El aprovechamiento de los terrenos de la antigua Naval Gijón para tejer una red de actividad ligada a la ‘economía azul’ promete modernizar las dinámicas en la fachada marítima de la ciudad; para los vecinos del barrio será «algo muy grande»
«Una reconquista de la franja litoral litoral del oeste de Gijón«. Con esas once palabras, proferidas un cada vez más lejano 19 de enero de este año ante una nutrida legión de periodistas, la alcaldesa Carmen Moriyón, de Foro, resumía la esencia última del que promete ser uno de los proyectos con más impacto de la historia reciente de la ciudad: ‘Naval Azul’, la transformación de los terrenos de la extinta empresa Naval Gijón en un polo de actividad ligada a la ‘economía azul’, o el aprovechamiento del potencial de los mares. Han pasado más de cuatro meses desde aquella comparecencia invernal en la que se presentaron los detalles del mastodóntico plan, y desde entonces su contenido ha ido ganando forma, solidez y presencia en el imaginario colectivo. En especial, en el de los vecinos de El Natahoyo, para los que esta idea constituye la gran esperanza de dotar a un espacio ahora abandonado de una vida socioeconómica que revitalice el barrio y, a mayores, lo conecte directamente con el aún inaccesible Cantábrico.
«Esto va a ser algo muy grande para nosotros«, enfatiza, satisfecho, Álvaro Tuero, presidente de la Asociación Vecinal ‘Atalía’. Esa palabra, ‘grande’, es la que, sin duda, mejor define todo cuanto envuelve ‘Naval Azul’, desde su esperado futuro hasta su conocido pasado. Constituida en 1984 por la fusión de Compañía Marítima del Musel y Dique Duro Felguera, Naval Gijón no tardó en hacerse un nombre, precisamente, como una de las ‘grandes’ del sector naval nacional. No en vano, en sus instalaciones fueron puestos en grada, completados y felizmente botados los buques quimiqueros ‘Siri Knutsen’, en 2004, y ‘Gijón Knutsen’, en 2006, que con sus 37.494 y 38.150 toneladas de registro bruto, respectivamente, son aún hoy los dos barcos más grandes construidos en cualquier astillero gijonés. Pero la crisis que afectó al naval español, nacida en la reconversión industrial de los 80, hundió sus fauces en la compañía, y en 2009, ocho años después de ser adquirida por la sociedad Pequeños y Medianos Astilleros en Reconversión (PYMAR), Naval Gijón echó el cierre. Desde entonces, los terrenos e instalaciones quedaron sin uso y a merced de los elementos, repartidos a razón de un 60% en manos de la Autoridad Portuaria, y el 40% restante, aún bajo control de PYMAR, y bloqueando en anhelado acceso al mar de los habitantes de El Natahoyo.
Pero la máquina de las alternativas no tardó en arrancar. Al poco de cesar la actividad en Naval Gijón, un grupo de extrabajadores puso sobre el tapete la posibilidad de explotar aquellas parcelas. En esa cruzada vieron los vecinos una oportunidad de saldar su propia cuenta: obtener esa conexión con el Cantábrico. «En aquel momento nos parecía algo extraterrestre«, recuerda Tuero. El apoyo político no tardó en llegar; el ya desaparecido partido Xixón Sí Puede recogió tales demandas y en 2015, en plena negociación del Plan General de Ordenación (PGO), planteó por primera vez el que es, probablemente, el compromiso más aplaudido por todas las partes: blindar los terrenos para que en ellos se levantasen empresas y espacios beneficiosos tanto para el barrio como para la ciudad, en lugar de viviendas, imposibilitando así la especulación inmobiliaria. Hubo que esperar a 2023 para que el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) confirmase esa protección mediante sentencia firme, acabando con las pretensiones en contra de PYMAR. Y sólo un año más tarde, este 2024, años de diálogo, de ideas y de obtención de permisos dieron un nuevo fruto: el Gobierno de Moriyón confirmaba la voluntad de la Autoridad Portuaria de vender al Ayuntamiento los 35.000 metros cuadrados de su propiedad, por más de 4.600.000 euros.
Mientras se trata de lograr lo propio con PYMAR y su porcentaje del suelo, la previsión actual es que las obras para sanear y reutilizar el espacio comiencen en 2026. De los 37.900 metros cuadrados que se espera que, al término del proceso, acaben en manos del Consistorio, más del 80% estará ocupado por un conglomerado empresarial moldeado a imagen y semejanza del Parque Científico y Tecnológico, donde tendrán cabida actividades vinculadas a la ‘economía azul’: pesca sostenible, protección de especies, construcción de embarcaciones de pequeño tamaño, investigación de la biodiversidasd marina… También se incluirán tiendas, negocios hosteleros e instalaciones que puedan albergar propuestas culturales. Por su parte, casi 5.100 metros cuadrados se reservan para usos compatibles, tales como peluquerías, gimnasios, clínicas o enseñanzas no regladas. Finalmente se incluirán equipamientos de aprovechamiento colectivo, como áreas de paseo, bancos y servicios varios a la ciudadanía. Todo ello, por descontado, tomará forma tangible una vez sean demolidos los altos muros que hoy bloquean el acceso, último vestigio de aquella larga historia a medio camino entre la luz y la sombre, y que, en la práctica, ejercen de última barrera para que esa parte de Gijón se abra al mar. Y el Ejecutivo local es claro: ya hay empresas interesadas.
«En mi opinión, estamos ante el proyecto más emblemático que ha iniciado el actual equipo de Gobierno municipal en el año escaso que lleva de mandato, que va a cambiar el diseño urbano de nuestra ciudad«, reflexiona Ángela Pumariega, vicealcaldesa y concejala de Economía, Empleo, Turismo e Innovación. Y lo cierto es que hay poco de invención en dicha manifestación. De cumplirse las expectativas que el Ayuntamiento atesora, el resultado hará que los terrenos «estén accesibles para los gijoneses, y eso mejorará sensiblemente la fisonomía de nuestra línea costera desde el punto de vista de la ciudadanía». Por si fuera poco, el polo empresarial que albergará, a juicio de la edil, «servirá para mejorar la vida de la gente, porque va a convertirse en un referente de la llamada ‘economía azul’; eso supondrá tecnología, innovación, sostenibilidad medioambiental y puestos de trabajo de calidad«, particularmente atractivos para «nuestros jóvenes, cuya falta de oportunidades laborales atractivas en su ciudad nos ha venido provocando hasta ahora un serio problema de envejecimiento y estancamiento de la población». Un cúmulo de virtudes que, concluye el rostro más representativo del Partido Popular en Gijón, convertirá ‘Naval Azul’ en «la mayor transformación física, social y económica de nuestra urbe en décadas».
Desde el lado vecinal, Tuero es quien se encarga de escribir el epílogo para las palabras de Pumariega. «Cuando esté acabado todo, las ventajas ya no serán sólo esa apertura al mar; es que se podrá sanear toda la zona de fuera del astillero, desde el Hogar de San José hasta arriba, que hoy es una auténtica selva, con maleza, edificios caídos…», puntualiza. Y, con la esperanza firme de que no aparezcan nuevos impedimentos que retrasen o imposibiliten la consumación del proyecto, reitera su manifestación inicial. «‘Naval Azul’ va a ser muy grande para quienes vivimos en El Natahoyo. Si sale bien, y confiamos en que así sea después de lo mucho que se ha peleado, toda la ciudad lo va a agradecer«.
Hágase ya.Deberian empezar ya
A trabayar Foro que son muy remolones.