Para las diez de la noche de ayer las dotaciones de Gijón y del Principado se retiraban de la zona, dando prácticamente por extinguido un incidente cuyas causas, a expensas de que los últimos rescoldos se apaguen, todavía se están investigando
Exhaustos, acalorados, aún expectantes ante lo que pudiese ocurrir… Pero también orgullosos y satisfechos por el trabajo hecho. Mientras los relojes marcaban las diez de la noche de ayer, y el crepúsculo dejaba caer su manto de oscuridad sobre toda Asturias, las dotaciones de Bomberos de Gijón y del Principado, todas ellas embargadas por esa combinación de emociones, comenzaban a abandonar las instalaciones que el Consorcio para la Gestión de los Residuos Sólidos de Asturias (COGERSA) opera en Serín, después de haber pasado casi veinticinco horas consecutivas combatiendo y vigilando el incendio declarado en la tarde del lunes en la explanada dedicada al almacenaje de residuos voluminosos de origen doméstico, en el exterior del complejo. Se daba así por controlado, que no por totalmente extinguido, un fuego que afectó a entre quinientas y seiscientas toneladas de madera, así como a otras setenta de materiales varios acumulados en las inmediaciones, y que, en sus compases finales, requirió el uso de la maquinaria del Consorcio para remover el foco e intentar acelerar su apagado. A estas horas todavía quedan algunas pavesas y rescoldos activos, aunque de escasa entidad. Por ello, desde el ente público confirman que la incidencia se considera prácticamente resuelta.
Fue alrededor de las nueve de la tarde de anteayer cuando el servicio de vigilancia del Centro de Tratamiento de Residuos detectó el primer conato, que no tardó en nutrirse del combustible que las dos montañas de restos suponían. Así, en poco tiempo las llamas ganaron en extensión, poder y vistosidad, hasta el punto de que varios vecinos de la zona las fotografiaron y grabaron con sus smartphones. El dispositivo de seguridad se activó de inmediato, y efectivos de los cuerpos de bomberos autonómico y municipal se desplazaron a toda velocidad a la zona, tendieron las primeras líneas de agua y comenzaron las tareas de extinción. Media hora después de la medianoche el incendio ya se daba por controlado, pero la virulencia de la incidencia llevó a los profesionales a optar por un cambio de estrategia: en vez de seguir con un ataque directo, y dado que no había riesgo de que el problema se extendiese a edificios o máquinas, se decidió fijar un perímetro de seguridad en torno al fuego, que afectaba a una superficie de unos 3.017 metros cuadrados, y dejar que se acabase apagando por puro y simple consumo del material inflamado. Eso sí, durante toda la madrugada y la jornada de ayer hubo presencia de los bomberos, que en todo momento controlaron y vigilaron la evolución del suceso.
Ni heridos, ni daños materiales de envergadura
Mediado el martes la intervención seguía el curso previsto, aunque la amenaza de lluvia motivó una segunda variación del protocolo. Utilizando las pesadas palas motorizadas que COGERSA emplea en la separación y manipulación de residuos, los dos montículos ardientes fueron removidas y segmentadas en pilas más pequeñas, a fin de acelerar el apagado, algo a lo que contribuyó el constante lanzamiento de agua desde las distintas vías colocadas. De nuevo, el cambio demostró ser acertado, y para las diez los tres efectivos recogían sus respectivos materiales y retornaban a sus bases; únicamente quedaba un pequeño retén adscrito al Ayuntamiento, han apuntado desde esta última institución, que, por precaución, aguantó sobre el terreno hasta las dos de la madrugada. Y, pese a la espectacularidad del incidente, ni hubo que lamentar herido alguno, ni los daños materiales resultaron cuantiosos, dado que ninguna planta con equipamiento industrial se vio afectada. Según detalla COGERSA, sólo ardieron muebles y otros residuos voluminosos que se hallaban acopiados para su recuperación.
Con un ojo todavía puesto en la definitiva extinción de los restos que puedan quedar, el Ayuntamiento ha confirmado que sus propios profesionales volverán a Serín esta mañana, para realizar nuevas revisiones del estado del conato. Eso sí, ahora el grueso de la responsabilidad está en manos de los investigadores, que deberán determinar cuáles fueron las causas del suceso. Ya en la tarde de ayer el jefe de Tratamiento de Residuos del Consorcio, Roberto García, en declaraciones a los medios de comunicación, planteaba una primera hipótesis: la presencia, bien en la pila de madera, bien en la de otros desechos, de un «impropio», algún objeto, como la batería de un teléfono móvil o un mechero aún cargado, que se hubiese ‘colado’ y que no debería estar allí. Algo que, matizó García, «a veces pasa». En cualquier caso, y como ya se hiciese ayer, desde COGERSA instan a la ciudadanía a que sea lo más cuidadosa posible en la separación de los residuos, arrojando cada uno al contenedor que le corresponda, y clasificando adecuadamente aquellos que sean llevados a los ‘puntos limpios’. Precisamente, para evitar que acontecimientos como el que ha tenido a los bomberos cara a cara con las llamas durante veinticinco horas no se vuelva a producir.