El muñeco desapareció el pasado domingo entre la calle San Bernardo y la plaza Mayor, motivo por el que han decidido pegar carteles donde solicitan ayuda de quien lo haya visto: “Es uno más de la familia”

Todos de pequeños hemos tenido un peluche favorito, el ojito derecho de entre los demás juguetes al que otorgamos un sitio especial en nuestra habitación y nuestro corazón. Dotado de vida propia, ese amigo o amiga en forma de Barbie, Action Man, Nancy o muñeco peludo pasa a ser nuestro mayor compañero de aventuras, adversidades y aprendizajes; uno más en la familia. En el caso de los Schulte, ese lugar lo ocupa Racki, el mapache de peluche del que la pequeña Lena no se separaba hasta que desapareciese en el centro de Gijón el pasado domingo.
Esta familia alemana vive en una localidad cercana a Berlín y se encuentra pasando unos días de vacaciones en Gijón. La madre, Miriam Lutz, se enamoró de Asturias durante sus frecuentes viajes de trabajo como parte del equipo del Circo del Sol desde hace 20 años, y decidió que debía volver con su hija y su marido para que lo conociesen. Sus días de descanso coinciden con la Semana Grande gijonesa, una ocasión que aprovecharon para acudir a algún concierto en la Plaza Mayor, como el de Falete la noche del domingo y en el que ocurriría la tragedia. “Estuvimos solo las primeras canciones, ahí mi hija metió el peluche en mi bolso sin que yo me diese cuenta y al llegar a casa nos dimos cuenta de que no lo teníamos”, cuenta Miriam.
Enseguida comenzaron a deshacer sus pasos recorriéndose la calle San Bernardo, de camino al apartamento, varias veces para revisar cualquier rincón: papeleras, esquinas, bares… Pero Racki, de apenas 30 centímetros de longitud, no estaba en ningún lado, ni siquiera en la sección de objetos perdidos de la Policía Local adonde acudieron a preguntar al día siguiente. A los padres solo les ha quedado apelar a la solidaridad ciudadana y por eso han decidido pegar carteles como los que se puede ver en las imágenes en algunas de las calles más céntricas de Gijón y que ya han llamado la atención a más de un ciudadano. En ellos detallan las características del peluche e incluyen su teléfono personal para seguir cualquier pista.
“Pensamos que quizá alguien lo haya podido coger y se lo quiera quedar porque normalmente cuando encuentras algo que no es tuyo lo dejas donde lo encontraste”, razona ella. El tiempo juega en su contra: se marcha a Alemania el jueves y de momento solo han recibido la llamada de una persona que “colgó” tras descolgar el teléfono, por eso han decidido establecer una recompensa de 100 euros para aquella persona que lo devuelva incluso después de volar de vuelta a casa.
Lutz admite que su hija de 7 años está “bastante disgustada desde entonces” ya que Racki “formaba parte de la familia”. Al tratarse de una marioneta “era un peluche muy vivo” con el que tenían conversaciones, juegos y bromas en sesión continua, y por eso Lena nunca se iba a ningún lado sin su mapache, ni siquiera de vacaciones a Gijón.