Por Urbano Rubio Arconada
“Asturias no ye mundial”: es la Comunidad Autónoma que peores datos tiene en salarios y crecimiento que el resto del país, según un informe que evalúa la trayectoria de las regiones españolas durante estos últimos 44 años
“Asturias no ye mundial”: es la Comunidad Autónoma que peores datos tiene en salarios y crecimiento que el resto del país, según un informe que evalúa la trayectoria de las regiones españolas durante estos últimos 44 años. El producto interior bruto ha crecido un 69,3%, la de menor crecimiento, lejana del valor medio y 3,3 veces menos que Murcia (230,2%). Respecto a puestos de trabajo asalariados ha aumentado un ridículo 23,5% mientras la media en España ha sido de un 77,3% y casi 5,6 veces menos que en Baleares.
Y si hablamos de remuneraciones de los asalariados, Asturias está también a la cola y la brecha con la mejor en esta ratio (Murcia) es de 10 veces menor. Estos datos son para echarse a temblar. A mi entender, el factor crucial para el descalabro de la región astur ha sido la desindustrialización que ha bombardeado la región dejándola un solaron de improductividad. Mas datos. Asturias es la región que más sufren los ricos y por eso es la región con menos adinerados per cápita. Asturias es la región en donde más empresas se han destruido en las últimas décadas.
Y también es donde menos empresarios hay dispuestos a emprender y a arriesgar. Y ello es culpa de los empresarios en potencia, es decir, de todos, incluido tú mismo, sí, tú. El empresario no es ningún ente divino, más bien, un bien valioso, en ocasiones despreciado injustamente por estos lares. Sigamos con algunos datos más de la EPA. Asturias es la única Comunidad que pierde ocupación año a año, situándose en el 51%, de los que una tercera parte son empleos públicos. Asturias es la Comunidad donde menos parte de su población vive de su trabajo. Sólo el año pasado se han dado de baja laboral más de un millar de autónomos. Hay poco trabajo y precario y por eso se recauda poco.
En concreto, la recaudación en Seguridad Social da para pagar solamente la mitad de lo que se gasta en pensiones. El peso de la industria en PIB ha bajado desde niveles álgidos cercanos al 38% de hace 50 años, a cotas del 14% actualmente, lo que ha postergado el estatus de poder adquisitivo a estar por muy debajo de la media europea. El registro de empresas industriales en Asturias en el año 2008 incluía 35.590 y, a día de hoy, ese mismo registro alberga 4.000 menos (sólo 25 de ellas con más 200 empleados). Mientras el sector servicios – inferior en calidad de empleo- alcanza ya el 82%, con 96% en forma de micro-pymes. Aquel despliegue de iniciativas multinacionales de finales del siglo pasado no ha vuelto a repetirse, porque nuestra región ha perdido atractivo. El gasto de las empresas foráneas en el Principado se sitúa en el nivel más bajo en décadas.
Y el saldo entre las compañías que se fugan de la región y las que deciden incorporar aquí su domicilio fiscal es negativo desde hace años, lo que representa cientos de millones de pérdidas anuales en ingresos. Una sangría industrial que continúa, una enormemente preocupación para todos: a la autoridad autonómica que se siente impotente para frenarla, a los ciudadanos comprometidos y disconformes con la situación; e incluso para aquellos ciudadanos que banalizan la situación o la omiten. Y la cara preocupante de la realidad asturiana no sólo está en los datos económicos, sino sobre todo en los datos demográficos: se pierde lo más importante para el futuro: nuestros jóvenes.
Las causas de todo lo anterior son muchas y variadas, pero por resumir, habría que tener en cuenta que nuestra región está a la cola en cuanto a medidas liberales se refiere: ocupamos el podio por presión fiscal y el número uno en aplicar el gravamen de sucesiones, tema que afecta tanto a capitales como a negocios familiares. Unas peores infraestructuras de comunicación, una mayor fiscalidad que otras regiones, una legislación que no ayuda a la contratación, a lo que se suma la escasa mano de obra cualificada y adaptada a la nueva empleabilidad, son los elementos que lastran la competitividad y que son urgente resolver para que el tejido empresarial se sigua minimizando.
La industria española en general y la asturiana en particular, necesita de un Plan urgente de Salvación, con un pacto político estable a medio plazo y con los siguientes arietes imprescindibles para la reactivación: una enseñanza con perspectiva innovadora que se mimetice con las nuevas demandas empresariales; rebajar los impuestos al trabajo y a la energía; bonificar eficazmente la implementación de la innovación, la tecnología y la inteligencia artificial; liberalizar una amplia gama de actividades para fomentar una mayor flexibilidad y competencia, y apostar por la internacionalización. Ahora toca impulsar una política de competencia efectiva que vigile el comportamiento de los distintos agentes y que proteja la creación de empleo y riqueza. Una política de impulso empresarial para solventar las carencias -cada vez más visuales en las cuentas de resultados- de las empresas existentes y para captar nuevos negocios empresariales.