Desde el ente vecinal gijonés rechazan la instalación de casetas hosteleras y la concentración de actividades en el centro, y llaman a repensar el modelo para extenderlo a los barrios y hacerlo atractivo a todos los públicos
Queda aún mes y medio para que Gijón se zambulla en la que promete ser la Semana Grande más larga de su historia. Nada menos que trece días, del 3 al 15 de agosto, poblados por conciertos, actividades complementarias aún no reveladas, y una oferta hostelera exclusiva que, pese al tiempo que aún resta hasta la esperada fiesta, ya ha comenzado a despertar algunas animadversiones. Porque si hace sólo tres días la plataforma Hostelería Con Conciencia (HCC) criticaba la intención de la empresa municipal Divertia de instalar hasta quince casetas hosteleras, alegando que perjudicarían a los negocios locales, a ese malestar se ha sumado este martes la Federación de Asociaciones Vecinales de Gijón (FAV). Y no sólo por las casetas en cuestión, sino por el conjunto de un modelo festivo que, opina su presidente, Manuel Cañete, navega a contracorriente de la esencia única y de las necesidades reales de la ciudad.
«Ha sido una sorpresa que Divertia siga adelante con una propuesta que rechazó cuando se habló de Siente Xixón; no lo entendemos», reflexiona Cañete. Una predisposición negativa a esa fórmula, la de las casetas, que no es gratuita, ni nace de un capricho puntual. Para el presidente de la FAV, como para la mayoría de sus representados, el modelo planteado para esta Semana Grande «se aleja del concepto de fiesta que debería ser en Gijón; cada ciudad tiene sus peculiaridades, y entendemos que aquí hace falta un modelo más descentralizado, cercano a los barrios«. De hecho, ese punto ya ha sido trasladado al Consistorio, junto con la insistencia en que la programación debería incluir «opciones para todos; aparte de los conciertos, juegos para los niños actividades, algún vermú en la calle…». En fin, opciones acordes con la idiosincrasia gijonesa. «Espero que no vayamos a un modelo como el de la Feria de Sevilla, con casetas privadas de las que se beneficien empresas de fuera, y a las que sólo se pueda entrar con invitación. Carecería de todo sentido».
No obstante, entre los integrantes de la FAV, incluido su máximo dirigente, la preocupación trasciende el mero detalle de la instalación de las casetas. Es el formato de la Semana Grande en su conjunto, particularmente el aumento de su duración, lo que más incomoda. «Hemos pasado de una Semana Grande de diez días a otra de trece; luego serán quince, luego veinte… Y, después, Gijón será una fiesta todo el año«, se queja Cañete. El enfado gana en solides a tenor de la abundancia de eventos que pueblan el calendario estival local, y que han hecho que en la FAV se perciba que «ya no hay hueco. Macroeventos, fiestas, conciertos… Y todo ello, concentrado en verano. Es una brutalidad«. Ahora bien, de nuevo el ente vecinal propone una alternativa. Simple y, en apariencia, obvia, pero clara: espacial tales acontecimientos a lo largo de todo el año. «Podemos dotar a la ciudad de opciones en distintos periodos. Y si, además, hacemos que lleguen a todos los barrios, evitaremos vaciarlos concentrándolo en el centro. Creemos que es algo fundamental».
O sea que los que hace dos semanas organizaron un tinglao que no nos dejó dormir a los vecinos del centro durante tres días, ahora les parece que cuando lo hacen otros está mal.
Esto es increíble. Se os va la olla un montón. Y desde luego lo que defiendo es que vamos sobrados de fiestas, lo digo por la FAV, por el Ayuntamiento y por los hosteleros. Parece que todo tiene que ser montar ruido hasta las 4 de la mañana para el disfrute de borrachos/as