La hamburguesería gijonesa, uno de los clásicos de la zona del Puerto Deportivo, echa hoy el cierre tras 42 años en activo; incondicionales y nostálgicos abarrotaron ayer el negocio, forzando esperas de hasta cincuenta minutos entre cada pedido
Hay bocados difíciles de digerir… Aunque no se deba a la calidad del alimento. Así podría resumirse el ánimo que, en la noche de este sábado, invadía el restaurante Chopper Burger. Después de más de cuatro décadas sirviendo hamburguesas frente al Puerto Deportivo de Gijón, y ofreciendo un servicio que le ha convertido en uno de los iconos de la gastronomía en la zona, el negocio que regenta Francisco Javier Álvarez bajará hoy domingo la persiana hasta su próximo traspaso, La jubilación de este veterano restaurador cierra el último capítulo de un largo relato culinario, escrito con buen sabor, aderezado con cientos de anécdotas y protagonizado por los miles de clientes que jamás la olvidarán.
Dada la inminencia de la clausura del histórico local, muchos de esos incondicionales decidieron personarse en el Chopper ayer, al caer la oscuridad, para regalarse una última hamburguesa, unas patatas, un refresco y la siempre alegre compañía de Álvarez. «Estamos que no damos a basto», reía el todavía dueño, entre divertido y emocionado, mientras notaba una comanda tras otra. El aluvión fue tal que los tiempo de espera entre pedido y pedido llegaron a rebasar los cincuenta minutos. Toda una prueba, e imperecedera, del influjo que este establecimiento ha tenido en los estómagos y en el ánimo de la ciudad.