Caldones celebra su misa anual por la Virgen de los Milagros
Mucha gente no se dará cuenta, pero creyentes o ateos, de forma muy cotidiana tenemos presente el deseo de que ocurra un milagro que salve lo que ya parece irreparable. De lo más complejo a la trivialidad: no perder el tren, unos buenos resultados médicos, el aprobado en un examen o encontrar ese trabajo tan inaccesible. En la parroquia gijonesa de Caldones su vínculo con la Virgen de los Milagros se remonta hasta donde no alcanza la memoria, por eso una vez al año, la capilla de la Milagrosa del barrio de Rioseco abre sus puertas para acoger la misa que la celebra cada 7 de julio.
Tal y como razona Eduardo Alcázar, a cargo de la asociación de Nuevo Caldones y organizador de la festividad, en la zona son conscientes de que lo que allí organizan se trata más bien de «una fiestina pequeña», pero su tamaño no resta un ápice de la «gran devoción» que mantienen por la tradición que celebran anualmente. Alcázar sabe que los 150 vecinos que se congregan para el oficio religioso lo hacen «para hacer su ofrecimiento a la Virgen, para pedir salud por ejemplo», ya que «los culetes de sidra y el vermut» de después resultan accesorios.
La misa dará comienzo a las dos y concluirá con un pequeño paseo de la Virgen a las afueras del templo. La Milagrosa consigue que gijoneses y maliayos pertenecientes a la zona rural confluyan alrededor de la Santa. Va gente de Deva, Valdornón, Caldones o Peón para la festividad que por un día, pone a Caldones en el centro y que desde la parroquia preparan con mucha ilusión porque «es el pueblo que tenemos, así que hay que hacer lo que sea por cuidarlo y mantener sus costumbres».