Tras ocho años como Hermano Mayor, este nativo de Cenero encara la gran cita religiosa del año en Gijón satisfecho del cambio de rumbo favorable a esta festividad que percibe en un Ayuntamiento que «parece que nos va tomando en serio»
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La experiencia es un grado. Pocos habrá que puedan discutirlo. En casi cualquier actividad, la suma de vivencias, aprendizaje y tiempo ayuda a construir un cimiento sólido, una base capaz de resistir el paso de los años y las épocas. Una descripción en la que encajaría a la perfección la Ilustre Hermandad de la Santa Vera Cruz, la más antigua de cuantas participan en la Semana Santa de Gijón. Con un pasado que puede rastrearse hasta, al menos, el remoto año 1.645, la veterana agrupación, nacida de la influencia franciscana y como respuesta a la necesidad de enterrar a quienes fallecían en los caminos, se esmera estos días en tenerlo todo a punto para servir de puntal al ciclo de procesiones de este año, capitaneada por su Hermano Mayor, Juan Antonio Rodríguez-Pládano. Y para este vecino de Cenero, administrativo de oficio, no será una festividad cualquiera. Por primera vez, comparte con satisfacción, percibe que el Ayuntamiento ha asumido un compromiso real para apoyar y potenciar la que es la cita más importante de los cristianos en la ciudad.
«Parece que ahora nos han tomado en serio», celebra Rodríguez-Pládano. Y no es algo menor; sus ocho años en el cargo, al igual que su largo periplo anterior vinculado a la Hermandad, le han permitido constatar que no siempre fue así. Que, hasta este tercer mandato de Carmen Moriyón como alcaldesa, el Gobierno local no ponía obstáculos a la Semana Santa, pero tampoco colaboraba con ella. Eso, para alegría suya y de sus hermanos, parece haber cambiado. «El que se nos dejase presentar esta fiesta en la Colegiata de San Juan Bautista, en compañía de las autoridades, demuestra que se puede colaborar y poner en valor», reflexiona. Además, añade, se trata de una vinculación beneficiosa para todas las partes. No en vano, «la Semana Santa es un atractivo turístico más para la ciudad. Hay gente que ve las procesiones de distintos sitios, compara, comenta… Pero hay que empezar por el de casa, y esa es la principal preocupación del Consistorio. Que el vecino de Gijón la conozca, participe o no en ella, y la disfrute y respete«.
«Llega la Semana Santa, y siempre hay gente proactiva, dispuesta a empezar con los preparativos, cosa que no es fácil de encontrar»
De hecho, si de algo se congratula Rodríguez-Pládano es del músculo que, en la actualidad, exhibe la Hermandad de la Santa Vera Cruz. «Entre altas y bajas, debemos rondar las 225 personas; puede que 230», detalla. En ese total la presencia femenina no es nada desdeñable; fue la primera agrupación que admitió a mujeres, y hoy ambos sexos están «muy parejos en número». Por si fuera poco, muchas de las últimas incorporaciones han sido jóvenes, todo un motivo de alegría, si bien es cierto que «la gente mayor sigue siendo la más abundante, como pasa en todas las Cofradías; no parece que haya relevo generacional, aunque a veri si, poco a poco, revertimos esa situación». Aun así, el espíritu no decae. «Estamos bien, tanto en los ánimos, como en ganas e ilusión, porque lo que venimos observando en Gijón es bastante dinámico. Llega la Semana Santa, y siempre hay gente proactiva, dispuesta a empezar con los preparativos, cosa que no es fácil de encontrar».
Y el trabajo no escasea, desde luego. Siendo como es una Hermandad a caballo entre la iglesia de San Pedro, en cuya capilla de la Soledad está su sede canónica, y la iglesia de San José, sus integrantes han de velar por tener a punto nada menos que seis pasos, encabezados por el ‘El Nazareno con la Cruz a cuestas’, el más antiguo de su inventario, tallado en 1941 por el imaginero valenciano Ballester Vilaseca. Es la pieza más antigua de un conjunto reconstruido tras el gran incendio de la ‘iglesiona’ del sagrado Corazón, el 15 de diciembre 1930, y que también sacará a las calles ‘Las lágrimas de San Pedro’, igualmente de Vilaseca; ‘La Piedad’, elaborada en 2005 por el sevillano Manuel Martín Nieto, y la más ‘joven’, ‘La Verónica’ de 2008, creada como paso específico para las mujeres y firmada por el anterior. A resguardo en los templos permanecerán ‘El prendimiento’ y ‘La flagelación’, dado el mal estado que presentan. Pero no así la que es la posesión más preciada de la Hermandad: su lignum crucis, un pedazo de madera de la auténtica cruz de Cristo, obtenido en 2019 y antaño propiedad de Alessandro Vincenzo Luigi d’Angennes, quien fuese obispo de Alejandría.
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Esas serán las imágenes con las que los hermanos de la Santa Vera Cruz, ataviados con sus inconfundible hábitos grises y morados, procesionarán la semana que viene, decididos no sólo a honrar su fe, sino también a continuar su particular cruzada para que la de Gijón llegue a ser una Semana Santa tan querida y apreciada por sus habitantes como lo es en otros lugares de Asturias. «Me gustaría que los gijoneses se diesen cuenta de que no somos ninguna secta; nos levantamos a trabajar todos los días, como el vecino de puerta, aunque dedicamos parte de nuestro tiempo a mantener esta tradición en nuestro pueblo», argumenta Rodríguez-Pládano. Por eso, mientras cruza los dedos para que, en un futuro no demasiado lejano, a las tres agrupaciones actuales se sume alguna más de nueva fundación, animar a propios y ajenos a que «se acerquen a las Cofradías y Hermandades, Somos accesibles, y quien prueba, repite y se queda. Lo puedo asegurar en el 99,95% de los casos. Esto gusta mucho más de lo que pueda parecer«.