
«Todas las iniciativas están orientadas a los flujos turísticos, olvidando por completo a los 2509 habitantes censados entre Los Remedios y La Soledad, de los cuales 533 son ancianos; sin transporte público ni centro de salud»
En el barrio alto sobran las vecinas y vecinos. Hoy, lo único importante para este y el anterior gobierno municipal es el turismo, tema prioritario y ocasional maná que «viene a solventar» los planes de aquellos que no tienen plan alguno. Ni a corto, ni a medio ni a largo plazo. FORO y PP rechazaron el pasado miércoles la petición de la Asociación Vecinal de Cimavilla «Gigia» que solicitaba habilitar un local en un espacio municipal para los mayores del barrio. La propuesta en la voz del presidente de la asociación, Sergio Álvarez Barrera, contó con el apoyo de Izquierda Unida, Más País, Izquierda Asturiana y Podemos. Javier Suárez Llana y Olaya Suárez (concejales de IU y Podemos) y el propio Barrera recordaron la situación de las personas mayores en un barrio en el que todas las iniciativas están orientadas a los flujos turísticos, olvidando por completo a los 2509 habitantes censados entre Los Remedios y La Soledad, de los cuales 533 son ancianos. Sin transporte público ni centro de salud. A juicio de Sergio Álvarez Barrera, «les debemos lo que somos y viven ignorados, desahuciados». A juicio de Sergio y de cualquiera que tenga un mínimo de empatía o cierta decencia cívica.
Merecen el respeto que por el momento les niega la munícipe de servicios sociales y vivienda: María de los Ángeles Fernández-Ahuja, la edil plantea retomar esta justa reclamación en un futuro, disfrazando ese incómodo no rotundo, escondiéndose en una fecha que no existe. Es curioso, menta Fernández-Ahuja, el futuro para los que necesitan apurar el presente. Esgrimen desde el Gobierno local, con insolente cinismo, que la proximidad de ese centro con servicios públicos desbarata la inversión alejada del «parque temático» que un día fue hogar de pescadores y cigarreres en su frontera con Bajovilla y la Casa Consitorial. Fronteriza, al igual que en la novela de Cormac McCarthy, repleta de texanos, mexicanos, «balaseras» de narcotraficantes y dinero del que mancha. Fue llevada al cine con éxito en 2008 por los hermanos Coen. Con un Javier Bardem sin concesiones, interpretando a un sicario difícil de olvidar en «No es país para viejos» Cimavilla sigue sufriendo la desidia de esos políticos de tranco lento que consiguen trasladar el título del libro y la peli a una cotidianidad marcada en la tarde de hoy y la noche de mañana como infausto lema: «Este no es barrio para viejos«. Aunque es bien sabido que la paciencia termina por agotarse y la fiesta, esperada por algunos en agosto, puede trocar en calles cortadas, manifestaciones diarias y alboroto. Sin perrito piloto ni cachopo en terraza.
Que cansinos con Cimavilla!!!
El centro de Salud está a 600 metros. Puerta la Villa!!!