El Museo del Pueblo de Asturias esconde estos días uno de los espacios más carismáticos de la Feria, donde las artesanas dan a conocer productos que van desde lo gastro hasta la elaboración de bolsos, bisutería o mandiles, con el apoyo de Fundación Caja Rural de Gijón
Más allá de los coches, los bocadillos, los colchones o las gafas de sol, en FIDMA también hay espacio para la artesanía elaborada con ‘M’ de mujer. Y es que varias artesanas presentan estos días sus creaciones en un espacio único dentro del Museo del Pueblo de Asturias. De mano de la Fundación Caja Rural de Gijón, cuentan con un espacio reservado para mostrar el talento y la creatividad de unas emprendedoras que no siempre tienen fácil conseguir la visibilidad necesaria para dedicarse a su pasón.
En este rincón encontramos a Cristina Rubiera con su marca, El Rincón de Cris, a través de la cual se dedica a la costura creativa, confeccionando canastillas de bebé, neceseres, fundas para tabletas y libros, así como mandiles. «La gente está encantada con nuestras creaciones porque les cuesta encontrar cosas diferentes a las que se venden en las tiendas convencionales», comenta. Y es que hace solo tres meses que Cristina ha abierto una tienda en Gijón (calle Vicente Innerarity, 5), junto a una compañera artesana, llamada ‘Artesanas’, desde donde venden, entre otros, bolsos de piel. «Llevamos tres meses y recibimos muchos encargos. Nos dicen, ‘oye, ‘¿me haces un neceser con estas características?’ y nosotras lo confeccionamos». Un sueño, el de abrir su propia tienda, que reconoce tiene mucho que ver con la Asociación D’aky, que aglutina a todas estas creativas asturianas.
Laura Correa es otra de las artesanas que, bajo el nombre de Dideyre, se dedica al macramé y al trabajo con piel, y que recientemente también ha comenzado a impartir clases de macramé. «Hago productos de decoración, bolsos, complementos y bisutería en macramé, pero también realizo bolsos de piel con una característica especial: la estampación manual con la técnica de servilleta, similar a la técnica de decoupage en muebles», explica. Todos sus diseños son únicos y exclusivos, diseñados por ella misma, y los distribuye a través de una tienda online y de las redes sociales, desde donde también acepta encargos.
Del minikiwi a las galletas hechas con ‘pan duru’
Una de las marcas ‘revelación’ asturiana de los últimos años, Panduru, tiene también su espacio en este mercado. Al frente de ella se encuentran Ana Marcos y Elena Fernández, quien este jueves despacha sus productos en FIDMA. Su proyecto busca dar una segunda vida al pan excedente de panaderías artesanas. «Trabajamos con una panadería, La Portalina, utilizando el pan sobrante en lugar de harina, reintegrándolo de esta manera en la cadena alimentaria», detalla. En su obrador en la calle Antonio Cachero de Gijón elaboran galletas y otros productos como bizcochos, y el lugar también funciona como un centro social.
«El feedback de la gente cuando prueba nuestras galletas es muy positivo. Dejo que lo prueben y luego les digo que está hecho con pan duro; se sorprenden y conectan emocionalmente. A los más mayores les viene a la cabeza aquellas comidas de aprovechamiento, como las tortillas dulces, eso nos presta mucho”. Están contentas con la buena marcha de la Feria, que si bien empezó “algo tímida” ha ido creciendo con el paso de los días. Además, adelanta Elena, la marca ya trabaja en su próximo producto: «Estamos desarrollando, junto al SERIDA un proyecto para incorporar la harina de magaya en repostería. Estamos muy contentas, las primeras pruebas están saliendo muy bien, ahora hay que trabajar en las recetas».
En la hora de la comida, el stand de San Cosme, al frente del cual se encuentra estos días Sara Gutiérrez, es uno de los más concurridos. No es para menos, y es que el obrador de repostería y comida artesanal, con sede en el Natahoyo, ofrece una selección de alguno de sus productos más populares. Encontramos bollinos preñaos, ‘boyas’ de chorizo, huevo y bacon, empanadas, casadielles o carbayones. «Se está vendiendo muy bien porque son cosas que apetecen para picar y se comen fácilmente», cuenta Gutiérrez, que destaca que «al vernos siempre se quedan mirando a ver qué van a picotear, la verdad es que tenemos una ubicación estupenda, más tranquilo que en la Feria».
Y sin salir del ámbito gastronómico, Cristina Secades, al frente de Terramor, presenta su empresa dedicada al cultivo del minikiwis, un fruto que, a diferencia del kiwi convencional, se come con piel y es mucho más rico en vitamina C y fibra. Le echa una mano estos días en la Feria su madre, Amor Cícero: «Cristina comenzó en 2016, recuperando unas tierras de su bisabuela. Tras considerar varias opciones, decidió apostar por el minikiwi», explica Amor. En la actualidad, cultivan ocho variedades de minikiwis, cada una con sus particularidades y, además de vender la fruta fresca, elaboran mermeladas con los excedentes, como una versión sin azúcar que lleva solo minikiwi y agar-agar como espesante natural. Por si fuera poco, desde Terramor también elaboran bombones rellenos de mermelada de minikiwi y chips de manzana deshidratada. «El recibimiento de la gente en la Feria ha sido muy positivo; prueban nuestros productos, les gustan y eso nos llena de satisfacción», cuenta Cicero.
Una satisfacción que conoce, y bien de cerca, Patricia Escobar con su marca ‘Mondo Manzana‘ que incluso llegó a vender unos pendientes a la reina Letizia. «‘Esto no lo hago nunca’, me dijo la reina, y se quitó sus pendientes para ponerse los míos», cuenta orgullosa la gijonesa recordando su encuentro con Ortiz en la entrega del último premio a Pueblo Ejemplar. La artesana sigue vendiendo los pendientes que tanto gustaron a la reina, y realiza todo tipo de bisutería a través de la magaya. Presume de que sus productos no llevan «químicos ni hornos» y el proceso es «circular y orgánico por completo». Al frente de su marca lleva ya más de cinco años, desde que se le ocurrió la idea mientras hacía talleres de reciclaje creativo para niños. Un lustro después, el triunfo de seguir dedicándose a lo que le gusta da buena cuenta de la acogida de la clientela, que sigue acudiendo fiel a su local de Villaviciosa.