Los votos favorables de IU, PSOE y Podemos, junto con la abstención del Gobierno, sacan adelante una propuesta que, en origen, el primero de dichos partidos quería aplicar a la actual estación provisional
Queda aún mucho camino por recorrer hasta que la futura estación intermodal de Gijón se haga realidad. Por lo pronto, las estimaciones más optimistas de cuantas maneja el Principado señala otoño del próximo año como el momento en que se tendrá el proyecto. Sin embargo, lo que ya parece una certeza es el nombre que dicho equipamiento lucirá. Porque esta mañana, en el transcurso del Pleno ordinario celebrado en el Ayuntamiento de Gijón, el Gobierno ha dado su visto bueno a la propuesta de Izquierda Unida (IU) para bautizar el equipamiento como ‘Estación Rosario de Acuña’, en recuerdo de la escritora y periodista fallecida en la ciudad en 1923. La cuestión, eso sí, ha salido adelante con los apoyos de su grupo impulsor, de Podemos y del PSOE, con el voto en contra de Vox y con la abstención de Foro, PP y del concejal no adscrito Oliver Suárez, y sólo después de aceptar una enmienda de los socialistas que modificaba la voluntad inicial de IU de que el nombre le fuese otorgado a la estación provisional hoy operativa.
Curiosamente, en un primer momento dicha enmienda no fue aceptada, postura que Noelia Ordieres, edil de IU, defendió afirmando que «me pedían algunas personas que promovieron esta iniciativa que una de las dos estaciones, al menos, la pudieran ver con el nombre de Rosario de Acuña, porque con los años que tienen, y el tiempo que llevan la intermodal…». Esa posibilidad no sedujo a las fuerzas en el Gobierno, como tampoco a Vox, cuya portavoz, Sara Álvarez Rouco, afeó a Ordieres que «será recordada por imponer su sectarismo a base del cambio del nombre de las estaciones por un supuesto compromiso con la igualdad de género; será recordada como la concejala que veía micromachismos en el callejero de Gijón». Por su parte, la alcaldesa, Carmen Moriyón, sintetizó el sentir de las fuerzas del Gobierno indicando que, «aun estando como estoy totalmente de acuerdo, rebautizar la estación ahora que sabemos que esa provisionalidad es cierta, y que va a ser derribada, no me encaja en la cabeza».
La admisión de la enmienda del PSOE, centrada precisamente en trasladar el nombre no al equipamiento actual, sino al futuro, cambió por completo la percepción del Gobierno, lo que ha posibilitado su aprobación final.