«El PP de Xixón considera que el Orgullo es un premio, una gratitud. Señores del PP, las personas LGTBI no necesitan homenajes, el mayor homenaje sería que no fuera necesario el Orgullo (…) El Orgullo es reivindicación de derechos, esos que ustedes, donde gobiernan, quitan»
La semana pasada pudimos comprobar el retroceso que está viviendo nuestro país durante los últimos años. El balcón del Ayuntamiento de Xixón fue una imagen clara, nítida, del auge de la ultraderecha agarrada a la antigua derechita cobarde que, ante tal comentario despectivo, en un no saber por dónde va, en una pérdida total de partido de Estado, lleva tiempo dando codazos a los de Abascal para enseñar al pueblo que para derecha, ellos. El PP y Vox, la antigua derechita cobarde y la extrema derecha, rechazaron en Pleno la declaración en apoyo del día del Orgullo LGTBI. Vox lo tiene claro, siempre pensó así, las personas no son iguales, no se las puede considerar de la misma manera y no tienen los mismos derechos. El PP de Xixón, en ese «sí pero no», en ese «dónde está la bolita», en ese estilo gallego de dudosa sinceridad, en ese navegar desde que Feijóo ostentó el mando y Ayuso la capitanía, no apoyó la declaración presentada y, asemejándose a Greg Louganis, con tres tirabuzones y medio inverso, se erige, al mismo tiempo, en máximo defensor de la causa LGTBI, enarbola, con mano de madera, la bandera de la igualdad de derechos, ondea, con sonrisa de cartón, su propia tela transparente de defensor de las personas, sean cuales sean sus orientaciones sexuales.
El PP de la ciudad, de la mano de Ángela Pumariega, camina con los pasos marcados por el partido a nivel nacional, gobernando con la extrema derecha en autonomías y municipios, y también aquí. No debemos olvidarnos; en Xixón gobierna Foro, PP y el número dos de Vox. Gobierna, tiene responsabilidades, decide. En ese poder conferido en consistorios y autonomías, y aquí, restringen derechos y coartan libertades. Ellos, que se les llena tanto la boca de una libertad que achican. En donde forman parte del gobierno, como aquí, el PP, Pumariega, Queipo… Se alían con quienes consideran a las personas LGTBI como un lobby al cual hay que recortar sus derechos, conforman alianzas impúdicas que, si lograsen más poder, podrían eliminar, por ejemplo, el matrimonio homosexual, convirtiéndolo en mera “unión civil” donde cabrían todos, puede ser relación de amigos, de primos, de vecinos… De lo que se quiera, desligando la relación sexual en dicha unión. Por supuesto, si llegan al gobierno nacional, abrazado el Vox de Abascal por el PP de Ángela, de Álvaro, podrían desaparecer las adopciones, nada de custodias compartidas, nada de patrias potestades entre personas del mismo sexo, nada que no sea la unión de un hombre y una mujer, pues el niño, la niña, necesita el modelo femenino y masculino para su formación como persona. Si el PP y Vox llegasen a gobernar España, se podría suprimir de la sanidad pública las operaciones de cambio de sexo, pues la divinidad en la que cree la ultraderecha y la antigua derechita cobarde hace bien su trabajo y, por tanto, modificar el envoltorio fabricado por la naturaleza va contra lo divino y lo humano. Todo lo dicho está dentro de la ideología y la manera de entender el mundo de la extrema derecha, apoyada en las autonomías y municipios, también aquí, por los populares. Donde PP y Vox ocupan el mismo pupitre, donde PP y Vox gobiernan, merman los derechos de todos y de todas.
Hablando de pupitres. El Partido Popular está en gobiernos, también aquí, junto a una ideología que considera la educación sexual impartida en las escuelas como un elemento favorecedor de la proliferación de la homosexualidad, catalogándola casi como corruptora de menores. Debido al antiguo franquismo que algunos de verde loan y otros de azul recuerdan, España lleva más de cincuenta años de desventaja en educación afectivo-sexual con respecto a Europa, una anomalía que solo la LOMLOE ha conseguido eliminar pese a las zancadillas de la ideología de las sombras. La educación sexual es básica para prevenir la homofobia, para poner un muro contra la marginalización y la intolerancia, para evitar que la pornografía sea el libro a consultar de los menores. Un manual de imágenes soeces, de abuso de poder masculino, de violaciones, que está cambiando nuestra sociedad, modificando los patrones sexuales entre los jóvenes. Una industria, gran generadora de capital, que elimina la intensidad de la vida para llevarla a un nivel absolutamente nulo, que ahoga el eros, pero da oxígeno al consumo y al dinero. Una industria, reflejo del poder de ese dios monetario, que incomprensiblemente sigue estando demasiado cerca de niños y niñas. El porno, texto de cabecera de jóvenes, es tremendamente accesible en la red, la tercera parte del tráfico de internet es contenido pornográfico, y por lo tanto está en la mano de menores buscando respuestas que nadie les da. Ese cercano y peligroso libro guardado en el smartphone, ese lugar tan lejano de la seducción, del erotismo, de las mariposas estomacales, de la fantasía, del deseo, era, y todavía sigue siendo, la primera aproximación a la sexualidad por parte de los menores, y eso, para el PP y la ultraderecha, eso, es mucho mejor que la educación sexual en las escuelas.
Para la extrema derecha y la antigua derechita cobarde, la educación sexual adoctrina, la educación sexual roba la infancia, la educación sexual es ideológica. Sin embargo, los estudios establecen claramente el poder de la formación sexual en la escuela para disminuir los delitos sexuales, eliminar inadecuados roles establecidos, mejorar la relación sexo-afectiva… formar personas. El PP y Vox no quieren cambiar el primer libro de sexualidad que leen los menores, la pornografía, por la educación. Donde gobiernan no ayudan a provocar ese cambio para afrontar una problemática social, poniendo todas las trabas posibles a la formación de los menores, como lo hicieron en las Cortes de Castilla y León, el mes pasado, o con el veto llevado a cabo en el pleno municipal de Sevilla en el anterior octubre.
Eso es el PP, no se nos olvide. Eso es el PP de Madrid, de Asturias y de Xixón. Que no venga ahora de defensor de derechos, que no venga ahora como Ivahoe de las personas LGTBI, que no venga ahora como adalid de la igualdad. El PP de Xixón es un reflejo del PP nacional. Una pena. Creo, sinceramente, que Ángela Pumariega tendría más vuelos sin esa pesada mochila agarrada con gusto, el poder a veces hace livianos los pesos. Espero, deseo, que tenga el coraje suficiente, desde ya hasta su candidatura municipal, para adecuar su acción a su pensamiento. En los votos incide enormemente la marca, el partido, pero hay un porcentaje decantado por la persona. Si Ángela quiere ser tan solo una mera muñeca de Madrid, mal vamos. Si Ángela quiere ser Ángela, habrá, al menos, un resquicio de claridad. Doy por hecho que será la candidata y la próxima secretaria general del PP gijonés, cuando eso ocurra, espero sea la persona y no un mero instrumento orquestado desde fuera. De momento, sigue colgada de hilos en sus muñecas, tobillos y cabeza. De momento, sigue orquestada, ¿o quizás no es así?
Pumariega, en boca de su gabinete de vicealcaldía (estos que venían a eliminar puestos crean una vicealcaldía, innecesaria, existen las tenientas de alcaldesa, generando sillones que no mejoran la acción de gobierno, tan solo permite crear un gabinete, es decir, asegurar dos sueldos pagados por los gijoneses y gijonesas) dice, en este mismo medio, que el Orgullo está en “un marco de homenaje y reconocimiento”. El PP de Xixón considera, sin sonrojo, que el Orgullo es una cortesía, un premio, un agasajo y una gratitud. Señores del PP, las personas LGTBI no necesitan homenajes, están ustedes muy equivocados, el mayor homenaje sería que no fuera necesario el Orgullo. Tampoco precisan reconocimiento, la sexualidad no precisa ser reconocida, nadie tiene que decir con quién se acuesta o a quién ama. El Orgulllo, Pumariega, Queipo, Partido Popular, es reivindicación de derechos, esos que ustedes, donde gobiernan, también aquí, quitan.