La AMPA del Batalón tiene alma gaditana y es peleona, busca huir del conformismo en la temática carnavalera, y este año se negó a esquivar el grave problema de la gentrificación en Cimavilla
La animosa reciella del Colegio Público Honesto Batalón no faltó a su cita anual con ese Antroxu playu emparentado con la tradición más populosa y el desfile y actuación infantil de disfraces en el Teatro Jovellanos. Compartieron tablas con ocho centros escolares de la ciudad en una mañana de sábado presidida por su Excelencia la Sardina Turbu. La AMPA del Batalón tiene alma gaditana y es peleona, busca huir del conformismo en la temática carnavalera, y este año se negó a esquivar el grave problema de la gentrificación en Cimavilla. La palabra de marras se las trae pero usted ya sabe que la gentrificación supone un doloroso desplazamiento de la población original de una zona o barrio motivado por infames intereses inmobiliarios que convierten, también en el caso gijonés, hogares en pisos turísticos. Disparando los precios de compra y alquiler. “Es el mercado, amigos”, decía un delincuente que llegó a ser vicepresidente y ministro de economía en Españaza. Mercado marcado por los mismos tahúres de siempre.
Desfilaron a la hora del vermú por el escenario del Jovellanos una suerte de Barbies, que a buen paso y al ritmo de Aqua ejercían de turistas con cargadas maletas de ruedas. Contaban entre su huestes o aliados, los del Honesto, con Pelayo y el homenaje a la cantante María Jiménez, sumaban esfuerzos La Guapa y Rambal paseando Vicaría arriba.
Enredados en una coreografía que acompañaba a la perfección la letra del mensaje más directo que hoy se puede lanzar a toda bajovilla, con mazcaritos o sin ellos: “Vamos pa Xixón que mola mogollón. Cimavilla es una maravilla. Alubias pa cenar, ¿qué puede pasar?, en la terracita pon la rebequita. Ya tan equí los foriatos otra vez, van cerranos el cole pa poner pisos turísticos. ¿Cómo ye ho? Se acabó. Si te pasas por Cimata, ten cuidado con las cacas y con los cristales que la plaza está petada. Los turistas nos invaden, el encanto de Cimata se esfumó, se quedó vacía y sola. Desahuciados los vecinos pero yo vetaré cadenas y erbiembis pa recuperar la esencia de Xixón. Compraré en las tiendinas y así haré que mi barrio sea otro. Tú no me vengas con pamplinas de que no llega el presupuesto que pa poner banderonas estás siempre muy dispuesto. Ni grafitis, ni pintadas, quiero más bien un artista que se deje de tontadas y ponga guapa la pista. Se acabó. Porque yo se lo propuse al edil, un autobús para mi barrio y una cocina para el comedor escolar. Con comida calentina y olvidar la comida envasada. Y ahora ya, y ahora ya. Mi barrio es otro. Se acabó”.