La inversión en Tabacalera, tal y como se ha planteado, es meter dinero en una caja grande, grande y cara, de espaldas al barrio que da sentido al propio edificio
Esta semana toca darle una vueltina a lo que pasa con Tabacalera. Pero antes, y como siempre, un poco de contexto, histórico y político.
En cuanto a historia, el edificio tiene mucha. Terminado de construir entre 1679 y 1680 como convento de la hermandad de las Agustinas Recoletas, fue desamortizado y transformado en una fábrica de tabacos a partir de 1842 y hasta el año 2002, cuando su propiedad fue traspasada al Ayuntamiento de Gijón. Previamente a su construcción, y según diversos hallazgos arqueológicos, este edificio (mejor su dicho, su emplazamiento) parece que tiene más pasado todavía que el derivado de su construcción. En sí mismo el edificio y su ubicación forman parte indisoluble del devenir de Gijón como asentamiento urbano. Eso en cuanto al apunte histórico. Respecto al político, desde inicios del siglo XXI, lleva dándose vueltas a qué hacer con él. Más de 20 años de análisis, infografías y anuncios, que ahora han llegado al último paso – o no – que es el anunciado por el actual Gobierno de Foro y del PP, y que se traduce en un desarrollo total de seis espacios de, según se afirma, usos independientes. Tres espacios ya existentes (lo que conforma el conjunto histórico): el edificio histórico (el grande y más visible), la iglesia y la antigua vicaría. Y tres nuevos espacios construidos bajo un gran conjunto común de cemento: uno de usos de restauración (con la falta que hacía en esta ciudad una terraza y un bar más), otro de usos administrativos y el nuevo conjunto para el Museo de Nicanor Piñole. Entre medias de los edificios históricos y el nuevo conjunto común de cemento se emplazarán zonas verdes.
Respecto al uso que tendrán, más allá de la nueva ubicación para el Museo Nicanor Piñole, el traslado de oficinas e instalaciones del área de Cultura del Ayuntamiento, poner un negocio de hostelería y que habrá una especie de anfiteatro como de 400 plazas; se intuye que la gran idea es un gran espacio museístico, como ya anunció Foro durante la campaña electoral. Un espacio museístico donde exponer las obras que andan desperdigadas, o en almacenes propiedad del Ayuntamiento de Gijón y, sobre todo, para poder traer grandes exposiciones de mecenas asturianos o similares.
Todo esto se llamará Centro de Arte Tabacalera Gijón/Xixón y requerirá de una inversión, para verlo finalizado, de la friolera de 21 millones de euros.
Hasta aquí el contexto.
Seguro que algún avispado lector ha percibido el detalle de que del barrio que alberga todo esto, Cimavilla, se habla poco o, mejor dicho, nada. Cimavilla, el barrio con más historia de la ciudad – con más historia que la propia Tabacalera – se presta a ver, y a conocer (en el mejor de los casos desde afuera) cómo, lo que pretende ser un gran icono turístico se ubica en su epicentro sin que nada cambie. Una inversión que, si nos la creyésemos, (y perdónenme que dude mucho que esto salga adelante y menos aún en los plazos mencionados), va dirigida, en exclusiva, a traer y atraer turistas. Y eso, que por defecto no es mal, sí puede serlo en un entorno que ya está abrasado por la presión turística.
Eso por un lado, pero por otro tenemos lo que vale la palabra en política, que parece que es poco o nada, si tomamos como referencia Cimavilla y Tabacalera. Conviene recordar, porque parece que se olvida, que el barrio de Cimavilla ya sometió a un profuso y popular debate el futuro de lo que el barrio proponía para Tabacalera. Pero no se hizo porque sí, sino porque formaba parte de una línea de trabajo del gobierno municipal de 2017, el de Carmen Moriyón, que en aquel entonces fue considerada por dicho gobierno como una iniciativa pionera.
Las conclusiones de aquel gran proceso participativo se llevaron a un Plan de Usos que aun hoy en día os podéis descargar simplemente googleando su nombre. Y en él figuran justamente los objetivos contrarios a lo que ahora se pretende. En primer lugar, el concepto clásico de “Museo” era el aspecto que menos valor tenía y es justamente este aspecto el que mayor peso va a tener en el “nuevo” enfoque. Se hablaba, en ese documento, de creación artística, de industria cultural, mientras que Foro ahora habla de colecciones de grandes fortunas. Y, por último, se hablaba en ese Plan de Usos de 2017, y también en los procesos participativos que ha organizado el barrio durante los primeros meses de 2024, de la necesidad de que el barrio cuente con un espacio público municipal de usos comunitarios y que Tabacalera es el recinto ideal para ello (aunque a Foro y al PP esto no parece importarles).
Vamos, que Cimavilla y sus vecinos van a ver cómo se invierte en un edificio para que venga gente, y no para que la gente que vive en el barrio, que da sentido a todo el edificio, vea cómo se mejoran algunos aspectos de su día a día.
Que la inversión en Tabacalera, tal y como se ha planteado, es meter dinero en una caja grande, grande y cara, de espaldas al barrio que da sentido al propio edificio.
Y es que, el edificio de Tabacalera tiene valor en sí mismo por su emplazamiento: si estuviera ubicado en mitad de la nada o en un entorno que no potenciara su significación histórica, valdría entre nada y cero, o quizá se hubiera derribado ya. Pero es más, seguramente, sino hubiera estado en un barrio tan insistente y peleón con preservar sus valores, nunca hubiéramos llegado a esto.
Me temo que el breve trayecto que hay desde el Ayuntamiento hasta Tabacalera no ha servido aún para que nuestros representantes públicos asuman que la realidad del barrio es que allí vive gente, mas allá de los negocios hosteleros, las VUT, los futuros hoteles de lujo y los Museos. Y el día que esto deje de ser así, Cimavilla no será nada más que un decorado para paseantes aburridos.
Que será muy guapo ver cómo vienen cientos de personas (nadie sabe cómo llegarán ni dónde aparcarán) a ver un Picasso en una sala grade y blanca, pero eso no sirve de nada ni hace ciudad, solo acentúa más la necesidad provinciana de querer parecerse a las “grandes” ciudades, en vez de explorar lo propio. Y que, además, esta obra conllevará un proceso de gentrificación aun mayor en Cimavilla, por no hablar de la presión y exclusión que se ejercerá sobre la capacidad de fijar una residencia habitual en el barrio.
Que este proyecto, lejos de ser moderno, es más bien lo contrario, parece el sueño húmedo de un galerista de los años ochenta, no de la explosión artística que existe en 2024, o de la necesidad de unir los caminos entre los espacios que existen para albergar la Cultura y todo el entorno, las circunstancias y las gentes que les rodean, empezando por lo cercano, empezando por Cimavilla.
En la tónica habitual de que «no falte la demagogia».
Hay que buscar soluciones a los problemas vecinales de Cimavilla, obligatorio. Pero no se puede desperdiciar la ocasión de dar a este gran edificio un uso que trasciende en mucho al barrio, que es de todo Gijón, como el Palacio de San Andrés de Cornellana, o los depósitos de Roces. Eso lo sabe el articulista de sobra. Por otra parte, implícitamente, no reconoce una realidad que justifica en gran parte este proyecto, que es, de una vez, resolver la necesidad de dignificar y visibilizar las importantes colecciones municipales que superan en mucho la capacidad de la Casa Natal de Jovellanos. De eso no dice nada.
Y renegar de que Gijón pueda tener exposiciones de grandes colecciones privadas, para mi demuestra, cierto sectarismo ideológico. O, lo que sería el colmo, «puro postureo». O estaré yo equivocado al respecto, pero sospecho que no.
Creo que está usted equivocado porque no propone ninguna solución al dilema que plantea el autor. Por toda España hemos visto este problema de la gentrificación, que lejos de ser «postureo» tal como dice usted, es un problema real y serio que afecta a los vecinos. En Cimadevilla vemos como cada vez es más difícil, por no decir imposible acceder a una vivienda a un precio, ya no asequible si no razonable, pues todas se destinan a uso turístico. Además se favorece que se vayan abriendo locales destinados a la restauración, que por supuesto tienen que existir pero ya hay bastantes y los bajos antes negocios para los propios habitantes de Cimadevilla se convierten en vivendas de uso turístico. Y este no es un problema únicamente de Cimadevilla o de Gijón, lo vemos en Madrid, Barcelona o cualquier ciudad de tamaño medio que atraiga turismo… En fin creo que el autor del artículo lo explica perfectamente claro, pero si sirve de algo yo vivo en Cimadevilla y pienso igual. He visto en estos últimos siete años que llevo en Cimadevilla como han subido a los alquileres, yo vivo de alquiler, y no responde sólo a una moda si no al empeño que los que vienen de fuera vayan primero. Así nos va. Un saludo.
No niego el problema. Pero no tiene nada que ver con este proyecto. De hecho, una propuesta similar ya se hizo en 2010, cuando ni se sabía nada de airbnb ni de alquileres turísticos. El edificio està donde está, es una parte básica de la historia de Xixón, y como tal debe ser tratado. Los problemas de Cimavilla no se resuelven por no poner las colecciones artísticas y grandes exposiciones en Tabacalera.
Para cuando cambiamos el nombre a este diario digital???
Ya es hora de llamarlo «Mi Cimavilla»
Por cierto que el que escribe el artículo sea nacido en Oviedo y residente en Cimavilla no lo veo muy ético ..
Saludos a toda Cimata!!!
Por cierto a ver cuándo derribamos el Elogio del Horizonte, por culpa de el mucha gente pasa por Cimavilla. Todo por culpa de Tini Areces!!!
Ya estoy cansado de decir siempre lo mismo, Cimavilla hace décadas que dejó de ser un barrio humilde y de pescadores, ahora es un barrio donde viven gente como tú de Oviedo que vienen a dar lecciones de primero de «comunismo»..
Ojalá montarán en el Cerillero un museo o un hotel de 5 estrellas y no empresas contaminantes o el futuro «vial de Jove» ….si tan mal estáis en Cimavilla veniros pal Cerillero!!!
1. No le he faltado al respeto no me falte usted
2. No me gustaría que quitasen ni el Elogio de Horizonte ni nada de lo que hay en Cimadevilla ahora mismo.
3. No tengo nada en contra de los turistas ¡Bienvenidos todos!
4. Soy de Gijón de toda la vida, mi padre vivía en el barrio aunque yo no crecí aquí en Cimadevilla si no por el centro.
5. Vengase a vivir a Cimadevilla pero… ¡Suerte encontrando piso!
6. Espero que la cosa mejore en el Cerillero, porque esa contaminación no hay derecho, en eso puede que coincidamos.
7. No soy comunista no nunca lo he sido… Pero bueno usted diga lo que quiera… Es más ni siquiera me considero de la izquierda.
8. No cambio ni una sola coma de lo dicho anteriormente. ¡Qué tenga buen fin de semana! Corto y cierro porque veo que está discusión no va a ninguna parte.