La filósofa y escritora asturiana desgrana en su último libro las virtudes y la importancia capital de pisar el freno vital y desacelerar del frenético ritmo que los tiempos presentes parecen imponer
Parar. He ahí, en esa palabra, el sueño secreto de millones de personas en este año 2024. No sanear su situación económica, o cambiar de trabajo, o comprar un coche, u obtener la casa de sus sueños. No, en absoluto… Sólo tener la oportunidad de pisar el freno de la vida y lograr, aunque sea durante una franja de tiempo limitada, desconectar del frenesí, de las prisas y carreras, de las exigencias continuas que el mundo actual parece imponer. Y, sin embargo, hay en ello menos de sueño inalcanzable, y más de necesaria realidad aplicable, de lo que pueda parecer a simple vista. Una posibilidad cargada de virtudes, y en torno a la que gira ‘Gozo‘, la última obra de la filósofa y escritora asturiana Azahara Alonso. El volumen se ha convertido en toda una guía para saber detener el tren de la existencia, y su contenido puede explorarse en este vídeo publicado en el Canal Prestosu de la Fundación Caja Rural.
El libro de Alonso es toda una oda a la ociosidad, a ese concepto tan útil y sano como, en paralelo, mal visto. Una reputación injusta que, a juicio de la autora, parte de «la educación judeocristiana que hemos recibido, que nos marca de forma sutil, pero muy férrea». Y la historia no está falta de ejemplos; baste recordar que en España, entre 1933 y 1970, estuvo en vigor la tristemente conocida Ley de Vagos y Maleantes. Frente a todo eso, Alonso reivindica la importancia de desconectar, de aprovechar verdaderamente el tiempo libre para detenerse. No sólo en vacaciones, un periodo que ella misma afronta «apagando el móvil, no entrando en el correo y ese tipo de cosas; no entiendo que esté de vacaciones hasta que estoy desconectada». También en las pausas más cotidianas, como en las jornadas libres del calendario laboral, durante las que es frecuente verse condicionado «por los imperativos de cierto ocio que no es tan ocioso», muy ligado al consumo.
Toda una apuesta contracorriente que, en sí misma, y para deseo de su creadora, podría llegar a ser el principio de una verdadera, y pacífica, revolución social a favor de la sana inactividad.