El debate entre los candidatos a presidente del Grupo dejó varias preguntas sobre la mesa
Lo bueno de los debates es que ponen voz y gestos a ideas en disputa, y también permiten ir más allá de lo que se ve y lo que se oye. Los candidatos a la presidencia del Grupo Covadonga dieron buena muestra de ello en el choque organizado este lunes por El Comercio en las instalaciones del club. Reinó el buen tono y la educación, y eso ya es un plus en estos tiempos que corren -véase asunto trolls-.
Dentro de la Cúpula del Trueno, cada candidato cogió la bandera de lo que se presupone que es, sin sorpresas. Joaquín Miranda, delfín de la era anterior, mostró datos para avalar su gestión como tesorero saliente y, sobre todo, mucha tranquilidad. No entró en ningún lance de los propuestos por Sarasola. Algunos podrán decir que mostró demasiada suficiencia, pero lo cierto es que Miranda se caracteriza personalmente por un orgullo que no es doloso, que no infravalora a sus rivales y que se puede resumir en ‘he venido a hablar de mi libro’ o, más bien, de ‘mis 83 puntos de programa’. Su calma, presente en todo momento -hasta regalaba segundos de su turno de intervención-, contrasta con la tensión, quizás por los nervios de la campaña, en el entorno de su candidatura, “con alguien dando algún portazo por el Grupo”, según cuentan fuentes cercanas.
El candidato Sarasola no perdió tiempo en sacar su colmillo político, bien trabajado tras ocho años de oposición municipal. Expresaba la necesidad de tomar acciones ipso facto para remontar una situación que describe de forma muy negativa y, más concretamente, como “terrorífica”. No compra la paz social, ni la solvencia económica que se vende desde el oficialismo y apretó a Miranda con su pasado: “Nos acaba de presentar un montón de proyectos que nadie sabía hasta ahora, ¿si no hubiera elecciones lo habría sabido alguien?”. Alguna pasada de frenada sí sufrió el candidato de ‘Juntos hacemos Grupo’, como en el rifirrafe por la cantidad de secciones creadas estos años, rebatida con presteza por Joaquín Miranda, que le hizo rectificar. Asimismo, volvió a erigirse como la voz del pádel y sus reivindicaciones, un deporte practicado por un gran número de socios que puede ser clave en estas elecciones.
Luis Mitre fue el agua templada entre la corriente caliente de Sarasola y la fría de Miranda. Un talante al más puro estilo de Zapatero, pero sin la misma contundencia. ‘Futuro’ fue la palabra más usada por Mitre, que dejó un regusto algo saturado tipo ‘¿Es que nadie piensa en los niños?’. Mostró predisposición y un carácter amable y constructivo pero cayó en varias generalidades (‘perspectiva’, ‘solvencia’, ‘legado’, ‘gestión’) y al final uno puede pensar que el contraste de su virtual gestión puede ser menos pronunciado que el que habría con Sarasola. La duda reside ahora en saber si los muy cafeteros que quieren un cambio drástico en la directiva se puedan sentir representados por un candidato más tibio. Aunque nunca hay una segunda oportunidad para una primera impresión, los contendientes podrán resarcirse este martes en un nuevo debate en La Nueva España. Entre tanto, miGijón quiere conocer la opinión de socios y simpatizantes en su encuesta anónima, que se cerrará el próximo sábado. Y la batalla continúa.