Los problemas hasta para alquilar terreno de juego y para desplazamientos condicionaron la actividad deportiva del club. El primer equipo tan sólo jugó contra rivales de Gijón y siempre como equipo foráneo
En 1908 nace la primera sección del Sporting, denominada Arte y Sports y de la que tenemos abundante información en la prensa de la época. En ese año organizaron dos carreras de aros, a medio camino entre el juego y el deporte, en el paseo de Begoña. El día 21 de junio participaron los niños y el 29 del mismo mes lo hicieron las niñas. La organización corrió íntegramente a cargo del club sportinguista y para ello se usaron los servicios de diez socios que de modo voluntario ejercieron de jurado y controladores de las pruebas. No tenemos datos sobre el número de socios del Sporting de la época, pero es evidente que se circunscribía a poco más que el de los jugadores, amigos de los futbolistas y sus familiares más cercanos. Pocos eran ajenos a ellos. De hecho, entre esos diez socios voluntarios aparecen cinco futbolistas del conjunto rojiblanco, incluido su presidente: Anselmo López, Loyola Pineda, Ángel A. Fano, Segismundo Zoreda y Ángel Pardo.
Los otros cinco que completaban la lista eran Arturo Bertrand, Armando Zoreda, Luis Gómez, José Meana y Gonzaga de Pineda. En esos porcentajes se debía mover la masa social rojiblanca y es precisamente, a raíz de esas carreras de aros, cuando aparece la primera noticia en prensa que refleja números rojos en las arcas del club. Pocos días después de la carrera de niñas el diario El Noroeste reflejaba unas cuentas negativas en el club de 6,25 pesetas que debían ser satisfechas por los socios del Sporting de forma extraordinaria y que había sido causadas por los gastos de las susodichas pruebas. Evidentemente, debido a los exiguo de la cantidad no se puede hablar, ni de lejos, de crisis, pero esta situación que recoge la prensa podría ser una señal de lo que se avecinaría en poco tiempo: un periodo de más de un año en los que el club tuvo que afrontar dificultades económicas que limitaron sus actividades deportivas. En definitiva, su primera crisis. Si bien es cierto, que algunas victorias (como la de las cien pesetas logradas en la victoria del torneo organizado durante las fiestas de San Lorenzo el 10 de agosto, en las que se venció al Langreo F.C. por 0 a 2) paliaron las dificultades de ese año, las dificultades económicas fueron a más.
Y es que el año 1909 fue uno de los peores de los inicios vitales del club. El Sporting vivió dos sonados fracasos en la organización de sendos torneos que tenían como último fin llenar las arcas de la entidad con el taquillaje obtenido en los partidos y que paliarían los gastos del alquiler de distintos campos de juego que se usaron para los entrenamientos y partidillos entre los equipos del club y la deuda que la entidad mantenía con la junta directiva (a principios de año ya superaba las doscientas pesetas, según testimonio de su secretario, Ángel Pardo). Ambos torneos fueron un auténtico fiasco. El Sporting por aquellos entonces tenía su sede en el piso principal del número 15 de la calle San Antonio. Allí, tras una reunión de la junta directiva del club celebrada el sábado 27 de marzo, se acuerdan las bases del torneo de fútbol organizado por el club. Se publican en la prensa local el 29 de marzo y vienen firmadas por su secretario, Ángel Pardo, y su presidente, Anselmo López. Pero el torneo organizado por el club no tuvo acogida alguna y únicamente contó con la Sportiva Gijonesa como equipo inscrito, así que se optó por la cancelación.
La entidad volvió a la carga pocos meses después, anunciando la celebración del “Campeonato Asturiano de Foot-ball” para julio de ese año. Tres equipos confirmaron su asistencia para un torneo triangular en el que tendrían participación conjuntos de las principales localidades asturianas: el Círculo Industrial y de Sport de Avilés, el Oviedo Football Club, la Sportiva Gijonesa y el Sporting de Gijón. Nada salió como se esperaba. El Sporting buscó una alternativa a los campos de fútbol existentes en la ciudad. Un vecino de la Guía les arrendaría un prado donde el propio club colocaría porterías y demás, lo necesario para poder disputar los partidos, pero con una renta muchísimo más baja que las de los otros. Al parecer, el propietario de la finca no lo vio claro y mareó a la entidad rojiblanca con aplazamientos que llevaron al desánimo a los equipos que iban a participar. La fecha prevista para el inicio del torneo era el 17 de julio, pero la propiedad solicitó un aplazamiento. Así que todo se trasladó al 2 de agosto.
Eso sí, con la baja ya de la Sportiva Gijonesa que no consideraba seria la organización del campeonato. Y pocos días antes del 2 de agosto volvió a darse idéntica situación . El propietario volvía a aplazar el alquiler de la finca y supuso la cancelación definitiva del evento deportivo. Los conjuntos de Avilés y Oviedo anunciaron su renuncia a jugar y ahí acabó todo. Ese fatídico año tan sólo el Sporting infantil disputó partidos como local, pero lo hicieron de forma gratuita en el campo del colegio de la Inmaculada. Los problemas hasta para alquilar terreno de juego y para desplazamientos condicionaron la actividad deportiva del club. El primer equipo tan sólo jugó contra rivales de Gijón y siempre como equipo foráneo, salvo el encuentro jugado contra el Oviedo Football Club en el Práu Redondu que finalizó con victoria rojiblanca por dos tantos a cero. Nada más. Incluso se vio obligado a renunciar a disputar algunos partidos fuera de Gijón, como el que se jugaron en Barros el 29 de agosto el Langreo F.C. y la Sportiva Gijonesa (que sustituyó al equipo rojiblanco). Afortunadamente el 1910 cambiaría la dinámica de ese horrendo 1909, un año para olvidar. Pero esa ya es otra historia…