«Sí que, como generación, tenemos cierta identificación con lo suburbano, quizá tenga que ver con la época que nos tocó: dos crisis, ciertos discursos se han ido enturbiando… Hay cosas que pueden recordar a la vida en algunos de los barrios más pobres de las grandes ciudades en los ochenta»
La última vez que tuve la oportunidad de coincidir con Luismi Pantiga (Gijón, 1999) fue hace casi un año, en un desayuno que reunía a medios y directores asturianos del Festival Internacional de Cine de Xixón (FICX). Pantiga, junto a su hermano Ángel, celebraba en casa el estreno mundial de su primer largometraje y aún no sabía que la historia de marginalidad, malas decisiones y falta de oportunidades en la que retrataba su Roces natal le llevaría hasta el otro lado del charco. ‘Flores del Cemento’ hizo su primera salida del terruño hasta el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI). El cineasta admite que allí se sorprendió: muchos espectadores le hacían preguntas sobre la película, preguntaban por los entresijos. Le maravilló que en la otra punta del planeta su criterio interesara y se aplaudiera con entusiasmo su relato neoquinqui ambientado en los bares de Fomento, esos que fueron telón de fondo de su adolescencia y la de sus amigos. El desconcierto es normal, sobre todo para un chico de 24 años al que, como buen asturiano, le cuesta desprenderse del “síndrome del impostor” crónico que aquí se padece. Tampoco ayuda el hecho de que su película vaya a compartir pantalla en los próximos días con la candidata española al Óscar para este año de Isaki Lacuesta o lo último de Jonás Trueba en el Festival de Cine de San Sebastián. Palabras mayores. Y entradas agotadas para ambos pases de la película.
– La primera vez que hablé con usted su película se estrenaba en la sección Esbilla Premiere del FICX, pensada para “impactantes óperas primas”. Ahora volvemos a hablar porque ‘Flores del Cemento’ estará en San Sebastián. Casi un año después.
– Luismi: Sí, es mi primera dirección y la primera vez de Ángel en pantalla. Antes yo había hecho cortometrajes pero nunca un proyecto tan grande y está siendo increíble. Ya estábamos muy ilusionados en Gijón, pero San Sebastián es uno de los festivales más importantes a nivel europeo… Es muy heavy. Además antes de esto estuvimos en el Bafici, que también fue una experiencia brutal y tuvimos una acogida buenísima, las críticas fueron súper buenas. Vienen las cosas tan rápido que impresiona un poco y estos días en San Sebastián fliparé más (risas) Pero estamos muy contentos y esperamos poder ganar visibilidad y conseguir más distribución para la peli.
– La atención de las distribuidoras hará que el tráiler deje de estar subido a su canal personal de Youtube… Es una película ‘indepe’ de las de verdad.
– Ángel: Súper independiente, sí, sí, sí… Con cuatro duros se hizo.
– Luismi: Sí, se financió por medio de un ‘Kickstarter’ muy local que hicimos, una plataforma web de ‘micromecenazgo’ para proyectos creativos. Reunimos lo mínimo necesario para poder hacerla y nos encargamos de todo nosotros: edición, dirección de fotografía… La postproducción fue lo más largo porque la película tiene efectos especiales y hay disparos. Fue un poco locura. También pedimos ayuda algún compañero que estudió conmigo pero, en su mayoría, todo nosotros.
– El proceso creativo o directivo de después tampoco será el mismo siendo dos, y siendo hermanos. ¿Qué papel teníais cada uno?
– L: Los dos estuvimos a cargo del proyecto en cada fase siempre, realmente. Yo me encargué de la dirección pero Ángel tuvo presencia en muchas otras cosas. Nosotros siempre fuimos muy cinéfilos, nos gustó mucho el cine desde pequeños y crecimos con la idea de hacer algo. En Bachiller yo hice cortos y un largometraje pero fue una cosa no profesional, con colegas y una cámara de vídeo muy convencional. Pero ahí gracias a hacer eso, que sigue oculto en mi canal Youtube -algún día lo quitaré- aprendí a hacer todo. Sin coordinarme con la gente, a rodar y a editar y demás. Fue como una experiencia piloto, pero como digo queríamos crear un proyecto más profesional y justo en 2021 conocí a uno de los protagonistas de la peli, Eduardo Castejón. Nos animó bastante y entonces empezamos a escribir el guion entre Ángel y yo. Eduardo nos ayudó a conseguir contactos y empezamos con todo el proceso de preproducción. Organizamos el casting en La Laboral y nos sorprendió mucho la cantidad de gente que se presentó. De ahí hicimos el reparto y en verano de 2022 estuvimos con el rodaje hasta septiembre.
-A: Fue complicado, coordinar con toda la gente, pedir los permisos… Una locura. Para la música recurrimos a artistas de aquí, a algunos los conocíamos: Chris Rey, Da Corix… El tema final lo escribí y lo canté yo con Cebé, de La Felguera. Fuimos a casa de JotadeJota, el productor, allí en Oviedo, y la grabamos en una tarde.
«Sin haber tenido experiencias previas de grabar con colegas y una cámara de vídeo muy convencional, no hubiese podido hacer ‘Flores del Cemento’; así lo aprendí todo»
– Con un proyecto tan arraigado a su historia de vida y al territorio quizá se desarrollen dos caras, ¿no? Por un lado ‘Flores del Cemento’ se rodó en ‘los márgenes’, también geográficos, de la industria cultural en España, pero a la vez bebe de las historias de aquí, de un grupo cualquiera de chavales de Montevil.
– L: Sí, por un lado está eso de infravalorarnos muchísimo. Fue algo que pensé estando en el Festival de Buenos Aires y es que para eso el FICX es un ejemplo. Es un evento cultural en la ciudad de muchísimo nivel y muy bien organizado y muchas veces como es algo de casa, no le damos toda la importancia que merece. En Asturias tendemos a hacernos de menos con absolutamente todo. Sí que el sector del audiovisual aquí, hablando de industria, inversión económica… Es prácticamente inexistente y es difícil, pero la creatividad y el talento de muchos compañeros sigue estando ahí. Y también Asturias es un lugar que inspira mucho, en las historias y la cotidianeidad de lugares como en este caso fue para mí Gijón. Hay mucho que contar. ‘Flores del Cemento’ es cierto que recoge historias de amigos de amigos, de oídas, de gente que conozco, pero nosotros nos criamos en la zona de Montevil y Roces viendo también eso, ¿no? Hay reflexiones que nacen de lo que hemos vivido, por ejemplo ver cómo los jóvenes utilizan las drogas como medio de escape. Y como bebe de historias y personajes de aquí, tiene esos detalles que no incluirían películas de otro lugar, estar haciendo un botellón echando unas sidras. Lo incluimos porque es nuestro, de forma natural, sin buscar explotarlo o caricaturizarlo ni hacer alarde.
– La película actualiza un género creado a partir de una realidad social, los 80 en España, la marginalidad derivada de la droga y demás, y se mantiene en una estética, unas personalidades… Basadas en esas subculturas urbanas. Ese imaginario vive ahora una especie de ‘renacimiento’ entre GenZs… Generaciones más jóvenes. ¿Por qué creen ustedes que existe esa nostalgia?
– L: Yo creo que esto ya empezó a mediados de la década pasada con movimientos como el trap o el rap. Quizá tenga que ver con la época que nos tocó vivir. A nivel económico, superamos dos crisis, a nivel social ciertos discursos se han ido enturbiando… Generaciones anteriores no han crecido y se han desarrollado con esos cambios, y eso puede crear cierta identificación con la situación en algunos de los barrios más pobres de las grandes ciudades en los ochenta en España. Aparte de la identificación también está la nostalgia puramente estética, pero a veces se explota tanto que parece perder un poco la esencia. Por ejemplo para crear una historia cinematográfica que tenga ese toque, hay que saber un poco ‘de qué va el tema’, estar en contacto con esos ambientes aunque sea de forma periférica como fue nuestro caso. Si no, no se pueden captar las pequeñas cosas. Scorsese es un maestro en el cine de gánsters porque es italoamericano, se creó en el barrio italiano de Nueva York y vio eso de pequeño.
– Podemos decir que ‘Flores del cemento’ está a punto de cumplir su propio ciclo. ¿Tienen ya en mente otros proyectos?
– L: Sí, sí, de hecho llevo todo el verano escribiendo en el pueblo, ya tengo un tratamiento de guión y la verdad es que damos un giro de 180 grados. Va a ser una historia de los maquis asturianos, los guerrilleros que se oponían a Franco y que vivieron en las montañas durante la posguerra. Me gustaría que la narrativa tuviese tintes de western, de ese cine de Sergio Leone. Sobre todo, mostrar a través de los protagonistas la pérdida de la humanidad propia ante circunstancias como la guerra. Ese será el tema.