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«Al menos, lo de que el suelo de la ciudad pase a ser en su mayoría propiedad de los bares para rellenar de terrazas cualquier hueco trae beneficios a algunos»
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Comencemos esta semana, como ya viene siendo habitual, por enumerar los avances del gran circo mediático que en estos momentos acontece en nuestra ciudad, que es la negativa del Ministerio de Transportes a hacer un vial soterrado para sacar el tráfico pesado que entra y sale de El Musel. Tres apuntes: el primero es que, una vez más, parece que el único colectivo capaz de mantener una postura unida frente a este despropósito es el colectivo vecinal (gracias). El segundo apunte es que la denominada “clase política” vuelve a no entender nada de lo que pasa en las calles de Gijón y andan a la gresca entre Foro y el PSOE, el PSOE y Foro, en ver quién le echa más la culpa al otro. Resulta ridículo el papel de ambos partidos que, ni uno ni otro, han sido capaces de avanzar ni un metro en esa obra y ahora, que lo único que debería contar es buscar la unión para lograr que la presión ya no sea de partidos, sino de instituciones, pues que no, que tú más… y así, eternamente. Que pereza, de verdad.
Y el tercer y último apunte es el estruendoso silencio que está manteniendo un actor que debería ser capital en este sainete, como es el puerto de El Musel. Si resulta avergonzante la postura de los dos partidos más votados en nuestra ciudad, Foro y el PSOE, mucho más aún lo resulta la actitud de la presidencia y gerencia del Puerto, institución pública (aunque parece que no lo es) que constantemente solo hacer que dar la espalda a la ciudad. Bueno, dar la espalda y de vez en cuando mandar toneladas de carbón, cruzando el mar, a teñir de negro nuestra playa. Curioso comportamiento el de esta institución pública de cuyo consejo de administración forman parte, sin ir más lejos, representantes públicos municipales.
Por otro lado, ya ha pasado la Semana Santa gijonesa. Se han ido despidiendo de nosotros los pasos, las procesiones y demás cuestiones que a un no-creyente recalcitrante como yo no dejan de parecer fascinante en el sentido de la creencia, que aun perduren en una sociedad científica como la actual. Más allá de eso, parece que los niveles de ocupación hoteleros y hosteleros han sido aceptables, dice la concejala del ramo y los propios profesionales. Bueno, más o menos. Al menos, lo de que el suelo de la ciudad pase a ser en su mayoría propiedad de los bares para rellenar de terrazas cualquier hueco trae beneficios a algunos. Curioso cómo hemos ido permitiendo normalizar que lo que es un espacio publico pase a ser un espacio para que se enriquezca un señor o señora. Y curioso es también el lugar en el que estamos quedando como ciudad en la que el único hito que podemos marcar como logrado en los últimos años es que venga gente a comer cachopo y a sentarse en las terrazas, y que esto sea celebrado por la clase política porque es “bueno”.
Y como último tema de la semana, sin entrar en la dolorosa derrota sufrida por nuestro querido Sporting, que para eso ya hay otros excelentes compañeros en este medio, quiero cerrar el artículo en positivo y para ello me voy al primer apunte que señalaba en relación al vial de Jove y en lo que parece que vuelve a ser la implicación de la ciudadanía gijonesa en su día a día frente a la desafectación política. Con todos los matices pertinentes sobre representatividad, necesaria renovación y rejuvenecimiento pendiente, ver cómo el músculo de la ciudad, los vecinos, no van a quedarse de brazos cruzados ni van a estar de discusión perpetua para intentar hacer ver las necesidades de un barrio a quien haga falta, es una buena noticia para nosotros. Es una buena noticia para Gijón.