La que fuese coordinadora del Teléfono de la Esperanza en Gijón, y primera concejala del PCE en San Martín del Rey Aurelio, fue una figura relevante de la política y del movimiento asociativo gijoneses
La izquierda asturiana en general, y la gijonesa en particular, lloran desde ayer la muerte de María José Pablos Moreno, histórica figura de la lucha política y asociativa en la ciudad, que falleció el domingo, a los 69 años. El impacto causado por la noticia, agravado por lo inesperado de la misma, ha sido elevado; máxime a tenor de la dilatada implicación de Pablos en la lucha vecinal en Cimavilla, y de su rol como coordinadora del Teléfono de la Esperanza en la ciudad, cargo que ocupó entre 2016 y 2022. La despedida se celebrará en la tarde de este lunes, a las 18 horas, en el Salón de Ceremonias del Tanatorio Jardín de El Lauredal.
Nacida en El Entrego, Pablos reveló pronto sus inclinaciones de izquierdas, hasta el punto de convertirse en la primera edil del Partido Comunista de España (PCE) en el Ayuntamiento de San Martín del Rey Aurelio. Ya en Gijón, en 2007 concurrió a las elecciones municipales en el cuarto puesto de la lista conjunta de Izquierda Unida y Los Verdes, al tiempo que se integraba en la directiva de la Asociación de Vecinos ‘Gigia’ de Cimavilla. Una actividad que nunca la alejó de su profesión de enfermera, que ejerció hasta hace pocos años.
«Era una persona con mucha fuerza y empuje, comprometida y cargada de justicia social», la recordaba esta mañana Sergio Álvarez, presidente de la entidad vecinal gijonesa. En su memoria pervive bien nítida la estampa de Pablos asomada a la ventana de su hogar en los momentos más crudos de la pandemia. «Era mi compañera de ventana, desde donde compartimos conversaciones, y aún recuerdo la celebración de su cumpleaños un 19 de marzo, con la música y brindando… Fue una mujer preocupada por el cuidado de los demás». Sin embargo, más allá de anécdotas puntuales, en Cimavilla siempre pervivirá su carácter; el mismo gracias al cual «siempre valoraba y veía con orgullo que los jóvenes, entre ellos su sobrina Tania, hubiéramos cogido las riendas del barrio».