La consejera de Cultura, Política Llingüística y Deporte valora positivamente el evento como foco de debate y punto de acceso a todo tipo de autores, editores y géneros para toda la ciudadanía
La paz ha regresado a los terrenos de la extinta Naval Gijón. Diez días después de su inauguración, la 37ª edición de la Semana Negra se despedía ayer de un periplo que, a falta de conocerse los datos oficiales, promete haber marcado nuevos hitos. Efectivamente, fueron decenas de miles las personas que concurrieron al emblemático espacio, bien atraídas por la oferta cultural, bien por el apartado lúdico de ese todo. Y mientras los organizadores recoger las cifras de asistencia y consumo que, en último término, servirán de termómetro a ésta, la primera cita dirigida por Miguel Barrero en sustitución de Ángel de la Calle, un primer balance lo emitía este domingo la consejera de Cultura, Política Llingüística y Deporte del Principado, Vanessa Gutiérrez. Y lo hizo destacando, por encima de todo, la apuesta por la excelencia de este certamen, constante durante los años y reafirmada este verano.
Acompañada por el propio Barrero, la representante del Gobierno autonómico puso el foco en la independencia de los impulsores de la Semana Negra. «A lo largo de los años crearon un formato muy ambicioso; hay que darles la libertad para que lo hagan, y también el apoyo para que puedan seguir desarrollándolo», compartió ante el público. Más aún, también enfatizó el carácter del evento como promotor del debate y del acceso a todo tipo de autores, editores y géneros, siendo un acontecimiento «absolutamente integrador». Esa última reflexión quedaba confirmada a pocos metros de la carpa en la que Gutiérrez intervenía, a la vista de la inmensa variedad de públicos que, simultáneamente, abarrotaban el complejo.
Un emplazamiento futuro todavía dudoso
Se completaba así un viaje que, de cara a su edición del año que viene, quizá experimente un nuevo cambio de emplazamiento. De cumplirse las previsiones actuales del Ayuntamiento, el proyecto ‘Naval Azul‘, que transformará las antiguas instalaciones de Naval Gijón en un polo de economía ‘azul’, echará a andar en cuestión de meses, y los trabajos de adecuación de la zona coincidirán, muy probablemente, con las fechas de la que será la 38ª Semana Negra. Sea como sea, y con independencia de cuál será su escenario futuro, la cita recién terminada deja en el imaginario colectivo, y en boca de sus responsables, y buen sabor generalizado, marcado por las múltiples charlas, ponencias, mesas redondas y presentaciones acometidas.
En estos días han sido especialmente celebradas las concesiones de los galardones del certamen. Así, el Premio ‘Dashel Hammett’ a la mejor novela de género ‘negro’ publicada en España en 2023 fue para ‘El miedo en el cuerpo’ de Empar Fernández, al tiempo que ‘Bilbao nacen donde quieren’, de María Larrea, se alzaba con el Premio ‘Rodolfo Walsh’ de literatura de no ficción, un reconocimiento compartico con la mención especial que se otorgó a ‘Hiroshima’, de Agustín Rivera. Por su parte, el Premio ‘Memorial Silverio Cañada’ a la primera novela ‘negra’ fue para ‘Llevar en la piel’, de Antonia Lassa; el Premio ‘Espartaco’ a la mejor novela histórica, para ‘Castillos de fuego’, de Ignacio Martínez de Pisón, y el Premio ‘Celsius’ a la mejor obra de fantasía, terror o ciencia ficción, para ‘Crisanta’, de Juan Ramón Biedma.