Los gijoneses Jonathan de Lucas Llorente y Sara Lozano López se alzaron subcampeones en la disciplina coreana a nivel nacional el pasado mes de diciembre: «Hay que aprender de la Xunta, ayudan a los deportistas que vuelven con medalla”
El recorrido que ha llevado a los gijoneses Jonathan de Lucas Llorente y Sara Lozano López hasta el podio nacional del taekwondo solo se explica con una de esas historias en las que no todo ha sido fácil y las circunstancias requerían estar a la altura para superarse. Desde que en 2022 los dos maestros del arte marcial coreano aterrizaron en el escenario de la competición nacional “a tope”, la lluvia de medallas se ha ido sucediendo desde entonces y ha terminado salpicando a algunos de sus alumnos del club Ketan, ubicado en la calle Piles en el barrio de La Arena. Triunfos en Avilés, Pontevedra, Pamplona, el Campeonato de Asturias… Que cuelgan en la pared del local con orgullo. Pero hay dos, las favoritas y más recientes, las que les hacen sonreír satisfechos y les convirtieron en subcampeón y subcampeona de España en la categoría poomsae individual senior 2 el pasado mes de diciembre.
Ese reconocimiento simboliza el esfuerzo, dedicación, horas, sacrificios, formaciones, títulos y aprendizajes que les han llevado a constituirse como el club de referencia que hoy son para el taekwondo español. Por eso hablan de sus hazañas competitivas con humildad, pero aquella del que conoce la magnitud de las cosas que ha logrado, muchas de las cuales “no habían sucedido nunca en el taekwondo asturiano” hasta su llegada. Para entender su superación hace falta remontarse hasta 2017, cuando el viento estaba en contra. Jonathan trabajaba a las órdenes de su maestro en otro gimnasio gijonés especializado en taekwondo, un hombre de origen coreano y actitud “hermética y anticuada”. “Nos tenía en una burbuja en la que no pasaba el tiempo, no le interesaba la competición y estábamos completamente desactualizados en cuanto a técnicas y normas, realizábamos cosas que llevaban prohibidas en los reglamentos oficiales desde hace 15 años”, recuerda Llorente.
Sara era alumna en esa misma escuela y compartía el mismo cansancio que él, lo que se convertiría en el motor de su proyecto conjunto. Pero si en enero inauguraron el gimnasio, en el mes de octubre empezó a notar síntomas extraños en sí misma. Pérdida del equilibrio, parálisis… Que tendrían causa en un neurinoma acústico vestibular gigante, un tumor no canceroso que se desarrolla en el cráneo provocando la obstrucción del nervio auditivo y el nervio vestibular correspondiente al equilibrio.
A partir de ahí comenzaría un periplo médico para la pareja que se acabó traduciendo en un mes de ingreso en el HUCA, cinco operaciones (algunas de hasta 12 horas), el implante de una pesa en el párpado a consecuencia de la parálisis facial, y un largo etcétera de cambios que Sara explica con aire imperturbable y sereno. “El taekwondo también te enseña esto, a ver qué es lo mejor que puedes dar de ti mismo para superarte y tirar hacia adelante”, argumenta. Al mes siguiente ya estaba intentando ponerse al día con sus entrenamientos, a pesar de tener a los médicos sorprendiéndose por no estar mareada con solo mover la mirada debido al tamaño del tumor. “En las artes marciales el equilibrio, la agilidad en los giros y movimientos… Eso lo es todo y justo aquello en lo que yo estaba peor, pero lo que queda es machacar el doble los ejercicios, no queda otra”, sintetiza.
El taekwondo también te enseña esto, a ver qué es lo mejor que puedes dar de ti mismo para superarte y tirar hacia adelante”, cuenta Sara
A partir de ahí y al poco de salir del hospital también llegarían las primeras inmersiones en el mundo de la competición, teniendo que poner mucho de su parte para “borrar vicios técnicos heredados de antes” y alcanzar el nivel requerido para salir de Asturias. Paradójicamente, el Principado “es una de las primeras comunidades autónomas en las que más tiempo lleva establecido el taekwondo” y, sin embargo, ambos consideran que sigue tratándose de un deporte minoritario al que “nunca se le dio visibilidad”.
“El karate o el judo calaron más a nivel regional” y por ello hablan de su disciplina como la “gran olvidada de las artes marciales”. Ellos están buscando la manera de darle su lugar a base de éxitos, de acudir a cada campeonato a “ver y aprender” y contribuir a el mapa del taekwondo español incluya al Principado. Sirven como ejemplo las tres visitas que Alex Marín, campeón del mundo de taekwondo en la modalidad de poomsae, realizó al club gijonés por iniciativa e insistencia de Jonathan y Sara.
Competir también les ha hecho ser más conscientes de la realidad del alto rendimiento; “no sale rentable para el negocio” y las administraciones asturianas no ayudan. Desde que empezaron su actividad, no han percibido “ni un céntimo en ayudas a la competición”. Dentro de su disciplina piden tomar el ejemplo que ven en los gallegos, que constituyen la federación de este arte marcial “más fuerte a nivel europeo ahora mismo” y cuentan con mayor impulso por parte de la Xunta, ya que “proporcionan ayudas a los deportistas que vuelven a casa con medallas y según sus resultados deportivos”. Aunque el hambre de medallas permanece intacta. Sara confiesa que mantendrá “el oro en la mente” hasta el próximo Campeonato nacional de Selecciones en mayo, porque lo importante para ambos pasa por la lección adquirida cuando todo estaba en contra en sus inicios, que consiste en «competir contra ti mismo».