venden.
Ironías a parte, si te sentirías de verdad discriminado si pasaras una noche en la cárcel porque una mujer por venganza te denuncia por malos tratos sin prueba ninguna, si se llevan a tus hijos y no los vuelves a ver porque su madre dice (otra vez sin prueba ninguna) que los maltratas, y después se demuestra que esas mujeres pusieron una denuncia falsa porque lo único que quería era vengarse de ti, esas mujeres se marcha de rositas para su casa, pero tu ya pasaste por la cárcel o ya estuviste años sir ver a tus hijo y nadie te va a pedir perdón por ello… con este nuevo feminismo inventado por los nuevos partidos de izquierdas, los hombres simplemente por el echo de ser hombres sois violadores y maltratadores… si eso no te parece discriminación espera que te pase alguno de esos casos (yo conozco a hombres que les ha pasado) y ya me contaras