La AEMET confirma que el peculiar color en el cielo de la ciudad se debe a la concentración de humo en las capas medias de la atmósfera; no obstante, según la Coordinadora Ecoloxista, las estaciones de control de calidad ambiental no registran valores anómalos
POR BORJA PINO Y ADELA RIESCO
Más de un centenar de fuegos activos, casi 1000.000 hectáreas de terreno arrasadas en menos de una semana, siete fallecidos en distintos puntos del país, una nación forzada a decretar el estado de catástrofe… Es imposible no sentirse sobrecogido ante los espantosos datos que rodean la oleada de incendios en el vecino Portugal. Y los efectos del que se ha convertido ya en el peor suceso de tales características registrado en territorio luso han comenzado a hacerse evidentes en suelo español… E, incluso, asturiano. Desde este jueves cientos de habitantes de la región han alzado la vista al cielo, y se han hecho la misma pregunta: ¿es esa especie de ‘niebla’ persistente, ese intenso color del sol tras una suerte de película atmosférica, consecuencia de dicha tragedia? Una cuestión a la que hoy viernes ha dado respuesta la delegación en Asturias de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET): sí, lo es… Aunque sólo en las capaz medias de la atmósfera. Porque de momento, y según datos de la Coordinadora Ecoloxista d’Asturies, las estaciones de medición de calidad del aire desplegadas a lo largo y ancho de la comunidad no están registrando valores anómalos.
«Efectivamente, encontramos gran cantidad de humo a niveles atmosféricos medios desde la tarde de ayer, cuando alcanzó la vertical del Principado», explica el delegado territorial de la AEMET, Ángel Jesús Gómez. De ahí que un buen número de asturianos perciba el firmamento «blanquecino, como difuminado, y con el sol más rojizo de lo habitual». Se trata de un suceso anómalo en tanto en cuanto se debe a un acontecimiento no usual, aunque no por ello resulta sorprendente. A fin de cuentas, el humo «asciende muy rápido», y a tales altitudes, por efecto de las corrientes de aire, «es capaz de recorrer largas distancias; incluso hemos llegado a registrar su presencia procedente de incendios desatados en Canadá, y eso que está a casi 6.700 kilómetros, con el Atlántico de por medio». En cualquier caso, mientras los efectos del humo no se desplacen a las capas atmosféricas más bajas, «en principio hay cero riesgo para la salud».
A diferencia de lo ocurrido en ciertas partes de Galicia, en Asturias ese extremo no ha sido alcanzado. «Por ahora, no estamos teniendo ningún valor preocupante en las estaciones que podamos vincular con el humo; lo único que se ha disparado en los medidores del Puerto de Avilés, del Lauredal y de La Calzada es el benzeno, pero eso no tiene nada que ver», comenta Fructuoso Pontigo, responsable de la Coordinadora Ecoloxista. En ese sentido, y por su ubicación geográfica, el primer sensor en saltar, en caso de que las corrientes trajesen una concentración de partículas insalubre, sería el instalado en Somiedo, pero «no refleja nada extraño». Por comparación, en los municipios gallegos de Vigo, Ourense, Pontevedra, Dumbría y Cee sí ha sido identificada una concentración de partículas en suspensión que sitúa el nivel de calidad del aire en ‘muy malo’, en puntos concretos del primero, y ‘malo’ en los restantes concejos. Una tesitura que, más allá de las espectaculares fotos brindadas por este fenómeno, se espera que no se replique en el Principado…